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El Eurogrupo relanza un plan para completar la unión bancaria en varias fases

Los ministros de Finanzas europeos examinan alternativas para revitalizar el proyecto que sigue incompleto desde que se puso en marcha en 2012

Manuel V. Gómez
Eurogrupo
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni (en el centro), y el presidente del Eurogrupo, Pascal Donohoe.JULIEN WARNAND (EFE)

El Eurogrupo se ha propuesto desencallar la unión bancaria y completarla de una vez. Su presidente, Paschal Donohoe, lleva tiempo empeñado en una tarea que, en teoría, debe culminarse con algún tipo de seguro de depósitos para los clientes y las entidades de la zona euro que equipare los riesgos en caso de quiebra bancaria. El camino no va a ser fácil, como admite el propio Donohoe, de ahí que el plan que ha presentado este martes a sus colegas, los ministros de Finanzas de la zona euro más los del resto de Estados miembros de la UE, contemple plazos muy largos y siempre esté supeditado a que haya consenso no solo sobre el proyecto final, sino en cada uno de los pasos que se vayan dando. “Sigue siendo un proyecto muy complejo técnica y políticamente”, ha admitido el también ministro de Finanzas irlandés al acabar de este martes.

De las tres patas que debería tener la unión bancaria, que arrancó en 2012, dos ya están en marcha: la vigilancia de las entidades bancarias recae en un órgano compartido, el Mecanismo Único de Supervisión, dirigido por el BCE, y una herramienta de resolución y/o liquidación de entidades, el llamado Mecanismo Único de Resolución. Pero a esta estructura le falta una tercera rama: un sistema de garantía de depósitos. “Lo hemos intentado antes durante una década y nunca hemos conseguido un acuerdo”, ha recordado Donohoe.

Sin esta última, hay una clara asimetría en la zona euro: hay una inspección compartida con criterios comunes, pero no se comparten los riesgos, con lo que si llega una crisis financiera grave como la de la pasada década, la amenaza de que se cuartee el área monetaria es grande. O visto desde el otro lado de la moneda, como ha hecho el presidente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Klaus Regling, al señalar que ayudaría “a evitar la fragmentación financiera”. Antes, ha explicado que cerrar el círculo de la unión bancaria ayudaría a “aumentar el potencial de la economía europea”.

Reticencias de Alemania

Pero estas ventajas no han sido hasta ahora motivación suficiente para que los países del área euro se pongan de acuerdo. Hay dos frentes claros. Uno lo lidera Alemania que, en línea con su tradicional aversión a mutualizar riesgos, se resiste a crear esa garantía de depósitos común y pone sus condiciones. Una de ellas ha sido que se limite la cantidad de bonos soberanos que los bancos pueden comprar de su propio país y cuente menos para medir su capital o que las aportaciones de las entidades a ese seguro de depósitos sea mayor si la calidad del título de deuda pública es más baja. E Italia por ahí no pasa. Aunque tampoco España es partidaria, en este punto es Roma la que más pelea. Aquí lleva encallado el proyecto desde hace años y aquí vuelve a aparecer el escollo: “Ellos [en referencia a los ministros de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, e Italia, Daniele Franco] han sido claros y han pedido más trabajo y más esfuerzos en estos dos puntos, que es exactamente lo que yo esperaba”, admitió Donohoe.

Y como sospechaba lo que iba a pasar, porque ya lo sufrió el año pasado, esta vez Donohoe ha cambiado su estrategia. Para empezar, le ha dado un perfil mediático más alto que en 2021, cuando constató que no había mimbres para llegar a un punto común. Tampoco se logró en 2019, aunque entonces el fracaso fue a cargo de su predecesor, el portugués Mario Centeno. En diciembre pasado, el Consejo Europeo volvió a ponerlo en la agenda y el irlandés reemprendió la tarea visitando en sus respectivos países a los ministros de Finanzas de la zona euro —en febrero estuvo en Madrid con Nadia Calviño— para conocer las posturas de primera mano.

Plan de trabajo

Con esto ha diseñado un plan de trabajo, presentado por primera vez este martes, en el que plantea avanzar en dos fases y cuatro líneas de actuación. Ese avance en dos fases y de plazos largos asegura en todo momento la participación política de los países y que estos puedan echar el freno si no les convence lo que ven. “Habría un checkpoint político entre las dos fases y este checkpoint es un momento importante. Primero daría una garantía a los Estados miembros para evaluar si se dan las condiciones para pasar a la siguiente fase y evaluar la forma en que se aplicarían las medidas adicionales basadas en principios que ya están incluidos en el plan de trabajo”.

En las cuatro líneas de trabajo, por su parte, destacan dos: las ya citadas sobre el seguro de depósitos y los bonos soberanos. Para la primera, la propuesta de Donohoe consiste en comenzar por habilitar líneas de liquidez para los fondos de garantía nacionales por si, llegado el caso de que tengan que salir al rescate de los depositantes (que en la eurozona tienen garantizados 100.000 euros en caso de quiebra del banco), se quedan sin recursos. Después, en la segunda fase, se crearía un reaseguro que permitiría mutualizar el riesgo. “No todo, una parte”, matizan fuentes comunitarias.

La homogeneización de los criterios de resolución o liquidación de entidades es otra de las líneas planteadas en el plan de trabajo. En teoría, esto debería estar ya resuelto al crearse el Mecanismo Único de Resolución, pero, como se ha visto en estos años, requiere aclaraciones. El caso del Banco Popular, única vez que ha intervenido hasta ahora este instrumento hasta que ha llegado la guerra de Ucrania, y lo sucedido con la banca mediana en Italia, que ha sido rescatada por Roma, sirven como ejemplo de por qué se necesita más homogeneidad. La última de esas líneas de actuación atañe a establecer normas claras para garantizar que los bancos filiales son tratados de la misma forma que la matriz cuando ambas entidades están en la eurozona.

Sobre este mapa de actuación tienen que ponerse de acuerdo los países del Eurogrupo, que ahora debatirán durante semanas a un nivel más bajo que el de ministros (secretarios de Estado y secretarios generales), para ver si es posible fijar un plan de acción definitivo en junio. Si se alcanza, empezará el trabajo de la Comisión Europea, que espera con ansiedad que le encarguen la tarea de redactar las normas que completen la unión bancaria, como ha explicado el comisario de Economía, Paolo Gentiloni: “La Comisión estará lista para redactar las propuestas legales necesarias”.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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