Las dos caras de la moneda de Ercros
El beneficio de la química cae un 62% en la primera parte de 2019 y el parqué le pasa factura. Pero su ampliación productiva le permitirá corregirlo a finales de año
Tiempos revueltos para Ercros. El grupo industrial con sede en Barcelona continúa la racha bajista del año pasado, cuando su facturación ascendió a 677 millones de euros, frente a los 689 de 2017, y sus pérdidas en el mercado bursátil fueron del 67%. Una tónica que ha mantenido en el primer semestre de 2019, con unos beneficios de 10,49 millones de euros que contrastan con los más de 28 obtenidos en el mismo período del año pasado, lo que supone una bajada del 62,7% y un castigo del 51% en el parqué.
La causa de esta caída en los resultados (que no en las ventas) es, en opinión de David López, analista de Light House, el descenso de los precios de la sosa, donde la compañía es uno de los productores líderes en Europa, con un 62% de la capacidad total en España y que le supone un 70% de sus ingresos, aunque “en 2020 se espera una recuperación moderada de los mismos”.
De ahí que Antonio Zabalza, presidente y consejero delegado de Ercros, no se muestre pesimista ante estas cifras, que achaca al complejo momento del mercado. “El cambio de ciclo inesperado que sufrió la industria mundial en 2018 complica el panorama. La guerra comercial entre China y Estados Unidos, el Brexit o la revisión de aranceles entre Estados Unidos y Europa son datos que afectan a todos y también a Ercros”, justifica. Unas causas que en España se agravan con la falta de Gobierno: “Estamos en un momento delicado e incierto para que España se permita un período tan largo sin un Gobierno plenamente operativo. La inactividad política hace que el país no pueda funcionar y deja sin resolver problemas importantes. Hay que prestar más atención a la industria, como hacen alemanes y franceses”, apunta Zabalza.
Condicionantes
Pese a los condicionantes económicos y políticos, la compañía mira al futuro con optimismo. “Los resultados del segundo semestre tampoco serán muy buenos, pero sí lo serán los del último trimestre”, prevé el primer ejecutivo de esta compañía con 10 centros de producción y 1.288 empleados. Esta visión tiene mucho que ver no solo con la previsible recuperación de los precios de la sosa, sino también con las acciones acometidas para reducir su carácter cíclico, como la ampliación de la capacidad de producción, que estará totalmente operativa en 2020. “Ahora entra en funcionamiento el último aumento de capacidad de producción de cloro y sosa de 26.000 toneladas anuales. Esto nos permitirá disponer de más producto propio para sustituir parcialmente el que actualmente compramos a terceros y contribuirá a mejorar los márgenes”, explica.
Ercros también ha elevado un 16% la capacidad de su división de química intermedia (formaldehidos, resinas...); en un 24% la de farmacia (principios activos como eritromicinas o fosfomicinas) y, a final de año, tiene previsto que esté en funcionamiento la ampliación de cerca del 30% de su planta de tabletas para el tratamiento del agua de piscinas. Con estos incrementos, su producción será de 217.000 toneladas por año.
Además, la química ha sujetado sus ventas, que prácticamente no varían en 2019. “Se están manteniendo bien y crecen a un ritmo del orden de un 3% anual”, señala Zabalza. Ercros exporta el 47% de sus productos a más de 100 países. La Unión Europea es el principal destino y supone el 26,9% del total, con Francia (21%), Italia (11%) y Portugal (7%) como primeros clientes.
Pero este optimismo tiene la otra cara de la moneda en la Bolsa, donde las acciones de Ercros no están pasando por su mejor momento y se sitúan en 1,71 euros, cifra que contrasta con los 5,47 euros a que cotizaban en agosto del pasado año. Obviamente supone un gran descenso en su capitalización, que de superar los 300 millones de euros, hoy se sitúa en 180.
Para Zabalza, este descalabro no ha supuesto que el inversor haya perdido la confianza en Ercros. “Los accionistas reconocen la sensibilidad de la compañía al ciclo económico y saben distinguir entre el corto plazo y el medio y largo plazo. Saben que el inesperado cambio de ciclo está teniendo un efecto negativo sobre los resultados a corto plazo de Ercros, como lo está teniendo en todas las compañías químicas del mundo”.
Tampoco parece que las gestoras de fondos desconfíen de la química, pese a ser una de las empresas olvidadas por los analistas. “Tras pasar 10 años de travesía en el desierto en el que ha tenido que cerrar algunas plantas, reestructurar su deuda y simplificar su estructura, la actual Ercros no se parece mucho a la compañía de años atrás. Somos optimistas con su futuro y por eso hemos incrementado nuestra posición en los últimos meses. Ahora somos propietarios de un millón de títulos, aproximadamente el 1% del capital”, explica Rodrigo Blanco, de la gestora Horos AM.
En junio Ercros hizo un pago de dividendo de 0,06 euros por título a cargo del ejercicio pasado por el que desembolsó 6,47 millones. Una situación que, según Zabalza, se repetirá el año que viene. “La voluntad de la compañía es continuar con la remuneración al accionista. Y no tengo ninguna duda de que así será. En febrero de 2020, con el cierre del ejercicio 2019, estaremos en condiciones de hacer una propuesta concreta”.
El analista David López apunta en sentido contrario: “Durante 2019 sería necesario interrumpir de forma temporal la retribución al accionista por la situación del negocio y por la caída de los márgenes”. Algo que podría revertirse el año que viene si se confirma el aumento de la demanda de sosa que impulse la recuperación del precio y si se normalizan los precios de sus aprovisionamientos de materias primas, que en algunos casos subieron un 50% en 2018.
Momentos álgidos
La primera fábrica de Ercros en Barcelona se fundó en 1817
La marca como tal apareció en 1989 tras la fusión de Cros y ERT (surgida a partir de la minera Río Tinto)
En 2005 compró Grupo Aragonesas (con cinco centros de producción) y en 2006 Derivados Forestales (con tres)
Entre 2009 y 2013 estuvo en pérdidas
En 2016 puso en marcha el Plan Act, en el que ha invertido 63 millones, para cumplir la normativa europea de adaptación tecnológica en la producción de cloro y sosa caustica y para ampliar sus fábricas
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