El banco central de Rusia duplica los tipos de interés hasta el 20% ante el descalabro del rublo
La divisa rusa se desploma más de un 30%. Los parqués europeos arrancan la sesión con caídas superiores al 2%. El petróleo se dispara cerca de un 5% por el recrudecimiento de la guerra en Ucrania
La guerra que Rusia ha emprendido contra Ucrania está desestabilizando los mercados financieros internacionales en general y el sistema financiero ruso en particular. La respuesta occidental al ataque de Vladímir Putin ha provocado un primer lunes negro en los mercados rusos sin haber llegado siquiera todavía a aplicar por completo las sanciones anunciadas. El rublo se ha desplomado cerca de un 30% frente al dólar y el euro en el mercado Forex tras el anuncio de las sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos. La decisión de excluir algunos bancos rusos del sistema de comunicaciones interbancario internacional SWIFT y la congelación de las transacciones con el banco central de Rusia ha golpeado al corazón financiero de Moscú.
Para tratar de contener la sangría, el Banco de Rusia ha duplicado los tipos de interés al 20% y ha impuesto límites para evitar la fuga de capitales. El organismo ordenó retrasar la apertura de los mercados bursátiles y suspendió la venta de valores en nombre de no residentes “para garantizar la protección de los derechos e intereses legítimos de los inversores en los mercados financieros”. El regulador financiero ruso ha elevado los tipos de interés del 9,5% al 20% “para asegurar que el incremento de las tasas de los depósitos compense los riesgos de depreciación y de inflación. Esto contendrá la estabilidad de las finanzas y los precios, y protegerá los ahorros de los ciudadanos de la devaluación”, explicó el organismo a través de un comunicado.
La devaluación del rublo afectará al poder adquisitivo de los rusos. Los productos importados se encarecen porque la divisa local es más débil respecto al euro o el dólar. Para tratar de contrarrestar este efecto, el banco central sube los tipos. Sin embargo, esta elevación de los tipos de interés es insuficiente, entre otras cosas porque la máxima autoridad monetaria ha perdido margen de maniobra. La congelación de sus activos en los países que han decidido dar el paso (la UE, Estados Unidos y Canadá) supone que Moscú se queda sin cerca de la mitad de sus reservas para actuar contra las presiones deflacionarias de los mercados. Según la memoria económica el propio banco, esas ascendía a finales de 2020 a unos 640.000 millones de dólares. Pero como explicó el domingo el propio alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, al bloquearle el acceso a estos activos perdía la posibilidad de utilizar al menos la mitad de sus recursos en esta batalla.
Para evitarlo, el Banco de Rusia ha empleado más contramedidas. Entre otras ha intervenido en los mercados vendiendo divisas por más de 84.000 millones de rublos y ha permitido que las entidades rusas usen sin restricciones las dotaciones de capital que tenían que proveerse al conceder préstamos al consumo e hipotecas no garantizadas. Según Interfax, estos “colchones” ante impagos sumaban actualmente unos 733.000 millones de rublos (unos 6.000 millones de euros).
Desplome del rublo
Pasado el mediodía, la moneda rusa se devaluaba de 93 a 114 rublos por euro, y de 83 a 100 rublos por dólar. En el caso del dólar, se trata de una caída récord desde al menos 1993 y en el del euro es el máximo desplome desde al menos 1994. Las transacciones eran muy volátiles en el comienzo de la sesión, y los comerciantes advirtieron que la baja liquidez es lo que dificulta el equilibrio entre compradores y vendedores. El mercado de divisas local ha colapsado por el cuello de botella provocado por la prisa de los inversores para deshacerse de rublos. La depreciación de la divisa rusa comenzó el pasado jueves ante la ofensiva militar lanzada por Rusia en Ucrania. Ese día la Bolsa de Valores de Moscú se desplomó más de un 33%.
“La elevada tasa del banco central desalentará el deseo de llevar a cabo un ataque cambiario, como ocurrió en diciembre de 2014″, explica Antón Prokudin, macroeconomista de la sociedad de inversión Ingosstraj-Investitsi. Aquel año, las sanciones por la guerra del este de Ucrania provocaron “un crecimiento explosivo” del 22% en el tipo de cambio, que saltó de 74 a 91 rublos por euro. “Lo de hoy ha ocurrido probablemente debido al cierre de posiciones cortas en los futuros de divisas. Después de siete días hábiles, el cambio cayó por debajo de los 67 rublos aquel entonces”, agrega el experto.
Sin embargo, a largo plazo el rublo fue deteriorándose y su cotización ha fluctuado estos años en la franja entre 70 y 90 unidades por euro, y lo peor podría estar por llegar para la economía rusa. El analista advierte de que si las exportaciones bajan significativamente, y los presupuestos rusos dependen en gran parte de vender gas y petróleo a Europa, “el tipo de cambio puede superar los 150 rublos por dólar en 2024″, lo que equivaldría a casi 170 por euro con la paridad actual.
Los mercados financieros internacionales no permanecen ajenos al huracán que se vive en el Este de Europa. La mayoría de plazas europeas han iniciado la sesión con fuertes pérdidas en otro lunes negro para los inversores. El Ibex 35, el principal indicador de la Bolsa española, se dejaba un 2,13%. Los principales parqués también han amanecido con pérdidas próximas al 2%. El Dax alemán se deja un 1,88%; el CAC francés, un 2,12% y el Euro Stoxx 50 pierde un 2,3%.
Corte del acceso al SWIFT
El horizonte financiero para Rusia se puede oscurecer más porque la medida más reclamada por Ucrania, el corte del acceso al SWIFT, no está en vigor. Se ha anunciado, pero la complejidad de aplicarla parcialmente está retrasando su puesta en marcha. Cuando se active, Moscú tendrá muchos más problemas para lograr divisa extranjera al cerrarse el acceso de “un cierto número de entidades rusas” al sistema de pagos internacional. Así se dificulta que pueda cobrar sus exportaciones, con lo que se cierra otro grifo que le permita obtener recursos con los que frenar la espiral deflacionista que, a la vez, encarecerá las importaciones, lo que empobrecerá a la población rusa.
Con todo este panorama, la posibilidad de que haya corridas bancarias en Rusia crece y toma cuerpo la amenaza de que se imponga un corralito, como el que sufrieron en Argentina a comienzos de siglo, que consiste en una restricción a los ciudadanos para que dispongan del dinero que tienen ahorrado en los depósitos bancarios.
El Banco Central Europeo ha advertido este lunes a primera hora de que la filial europea de la entidad rusa Sbersbank, con sede en Austria, está en una situación de “posible quiebra” y junto a ella dos de sus filiales en Croacia y Eslovenia. Esta situación ha llegado por “el deterioro de su posición de liquidez” tras una “significativa pérdida de depósitos como resultado del impacto en su reputación por las tensiones geopolíticas”, apunta la entidad de Fráncfort. El grupo Sbersbank es uno de los mayores bancos rusos y el 50% de sus acciones más una son propiedad del Estado, lo que le da la mayoría de control en su capital.
El anuncio de las sanciones a Rusia ha llevado a las agencias de calificación crediticia a situar la calidad de la deuda rusa en el nivel del bono basura. Standard & Poor’s redujo el viernes la nota rusa de -BBB a -BB, y esto supone que Rusia deberá pagar una prima de riesgo mayor por financiarse en el exterior. En cualquier caso, esta es la menor de las preocupaciones del Kremlin. Los estadounidenses tenían prohibido adquirir nuevos bonos rusos en dólares desde la anexión de Crimea en 2014 y la deuda pública rusa apenas ronda el 18% de su producto interior bruto, según los datos de Statista.
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