Diplomacia, empatía y consenso: así debaten los jóvenes los retos globales más acuciantes
485 estudiantes de nueve países se reúnen en Madrid durante la XIX edición de Sekmun, el Modelo de Naciones Unidas pionero en España


En la mañana del pasado 13 de marzo, los pasillos del Palacio del Senado en la madrileña calle de Bailén se llenaron de visitantes poco convencionales. Allí, en el Antiguo Salón de Sesiones, se congregaron casi 500 escolares de entre 11 y 18 años de nueve países (España, Colombia, Argentina, Portugal, Estados Unidos, Ruanda, Turquía, Suiza y Georgia) para asistir al acto de inauguración de la XIX edición de Sekmun, el modelo de Naciones Unidas organizado por la Institución Educativa SEK. Durante tres días, estos jóvenes asumieron el rol de delegados, embajadores y autoridades para debatir y proponer, en un entorno multicultural e internacional, soluciones a desafíos globales desde la diplomacia y el consenso, simulando el funcionamiento de numerosos órganos multilaterales de la ONU.
Así, divididos en una docena de comités como el Consejo de Seguridad, la Asamblea General y Ecosoc (el Consejo Económico y Social), y asumiendo cada uno los intereses y la posición del país que se les fue asignado, intentaron llegar a acuerdos sobre cómo mitigar los efectos del cambio climático; los conflictos en Yemen o Sáhara Occidental; el impacto de la inteligencia artificial en la sociedad; las crisis migratorias; el desarme internacional; o la agricultura e innovación, entre otros.
“Vivimos en una época de transformación profunda, una en la que la política internacional está siendo probada, en la que la estabilidad de las democracias está bajo escrutinio permanente y en la que la necesidad de cooperación multilateral nunca ha sido más urgente. En este contexto, el poder de las palabras y la diplomacia se convierte en más vital que nunca”, afirmó en su intervención Iván Martínez, director de SEK International Schools.
Un encuentro cuyo impacto se deja notar en múltiples aspectos que influirán positivamente en su futuro, explica Guadalupe Sánchez, directora de Sekmun desde sus inicios en 2006: “Por un lado, todo lo que tiene que ver con la adquisición de habilidades como la capacidad de comunicación; el pensamiento crítico; la confianza en sí mismos; el liderazgo; la empatía; la capacidad de trabajo en equipo; o aprender a escuchar, porque si no, no se puede negociar”. Pero también, añade, les da la oportunidad de hacer networking, ventajas en los procesos de selección de ciertas universidades (sobre todo si quiere estudiar en otro país), les ayuda a alfabetizarse en toda una serie de cuestiones que no se trabajan en un currículum reglado; y también a aprender a gestionar la incertidumbre.
Desde su creación en la Universidad de Harvard, en 1953, este modelo se ha globalizado hasta el punto de que existen miles de modelos similares en todos los rincones del mundo.

Una preparación exhaustiva y rigurosa
Vengan de donde vengan, una característica común a todos los modelos de Naciones Unidas (MUN, por sus siglas en inglés) es el compromiso y el rigor de los estudiantes a lo largo de una preparación que dura meses. “En cuanto volvemos de Semana Santa, empezamos a trabajar en las fechas del año siguiente y a preparar las cartas de invitación a distintos colegios, para poder publicarlo en la web de MyMUN, donde se convocan muchos de los eventos del Modelo de Naciones Unidas por todo el mundo”, cuenta Sánchez. Se comienza a trabajar la oratoria con los alumnos y, después del verano, se les explica bien el reglamento, se publican los temas y quienes quieran adoptar un rol de autoridades en la siguiente edición se presentan a un proceso selectivo.
En muchos casos, además, los estudiantes tendrán la oportunidad de asistir a charlas inspiradoras o de poder hablar con distintas personalidades que trabajen en Naciones Unidas, que sean embajadores o especialistas en alguno de los asuntos de ese año. “En el British Council [Madrid] se trabaja dentro del horario, y aunque no tiene nota tenemos dos horas a la semana en las que, normalmente, comenzamos hablando de relaciones internacionales y del papel que tienen organismos como la ONU y la UE”, ilustra Sean O’Donnell, docente del centro.
En enero, con los países ya asignados entre los futuros delegados, estos comienzan su trabajo de investigación: y mantienen reuniones semanales: “Lo primero es familiarizarse con los temas, y luego empezar a indagar acerca de cuál es la posición de tu país respecto a cada uno de esos desafíos”, señala Sánchez. Para ello, los alumnos disponen de recursos como las fichas de país del Ministerio de Asuntos Exteriores, The World Factbook de la CIA o el archivo de resoluciones de la ONU, accesible a través de su biblioteca digital.
