La arenga de Calviño a la empresa familiar
La vicepresidenta resalta su confianza en el tejido productivo nacional y busca la complicidad de los empresarios para que apoyen el consenso político
El pasado martes la empresa familiar celebró su XXIII Asamblea Anual y contó con la presencia de la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Nadia Calviño. Suele ser habitual que un alto representante del Gobierno (en ocasiones ha sido el presidente) asista a los actos de este colectivo tan importante en el tejido productivo del país (60% del PIB, 70% del empleo y 90% de las empresas). Y, como también suele ser habitual, el presidente de turno del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), en este caso, Marc Puig (tercera generación de la multinacional de perfumería que preside), le lanzó las reivindicaciones empresariales: no subir impuestos, consenso para el Plan de Recuperación que permita “un entorno favorable para la inversión público-privada” e igualdad con los vecinos europeos. “Siento decir que no hemos estado históricamente a la altura y tampoco lo estamos ahora”, resaltó Puig, que dejó botando el balón para que Calviño entrara a rematar con soltura y ganas.
Tras desgranar las prioridades del Ejecutivo y reconocer los desequilibrios que arrastra la economía, se desató y aprovechó para arengar a las cuatro decenas de empresarios presentes en el Casino de Madrid y los muchos que estuvieran conectados telemáticamente (la prensa lo siguió también en remoto). Esta vez, no fue el discurso institucional de complacencia. Calviño fue al grano y buscó la complicidad de los empresarios. “Tenemos que articular y diseñar los instrumentos idóneos para el despliegue de las inversiones. Es un trabajo en curso para el que están sirviendo mucho las manifestaciones de interés que se han recibido. Ha habido una respuesta impresionante, reconozco que no pensaba que se iban a recibir tantas. Eso demuestra que hay un ecosistema vibrante, activo, que quiere participar”, manifestó.
Sin elevar el tono, prosiguió: “Tengo confianza plena. Tenemos un tejido productivo muy sólido, grandes empresas líderes en sus ámbitos de actuación (muchas están aquí) y un ecosistema de pymes que compiten sin complejos en el mundo, empresas que después de la crisis financiera se han movilizado y han encontrado sus nichos de mercado en el mundo. Es una base muy sólida sobre la que podemos construir esa colaboración público-privada”.
No se amilanó. Entró en un terreno que le gusta, Europa, y apuntó, además de a la inteligencia, al corazón de los empresarios: “Yo me siento orgullosa de las empresas de mi país. Y creo que es muy importante que tengamos autoestima y que nos demos cuenta de los muchos activos que tiene España. Creo que no tenemos que caer en ese riesgo tan de los españoles de autoflagelarnos, de sentirnos menos que los demás y, constantemente, estar poniendo como ejemplos a países de los que, francamente, no tenemos nada que envidiar. De la misma manera que yo me dedico a decir lo bueno que hay en mi país, lo magnífico que es el tejido productivo de mi país, lo orgullosa que estoy de las empresas de mi país, creo que todos tenemos que ser conscientes, mirar alrededor y no pensar siempre que la hierba es más verde en el país de al lado, porque además no es cierto. Lo dice una persona que tiene capacidad y muchos años para haber podido ver qué es lo que han hecho otros países”. “Yo creo que esa autoestima…”, se detuvo y continuó: “Levantemos nuestro ánimo y no nos sintamos menos que los demás porque no lo somos”.
Calviño invitó a leer el Plan de Recuperación a fondo y “no quedarse en los titulares interesados que no reflejan en absoluto la aproximación responsable y prudente que está teniendo el Gobierno desde el primer momento”. Dejó el asunto del consenso para terminar: “Se trata de un plan de país a largo plazo que requiere del concurso de todos. He presentado este plan a los grupos políticos y a expertos económicos y nadie tiene ideas contrarias. Creo que debería contar con un amplio acuerdo de las fuerzas políticas, porque de verdad no he escuchado nada que me lleve a pensar que no estarían de acuerdo”.
“Así que recojo el guante y lo vuelvo a lanzar para que toda la capacidad que tienen ustedes de interlocución sirva para que el resto de los grupos políticos sean conscientes de la necesidad de tener una aproximación constructiva. Más allá de los intereses particulares o de corto plazo, darse cuenta de que en Europa nos están mirando, que tenemos que explicar muy bien lo que queremos hacer”. “Para eso tenemos que remar todos en la misma dirección y lanzar el mensaje de coherencia de una visión de futuro positiva, de confianza, que es la que nos puede sacar adelante”, concluyó.
La escuchaba de forma presencial una pléyade de empresarios familiares, con mucho peso. Además de Marc Puig, estaban Francisco Riberas (Gestamp), Juan Roig (Mercadona), Ignacio Osborne, Simón Pedro Barceló, Rafael del Pino (Ferrovial), Jorge y Andrés Sendagorta (Sener), Sol Daurella (Coca-Cola), Jorge Cosmen (Alsa), Clemente González Soler (Alibérico), Juan March de la Lastra (Grupo March), Miguel Abelló (Torreal), Vicente Boluda, Fernando Rodés (Havas Media), Joaquín Uriach (Laboratorios Uriach), Alfonso Solans (Pikolín), Carmen Riu (Hoteles Riu), Alfonso Sesé, Ignacio Ferrero (ex Chupa-chups), Clemente Loriente, Eloi Planes (Fluidra) y Javier Ormazábal (Velatia), entre otros.
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