El recorte de plazas de Ryanair alerta a una docena de aeropuertos con alta dependencia de la ‘low cost’
La irlandesa tiene una fuerte cuota de mercado en Murcia, Zaragoza, Girona, Reus, Santander, Vitoria o Santiago


La aerolínea con mayor actividad en los cielos españoles, Ryanair, vuelve a la carga con nuevos ajustes de capacidad. Esta vez son para la temporada de invierno (de finales de octubre a finales de marzo) y tienen en vilo tanto al gestor aeroportuario Aena como al Ministerio de Transportes, distintas comunidades autónomas y ayuntamientos. Las alarmas se han encendido en al menos una docena de aeropuertos, todos ellos regionales y expuestos a la inminente decisión de la irlandesa. Se trata de infraestructuras con fuerte dependencia de los vuelos de este actor clave para el turismo.
La presencia de la low cost se ha hecho imprescindible en Murcia (49,4% de cuota de mercado por operaciones entre enero y julio), Girona (64,5%) o Reus (42,6%). También tiene importantes posiciones en Vitoria (15,8%). Los cuatro sufrirían con un recorte de plazas ante la escasez de competidores. Es previsible que el palo se repita en los siete aeropuertos en que Ryanair ya ha rebajado su oferta en la presente temporada de verano: Santiago (34,5% de cuota por operaciones en los siete primeros meses), Santander (40,9%), Zaragoza (26,4%), Asturias (5,9%), Vigo (3,3%), Valladolid (2,1%) y Jerez. De estos dos últimos ha desaparecido en los últimos meses.
El consejero delegado de la compañía, Eddie Wilson, anticipó la semana pasada que no habrá bisturí, sino un tijeretazo que se aproximará al millón de asientos respecto a los operados, de entrada o salida en España, en la temporada invernal 2024-2025. El anuncio definitivo se producirá este miércoles en Madrid, cuando se dará a conocer la lista de ciudades afectadas. “Vamos a invertir donde podamos obtener un retorno”, advirtió el ejecutivo en una entrevista concedida a Europa Press. Wilson se quejó una vez más de la “indiferencia” del Ejecutivo español ante el excedente de capacidad en las infraestructuras regionales. Y es que Ryanair pide mejoras tarifarias, que no le han sido concedidas, a cambio de mantener e incluso incrementar su oferta.
El golpe previsto a la conectividad aérea en distintas provincias promete ensanchar la brecha ya existente en las relaciones de la compañía irlandesa con el Gobierno. Fuentes al tanto de la situación explican que no hay comunicación entre las partes tras los fuertes desencuentros de primeros de año: “La empresa no ha mantenido contacto con Aena, tampoco con el Ministerio de Transportes, antes de presentar su producción de invierno a la baja en aeropuertos regionales”. Ryanair, que fue calificada en enero de chantajista desde Aena, viene amenazando reiteradamente con bajar posiciones en aeropuertos secundarios por las tarifas que cobra el gestor aeroportuario y la falta de nuevos incentivos al tráfico aéreo.
La dirección que encabeza Eddie Wilson reclamó el año pasado un respaldo para sus operaciones que el Gobierno tildó de descabellado. El ministro de Transportes, Óscar Puente, desveló el pasado mes de febrero en el Congreso que había rechazado un plan de desarrollo de la irlandesa en 14 aeropuertos regionales. Puente se refirió a las peticiones como “disparatadas”, entre ellas la reversión del alza tarifaria del 4% decidida en 2024 para toda la red. También los descuentos del 50% en las tarifas para el tráfico que cualquier compañía sea capaz de mantener, y del 100% sobre el volumen de pasajeros que suponga crecimiento. Las rebajas eran exigidas por Ryanair durante siete años, al tiempo que reclamaba ayudas públicas a entidades locales y Comunidades Autónomas.
Una vez que el Gobierno cerró la puerta a las expectativas de la aerolínea, y con el gestor aeroportuario proponiendo una subida del 6,6% en las tarifas de 2026, la irlandesa reacciona moviendo capacidad hacia otros aeropuertos mayores dentro de España e incluso a otros mercados que considera más competitivos: Italia, Suecia, Croacia, Hungría y Marruecos.
Por encima de Iberia y Vueling
La presencia de Ryanair en España se traduce en una cuota de mercado del 17,7% hasta la conclusión del mes de julio, con 233.000 despegues y aterrizajes en las pistas de Aena, de un total de 1,32 millones de movimientos. El grupo Iberia y Vueling se reparten un 14,8% y 13,4% de cuota, respectivamente, como segunda y tercera referencia del mercado español.
Además de su posición dominante en numerosas plazas regionales, la compañía más beligerante con Aena (recurre año tras año las tarifas aeroportuarias) también es la primera usuaria de aeropuertos de primer nivel, como los de Alicante (37,2% de cuota por número de operaciones), Málaga (26,3%), Palma (21,3%), Tenerife Sur (22,6%) o Valencia (35,4%). Y es segunda referencia en despegues y aterrizajes en Barcelona-El Prat (15,5%) y la cuarta en Madrid-Barajas (10,1%).
La última decisión de esta aerolínea, sistémica para el transporte aéreo en España, ha sido la referida salida de Jerez y Valladolid durante la temporada de verano (entre final de marzo y final de octubre). Además, redujo el número de asientos ofertados en Vigo (-61%), Santiago (-28%), Zaragoza (-20%), Asturias (-11%) y Santander (-5%). Pese a ello, se reforzó en puntos estratégicos para el viajero de ocio, como Madrid, Barcelona, Alicante, Málaga o Palma.
Una vez ejecutado lo que el Gobierno entendió como un desplante, la mayor low cost europea ha mantenido un peso superior al 10% de las operaciones en 19 aeropuertos de la red de Aena; tiene más de un 20% en una docena de ellos, y en siete infraestructuras atesora más del 35% de los vuelos. España es, tras Italia, es el segundo mercado por ingresos del gigante aéreo.
En el entorno de la compañía dan por seguro que Eddie Wilson y el consejero delegado del grupo Ryanair, Michael O’Leary, no se van a dar un tiro en el pie. La aerolínea sí reforzará posiciones en rutas rentables y de alta demanda en la temporada baja. Parece protegida su presencia en Madrid, Barcelona, Málaga, Alicante, Sevilla, Valencia y en los aeropuertos canarios y baleares. Para el resto no hay garantías.
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