Andrew McCaffery: “Este año, ganar entre un 3% y un 5% ya sería un buen resultado”
"¿Tienen la misma visión otros gestores? ¿Qué le dicen?” Al terminar la entrevista y mientras se organiza la logística para la sesión de fotos, Andrew McCaffery (Welwyn Garden City, Reino Unido, 1963) quiere saber qué opinan sus colegas sobre los mercados financieros. Es el director global de inversión (CIO, por sus siglas en inglés) de Fidelity International, que aglutina en negocio de la gestora de Boston fuera de EE UU. Con una experiencia de más de 30 años en la industria de la inversión —ha trabajado también en Aberdeen, BlueCrest y UBS— tiene la última palabra sobre los 410.000 millones de dólares (379.629 millones de euros) en activos bajo gestión de la firma. El encuentro tuvo lugar a mediados de enero en la Fundación Rafael del Pino de Madrid, justo después de una reunión que mantuvo con clientes españoles. Entonces no había estallado el caso del coronavirus por lo que semanas después se actualizó la entrevista con una pregunta, que se añade al final, para conocer la opinión de McCaffery sobre el impacto en la Bolsa de esta crisis sanitaria.
Pregunta. ¿Qué se puede esperar de la economía mundial en 2020?
Respuesta. Algunos indicadores adelantados sugieren que la economía mundial se está estabilizando después de la desaceleración del pasado año. Sin embargo, las tasas de crecimiento son aún débiles por lo que no se puede hacer un análisis complaciente. Todavía hay muchos riesgos activos. Creo que el escenario es más complicado en EE UU que en el resto de países. Los estímulos fiscales y monetarios han permitido que la economía americana no se frene de forma más brusca. Sin embargo, los efectos de esto estímulos se van diluyendo en un año, además que es electoral. Mientras la confianza de los directivos empresariales cae y también se reduce la actividad de las empresas de tamaño medio y pequeño, el consumo de los hogares aguanta.
P. ¿En qué medida pueden afectar las elecciones al mercado?
R. Es una pregunta difícil de responder porque está relacionada con las expectativas de los inversores americanos. Las valoraciones de los activos son elevadas gracias a que las políticas monetarias expansivas se van a mantener. El sentimiento de los inversores, que ahora es optimista, se va a poner a prueba cuando los efectos de los estímulos se vayan diluyendo en un contexto en el que la Reserva Federal tiene poco margen de maniobra.
P. En este contexto, ¿cuál sería la distribución de activos más inteligente?
R. Creo que por primera vez en muchos años, la hegemonía de la Bolsa estadounidense se pone en cuestión por ese menor crecimiento potencial de la economía, mientras en otras áreas geográficas las tasas de actividad son mayores y los estímulos tienen más efecto. Por eso hemos infraponderado desde principios de año la renta variable estadounidense. Desde el punto de vista del riesgo de la cartera, apostamos por un sesgo más neutral, no tan orientada a Bolsa. En renta variable vemos más potencial en las denominadas compañías ‘valor’ después de un largo periodo de peor comportamiento relativo frente a las acciones de crecimiento. En el caso de la renta fija, vemos dificultad en la deuda de los países desarrollados para ofrecer rentabilidades significativas. En cambio, apostamos por la deuda asiática más que nada porque sí te remuneran por el riesgo que asumes. Por otro lado, hay que seguir la inflación. Si repunta, las emisiones ligadas al IPC son baratas y sería buena idea tener cierta exposición. Por último, estamos en un momento donde conviene acumular algo de liquidez en la cartera para preservar el capital.
P. ¿Por qué prefiere las inversiones value?
R. Las empresas de crecimiento han subido mucho estos años. Si uno observa el índice S&P 500 las cinco mayores compañías, todas de tecnología, aportan el 80% del valor del índice y en torno al 40% de los ingresos. Dependiendo de quién gane las primarias en el Partido Demócrata podría reactivarse un debate en torno a la necesidad de una mayor regulación y cambios fiscales, algo que afectaría sobre todo al sector tecnológico.
P. Un inversión con un perfil moderado, ¿con qué rentabilidad se podría conformar en 2020?
R. Es un año complicado y resulta difícil dar una cifra. Venimos de una década que ha sido de las mejores del último siglo en cuanto a ganancias para los inversores. Creo que es difícil que veamos rentabilidades de dos dígitos en 2020. Lograr entre un 3% y un 5% yo lo consideraría un buen resultado. El problema es el juego de expectativas. Hay mucha gente para la que ese resultado es demasiado bajo. O resetean sus objetivos o será un año difícil para ellos.
P. ¿Es importante para Fidelity la inversión basada en los dividendos que pagan las empresas?
R. Sí, es un aspecto relevante para nosotros. Eso sí, la clave es saber elegir. Hay que tener cuidado con los cantos de sirena en las rentabilidades por dividendo. La realidad te demuestra que muchas veces los réditos son demasiado buenos para ser reales. Por lo tanto, la clave en una estrategia de inversión basada en el dividendo es buscar compañías de calidad cuya capacidad de remuneración al accionista sea sostenible.
P. ¿Es posible proteger una cartera de inversión frente al riesgo geopolítico?
R. Se intenta, pero es difícil. Hay que cubrirse ante riesgos reales y también dede otros que aún no se han materializado. El mercado hoy es más vulnerable a cambios en el escenario geopolítico porque la visión en general es más optimista que hace unos meses. El principal riesgo a cubrir es la volatilidad, que podría repuntar a medio plazo. En un momento de miedo, la gente suele deshacerse primero de los activos más sobrevalorados.
P. A medida que el ciclo económico quema sus últimas etapas, ¿es partidario de invertir en activos alternativos?
R. Sí, y creo que esta estrategia no tiene que ver solo con el cambio de ciclo económico, sino con cambios estructurales. En los últimos años se ha captado más financiación en los mercados privados que en los públicos. Muchas compañías generan más valor antes de cotizar en Bolsa. Por lo tanto, hay que tener en cuenta activos como las infraestructuras o ciertas emisiones de deuda corporativa. La oportunidad es enrome pero tienes que saber cómo funcionan estos activos, con una liquidez menor.
P. Un factor con el que nadie contaba es el coronavirus. ¿Qué impacto puede tener esta crisis sanitaria en el mercado?
R. Es aún pronto para saber el impacto. En un primer momento las Bolsas reaccionaron con fuertes caídas, sobre todo en sectores como turismo, aerolíneas y materias primas. Sin embargo, el Gobierno chino reaccionó rápido con una inyección de liquidez. Los inversores apuestan porque se reducirá el ritmo de contagio y que este contratiempo será menor al del SARS gracias a las medidas del Gobierno. Aún así, habrá un impacto en el crecimiento del primer trimestre. Otro escenario es que la propagación del virus sea mayor a lo que se ha dicho. El pasado año, 160 millones de chinos viajaron fuera del país mientras que cuando surgió el SARS los desplazamientos exteriores apenas llegaban a 30 millones. Las relaciones comerciales entre China y África también han aumentado mucho en estos años, y puede haber casos de contagio en el continente africano que todavía no se han detectado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.