Claudia Serna, secretaria general de Sekmun y alumna de 2º de Bachillerato de SEK-Ciudalcampo, recuerda cómo en 2023, en su segunda participación, tuvo que representar a la Federación de Rusia en la Asamblea General 1 (de Seguridad Internacional y Cooperación): “Ese año fue cuando empezó la guerra con Ucrania, y era muy difícil encontrar información, porque cuando introducías “Rusia” en cualquier buscador lo primero que salían eran noticias de Ucrania, pero no sobre la posición rusa. Así que me puse a estudiar la historia del conflicto, y pude entender las raíces de ese enfrentamiento y las implicaciones que tienen”.
Durante esa fase, los alumnos investigan para saber cuál es la postura de cada país respecto a los asuntos que se tratarán después, para luego redactarla y defenderla aunque no coincida con su propia opinión al respecto. “Más allá de aprender a investigar y a comunicarte con otros, me llevo un montón de cosas, como poder ponerte en el lugar de una persona que no sos vos y dejar lo emocional y lo que pensás vos de lado”, explica Mora Berthin, una estudiante de 14 años procedente del St. George’s College en Argentina. “Tener que conectarte con algo con lo que no estás de acuerdo me costó mucho, pero estoy empezando a hacerlo y eso hace que mi posición en el comité sea menos personal de lo que yo esperaba”.
Pasión por aprender
“Yo creo que las personas que participamos aquí estamos un poco locas por aprender. Somos un poco frikis, pero es que eso es lo mejor del mundo. A mí me encanta: tenemos nuestra burbujita, nuestra cultura... Al final [adquirimos] un conocimiento base de cómo funciona el mundo, y eso nos da una ventaja frente a los demás”, reflexiona Serna, que planea estudiar Ingeniería Biomédica en una universidad norteamericana a partir del curso que viene.
Como secretaria general, su rol ha sido muy diferente al de años anteriores, convirtiéndose en la imagen y el contacto de Sekmun frente a los colegios invitados y, durante el encuentro, estar pendiente de que todo saliera bien y solucionar cualquier posible problema, como fue reubicar a un delegado de Estados Unidos que estaba en un comité en español, “porque quería aprender a dominar un poco más la lengua, pero luego se dio cuenta de que eso le superaba, porque tenemos a gente con muchos acentos y hablamos superrápido”, recuerda. “Cada viernes me reunía con Guadalupe (Sánchez) en su despacho y trabajaba en comunicación y gestión... He formado parte de la organización de un evento de 500 personas con 17 años, es que es un poco flipante, ¿sabes?”
Algunas de las historias de estos alumnos son una muestra muy clara de ese compromiso por aprender al que se refiere Serna. Es el caso, por ejemplo, de Dina Ben Yahia, una estudiante tunecina de 17 años procedente de un centro escolar suizo y que consiguió venir a Sekmun como delegada a pesar de las dificultades para comunicarse (especialmente en otro idioma) que le acarrea el hecho de haber nacido sorda. O de Kiara Elena Rincón, de 18 años y procedente del colegio San José de las Vegas, en Medellin (Colombia), y que en los últimos seis ha sido paje, delegada, presidenta de comisión y secretaria general en diversos modelos de Naciones Unidas.
Rincón fue delegada de la Asamblea General 1, donde discutieron el impacto que tiene en las naciones el tráfico ilícito de armamento y cómo podían llegar a solucionarlo por medio del desarme y otras dinámicas. “Yo creo que los modelos ONU le entregan a uno como una carpetica llena de habilidades para uno poder usar más adelante: uno aprende cómo hablar en público, a ponerse en pie, improvisar (porque uno ha de formular argumentos supremamente rápido), a adaptarse a unas estructuras y seguir unas normas... pero también uno a cómo llegarle a los demás y a hablar desde una posición muy profesional”, esgrime.
Dina Isho, estudiante de 18 años del instituto público de Secundaria BASIS Mesa, en Arizona (EE UU), tuvo que trabajar duro para poder acudir a Madrid con sus ocho compañeros. Y es que tuvieron que recolectar fondos para costearse el viaje, e incluso cuando consiguieron el dinero estuvieron a punto de quedarse fuera, porque el cupo ya se había llenado: “Vendíamos burritos dos veces al mes, hasta el punto de que llegábamos a la escuela oliendo a comida; e incluso vendimos galletas (...). Un día estaba mirando la web y vi un aviso que decía que la inscripción estaba cerrada. Inmediatamente les escribí un correo a Claudia y Guadalupe, que fueron muy amables y nos ayudaron”.
No hay que ser un genio para darse cuenta, con un rápido vistazo a las últimas noticias de un día cualquiera, del valor incalculable que tiene promover entre los jóvenes iniciativas educativas que resalten el valor del diálogo, la empatía, el pensamiento crítico, la negociación y la diplomacia como formas pacíficas de resolver los conflictos. Ellos, desde luego, lo tienen claro; ahora les toca dar ejemplo a los mayores.
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