Fondos europeos: una oportunidad de transformación
El acuerdo al que han llegado los 27 países de la Unión Europea es el hecho histórico más importante desde el euro
La economía global se enfrenta a una crisis sin precedentes, no sólo por los problemas de salud sino por las consecuencias económicas de la pandemia. Las estimaciones de crecimiento mundial previstas para 2020, según el FMI (junio), suponen una caída del PIB global del 4,9% y del 8% para las economías avanzadas, siendo el 10% en la eurozona y el 12,8% para España e Italia. En consecuencia, la deuda pública mundial ha alcanzado su nivel más alto jamás registrado, hasta más del 100% del PIB mundial, por encima del máximo alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial. Esta situación ha exigido una respuesta colectiva por parte de los poderes públicos, tanto desde el punto de vista fiscal como monetario. El paquete fiscal masivo de cerca de 11 billones de dólares en todo el mundo no es suficiente, si no viene acompañado de una política monetaria que mantenga bajos los tipos de interés, y la reacción de los bancos centrales ha sido contundente.
Las Bolsas mantuvieron su rango de crecimiento llegando a máximos el 14 de febrero de 2020. De hecho, los índices americanos rozaron máximos históricos, siendo inmunes a las noticias que llegaban de China. La reacción tras la declaración de la situación de pandemia provocó profundas caídas en casi todos los índices, que llegaron a perder en la mayoría de casos el 35%, alcanzando el mínimo el 20 de marzo de 2020.
Estados Unidos, con la vista puesta en las elecciones de noviembre, puso en marcha desde comienzos de marzo un programa de medidas que suman más de tres billones de dólares y que podrían llevar su déficit presupuestario al 16% y su ratio de deuda sobre el PIB a más del 120%, en relación con el 94% de 2019. La Reserva Federal está preparada para intervenir en el mercado para comprar tanta deuda como sea necesaria para evitar la subida de los tipos de interés y apoyar la recuperación económica.
El acuerdo alcanzado el pasado martes por los 27 países de la Unión Europea por unanimidad, creando un fondo de reactivación dotado con 750.000 millones de euros y un marco financiero para 2021-2027, por un importe de 1,074 billones de euros, para paliar los daños económicos de la covid-19, es quizás el hecho histórico más relevante desde que se acordó la moneda única y, para algunos líderes, puede ser un anticipo de una senda hacia la unión fiscal. El BCE está comprometido a mantener una política monetaria expansiva y las compras directas de activos están ayudando a mantener los diferenciales de deuda en niveles mínimos.
China fue el primer país en entrar y el primero en salir del confinamiento, de hecho, comenzaron a reabrir la economía gradualmente desde el 10 de febrero de 2020. Las autoridades chinas desplegaron una política monetaria y fiscal sin precedentes destinada a garantizar el nivel de empleo y el consumo de los hogares. El éxito en controlar la propagación del virus y las medidas de estímulo implantadas están consiguiendo que la situación de su economía se acerque a los niveles anteriores a la crisis.
Las Bolsas parecen inmunes a la situación de pandemia y están reaccionando impulsadas por las políticas monetarias y fiscales. De hecho, las Bolsas americanas están en máximos y el Nasdaq por encima de su valor histórico. En Europa la situación se ha estabilizado para el Eurostoxx50 y el DAX alemán, con diferencias en torno al 12% del máximo valor de febrero; el Ibex35 español todavía soporta un 25% de caída y el CAC 40 francés o el FTSE MIB italiano o FTSE 100 de Reino Unido están a menos 18% de distancia respecto a sus máximos anuales de principios de año.
Puede haber una desconexión entre la euforia de los mercados financieros por los estímulos y la evolución de la economía real. Un tema relevante es la divergencia entre los grandes valores tecnológicos y el resto del mercado, de ahí el crecimiento tan agresivo del Nasdaq.
Todos los sectores relacionados con temas de futuro como: energías renovables, movilidad futura (coches eléctricos), tecnologías digitales, transformación de industrias de la salud y educación, inteligencia artificial, adaptación de las ciudades a los nuevos estilos de vida… son una oportunidad para los inversores, por lo que las autoridades tienen que calibrar bien su respuesta y orientar los ingentes recursos que vamos a recibir para impulsar proyectos innovadores y de futuro capaces de transformar nuestra economía.
Petra Mateos es Catedrática de Economía Financiera
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