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‘Filomena’ da el golpe de gracia al año más negro del comercio

El sector teme miles de cierres y empleos perdidos tras la gran nevada y el desplome de ventas durante la pandemia, que impactó sobre todo en el textil y las pequeñas tiendas

Javier Salvatierra
En la zapatería Lobo de Madrid han perdido casi la mitad de las ventas.
En la zapatería Lobo de Madrid han perdido casi la mitad de las ventas.David G. Folgueiras

Una semana después de la gran nevada, a excepción de un pasillo paleado por el frutero vecino, hay que trompicar por montones de nieve para acceder a Abalorios, la pequeña boutique de moda y accesorios de Canela Recio, en Alcobendas, al norte de Madrid. La “hecatombe” del temporal le ha arruinado la primera semana de las rebajas de invierno, clavando la puntilla a un año, el 2020, “de pena”, dice, negro como nunca para el comercio minorista, en el que ha perdido el 55% de sus ventas. Da incluso pudor entrar a la tienda a hacerle unas preguntas y no a comprar. Con la nieve aún a las puertas, la pandemia se abate por tercera vez contra su escaparate y amenaza con nuevas restricciones. Sin más ayuda que la concedida a los autónomos y tras haber renegociado el alquiler de su local, está en la cuerda floja. “Otro cierre [forzoso] y me quedo en casa”.

La situación de Candela es un ejemplo entre miles. La pandemia de coronavirus ha dejado en los huesos a buena parte del comercio minorista. Se salva la alimentación y algo el equipamiento del hogar, pero la moda o la cosmética están hundidos. “El crecimiento de algunos sectores, como la alimentación, el hogar o la electrónica, no es suficiente para el comercio en su conjunto”, señala Javier Millán-Astray, director general de Anged, la patronal de las grandes superficies. Esta asociación calcula una caída media del 9,5% sobre una facturación total de 245.000 millones (2019). Los más de dos meses de cierre de todo comercio no esencial fueron un severo primer golpe difícil de levantar. Luego, tras el verano, los rebrotes, las nuevas restricciones, el miedo del consumidor a meterse en espacios cerrados y la crisis económica han hecho el resto. Si algo faltaba, Filomena vino a sepultar las rebajas de invierno, enésima última esperanza para muchos negocios.

Fachada de la tienda de ropa Abalorios, en Alcobendas (Madrid).
Fachada de la tienda de ropa Abalorios, en Alcobendas (Madrid).Javier Salvatierra Rojas

El resultado, a enero de 2021, es sombrío. El índice de comercio minorista que elabora el INE registró en noviembre (-4,3%) el noveno mes consecutivo de reducción del negocio. Desde los desplomes de marzo (-14,5%), abril (-31,6%) y mayo (-18,9%), las cifras han remontado, pero a noviembre la caída acumulada se acerca al 8%. Pero si se pone la lupa afloran grandes diferencias.

La moda es, seguramente, la más afectada. “Una catástrofe inmensa”. Se le agotan los adjetivos a Eduardo Zamácola, presidente de la patronal del comercio textil Acotex. La asociación cifra la caída de ventas en el 40%, algo por encima del 31,8% que registraba el INE en noviembre para el negocio del equipo personal (ropa, calzado y complementos). Tras el verano, hubo una especie de efecto champán, un estallido de demanda estancada, efímero, anticipo de un segundo semestre “a peor” que ni el Black Friday levantó. “La gente no se compra ropa que no va a lucir”, resume sobre las restricciones de movilidad y reunión. Solo mantienen el tipo la ropa deportiva y la de andar por casa, mientras que la de noche o eventos no encuentra suelo. “Algunos han perdido el 80-90% de su negocio. ¿Quién se hace un traje o un vestido de noche estos días?”, se pregunta.

Cascada de cierres

Acotex calcula que un 25% de los comercios textiles han echado el cierre, tal vez definitivamente. Pueden llegar al 50% “si seguimos así seis meses más”. “Como no se habiliten ayudas para salvar empresas, en semanas podemos asistir a una cascada de cierres”, tercia Pedro Campo, presidente de la Confederación Española de Comercio, la patronal de las tiendas pequeñas, que en septiembre calculaba que han cerrado un 15% del medio millón de comercios de proximidad de España. “Si desaparece el comercio, los barrios se convierten en guetos”. “Sin tiendas, las calles se convierten en oscuras, vacías y peligrosas”, abunda Zamácola.

No se plantea el cierre de momento Alejandro Blázquez, propietario de la centenaria zapatería Lobo, en Madrid. Probablemente, porque no tiene que pagar el alquiler de su local, que abrió su bisabuelo en 1897. Pero su tienda ha perdido un 45% del negocio: aunque su mayor fuente de ingresos son las alpargatas y el verano fue bien, un 30% de los ingresos viene del turismo y otro pellizco, de calzado especializado, como el de ballet o danza, muy mermado tras los rebrotes de verano. La venta online se ha disparado un 70%, “bienvenida sea”, pero no llega a compensar.

ERTE y despidos

”En el confinamiento no estaba seguro de que pudiésemos sobrevivir. Hemos llegado dignamente a fin de año, pero nos hemos dejado algunos pelos en la gatera”, resume. Le pasa lo que a Candela en su boutique, que tuvo que tirar de sus propios fondos para afianzar la liquidez de la tienda. Tiene un préstamo del ICO e hizo un ERTE en el confinamiento para sus seis empleados. Sus seis refuerzos habituales del verano se quedaron en tres y con los rebrotes de octubre dos volvieron al ERTE, figura en la que estaban, al cierre de diciembre, 56.435 trabajadores del comercio. El sector contaba ese mes con 2,4 millones de afiliados, un 3,4% menos que un año antes.

Ahora se le presenta un problema difícil. Al haber aprovechado la figura del ERTE por fuerza mayor, no puede despedir, so pena de devolver las bonificaciones a las cotizaciones que ha recibido. Zamácola hace hincapié. “Quitémonos la venda de los ojos, con un 40% menos de ventas, tengo que poder ajustar plantilla y necesito ayuda para indemnizar, porque no tengo capital para despedir”, explica, pidiendo la intervención estatal con el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa). Campo pide ayudas a fondo perdido y califica de “broma” el plan del Gobierno de ayuda al comercio y la hostelería, valorado en 4.200 millones, cuya medida estrella son reducciones a los alquileres.

El pronóstico de los empresarios: "Este año nos lo comemos"

La vacuna contra la covid-19 es la gran esperanza del comercio para 2021. “Si es rápida, será un factor clave”, señala Millán-Astray (Anged), pero cree que lo fundamental es preservar el empleo. “Si hay empleo, hay consumo”, espera. También apunta al turismo, cuya evolución dependerá del ritmo de vacunación. Un proceso que para Zamácola (Acotex) “es tan lento que la esperanza se vuelve recaída”.

Por eso los empresarios dejan el optimismo para el segundo semestre mientras que ahora, la magnitud de la crisis tiñe el pronóstico de incertidumbre. “Habrá que ver cómo llegamos a julio, estamos agotados física y empresarialmente”, dice Zamácola. Pedro Campo (CEC), va en esa línea. “En verano puede estar dominada la pandemia, pero una situación normalizada no la veo antes de fin de 2021. Este año nos lo comemos”.

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