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Italia trata de relanzar su economía con el mayor plan de gasto de su historia

El Gobierno destinará 55.000 millones de euros para ayudas a empresas, familias y trabajadores y aprobará una regularización masiva de inmigrantes

Daniel Verdú
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte.Remo Casilli (Reuters)

Italia destinará 55.000 millones para hacer frente al impacto de la crisis en familias, empresas y trabajadores. “Esta es una maniobra con la perspectiva de un relanzamiento económico y social”, dijo el primer ministro, Giuseppe Conte, tras aprobar el mayor plan de gasto en la historia del país. Las fricciones en la coalición de Gobierno retrasaron anoche la decisión. No era la primera vez. Algunos puntos del decreto, como la regularización de unos 200.000 inmigrantes para cubrir la falta de mano de obra en el campo, provocaron tensión. El gigantesco plan disparará el déficit más allá del 11% previsto por Bruselas.

“Hay personas sin trabajo, sin renta, comerciantes que podrían tener que cerrar, empresarios en una total incertidumbre sobre su futuro. Una fotografía dolorosa del país que conocemos. Por eso lo hemos dado todo”, dijo Conte en la rueda de prensa en la que confirmó que el Gobierno al fin se había puesto de acuerdo. Lo llamaron decreto abril. Luego lo rebautizaron como mayo. Pero como nadie sabía cuándo saldría adelante, prefirieron dejarlo en decreto “relanzamiento”.

La reunión del Consejo de Ministros cambió varias veces de hora. Había costado mucho poner de acuerdo a los socios de Gobierno (los populistas del Movimiento 5 Estrellas, el Partido Democrático de centro-izquierda e Italia Viva, el partido del ex primer ministro Matteo Renzi) para firmar un documento de 400 páginas.

Especialmente compleja parecía la regularización de unos 200.000 migrantes (la cifra real no se conoce todavía), una medida temporal llamada a solucionar un problema en el campo —muchos jornaleros del este de Europa se han marchado a sus países durante la pandemia— y en el servicio doméstico. La ministra de Agricultura, Teresa Bellanova, anunció con lágrimas la regularización de los “invisibles”. “Hoy vence el estado, que es más fuerte que la criminalidad”, dijo.

La masiva regularización, muy necesaria para la economía, es también gasolina para el argumentario antiinmigración de los partidos de ultraderecha. Conte siempre estuvo a favor, pero el partido al que debe su cargo de jefe de Gobierno, el M5S, cada vez más debilitado en la coalición, se opuso hasta el último minuto. Quedarán excluidos los inmigrantes con problemas legales y los empresarios condenados por contratación ilegal u otros delitos.

Más allá de este polémico apartado, el decreto incluye ayudas a las familias y empresas más damnificadas. Una inyección de gasto que se suma al de marzo, dotado con 25.000 millones, que alargará la posibilidad de las empresas de acogerse al equivalente italiano de los ERTE (unos 8,5 millones de italianos se benefician de este sistema de protección del empleo), lo que costará al Estado alrededor de 10.000 millones de euros.

Los puntos de fricción entre el M5S y el PD han alcanzado también otros aspectos como el llamado Ecobonus, que supone una deducción del 110% de las reformas que mejoraran la sostenibilidad de las casas. Más fácil debía ser el acuerdo para un fondo de 3.250 millones para potenciar la sanidad pública (con la contratación de 9.600 empleados de enfermería y la ampliación de las UCI). O la aprobación de una renta de emergencia a núcleos familiares, condicionada a la duración de la crisis, de la que disfrutarán alrededor de un millón de personas. Serán entre 400 y 800 euros, y complementan la Renta Ciudadana que ya aprobó el M5S cuando gobernaba con la Liga.

El decreto también prevé la exención del impuesto regional de la actividad productiva, 600 euros de ayuda a autónomos y subvenciones de cerca de 2.500 millones de euros para el turismo y la cultura, sectores que este verano serán clave para el “relanzamiento” que da nombre al decreto.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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