La paradoja del confinado
Cuanto más drástica y colectiva sea la cuarentena, peor lo pasará la economía en el corto plazo, pero más efectivo será el resultado médico
¡La que nos ha caído encima! Vivir para creer, el virus de Wuhan ha llegado a la puerta de nuestras casas. Encerrados, aislados y preocupados por amigos y familiares, nos enfrentamos a un confinamiento sin precedentes.
En lo que va de marzo, el problema se ha transformado de una importante crisis sanitaria localizada en China (que supone un 16% del PIB global y del que dependen gran parte de las cadenas de suministro globales), al caos global. La expansión del virus no para de avanzar y el 70% de los contagiados se encuentran ya fuera de China.
Cada vez son más los Gobiernos que, de manera progresiva, van restringiendo la capacidad de viajar y de movimiento de sus ciudadanos para contener la propagación de la pandemia. Este tipo de decisiones draconianas, junto a la utilización masiva de test de detección, han aportado excelentes resultados en China, Corea del Sur y Japón. Algunos países europeos como Italia o España han sido lentos en la aplicación de las medidas estrictas. Otros, como el Reino Unido, flemáticos (con una semana adicional de retraso tras el cambio de opinión de Johnson) y EE UU se ha quedado rezagado y no ha implementado una firme cuarentena todavía.
Ahora, en ciernes de una casi segura “cuarentena global” nos encontramos ante la paradoja del confinado. Cuanto más drástica y colectiva sea la cuarentena, peor lo pasará la economía en el corto plazo, pero más efectivo será el resultado médico y más pronto se producirá el regreso a la actividad.
Ahora nos encontramos inmersos en el peor momento de la cuaresma, reflexionando en casa sobre la incertidumbre que nos depara y con la penitencia del duro aislamiento. Los mercados no reaccionan a la inmensa combinación de medidas fiscales y monetarias desplegadas. Lejos de haber celebrado los recortes de 150 puntos básicos de la Reserva Federal, junto a 12 de los 15 mayores bancos centrales, y el regreso a la expansión de balances que, solo entre el BCE, la FED y Banco de Inglaterra supondrá más de 2 billones de euros, las Bolsas no paran de caer y acumulan pérdidas cercanas al 30% mientras la volatilidad registra máximos históricos.
Toda esta situación se debe a la ausencia de novedades en el proceso de contención de la pandemia. Además de los estímulos de las autoridades, ¿cuál podría ser el catalizador positivo para el mercado? ¿Frenará Europa el virus y conseguirá que todo quede en un susto, una recesión técnica y que, a partir del tercer trimestre, se reactive la economía?
Hoy se cumplen 14 días de cuarentena severa en Italia, uno de los países donde primero se propagó el virus y en el que la ausencia de medidas iniciales firmes ha traído la tasa de propagación más preocupante del mundo, con 300 muertos más que en Hubei y la mitad de contagiados que en China al completo. Entramos en días fundamentales porque más que la necesaria y desesperada red de seguridad que han tejido bancos centrales y Gobiernos, el punto de inflexión lo puede dar Italia. Este es el catalizador a seguir. ¡Forza Italia!
Joan Bonet i Majó es director de estrategia de mercado en Banca March
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