El jamón ahora lo envasa un robot
Aunque el grueso del parque robótico se concentra en las grandes empresas de automoción y metalurgia, pymes de otros sectores empiezan a reforzar su plantilla con el fichaje de autómatas colaborativos (‘cobots’) que trabajan codo con codo junto a los empleados
Covap es una cooperativa ganadera que produce leche, quesos, carne y piensos en el Valle de los Pedroches, al norte de Córdoba. Inmersos en un proceso de expansión, hace un año se propusieron aumentar el impacto sensorial de sus lonchas de jamón ibérico al momento de la apertura. La clave estaba en reducir el tiempo transcurrido desde el corte hasta el envasado, ya que así el producto conservaría mejor sus propiedades de color, olor y sabor.
Para conseguirlo, el comité de innovación de la empresa recomendó ubicar la máquina de sellado al vacío junto a la cortadora en la sala blanca. El cambio, sin embargo, acortó también el número de sobres envasados por minuto, que pasó de ocho a cinco: los cortadores no podían ir a la misma velocidad que la envasadora. ¿Cómo producir más rápido sin perder productividad? Solo una máquina podía igualar a otra máquina. Pero no cualquiera. El autómata tenía que poder integrarse en un espacio reducido sin poner en peligro la integridad de los trabajadores ni los estándares de higiene y seguridad de los alimentos.
Después de valorar varias propuestas, la cooperativa se decantó por el UR10, un brazo robótico de la compañía danesa Universal Robots que ejecuta tareas repetitivas de pick and place (en este caso, recoge la película de plástico y la coloca sobre la bandeja en la línea de envasado). El aparato ocupa poco sitio y reduce la velocidad y fuerza de sus movimientos cuando sobrepasa ciertas distancias de seguridad, por lo que no requiere de un vallado que proteja de golpes al personal.
“El análisis de rentabilidad indicaba un retorno de la inversión de solo 16 meses, lo que para nosotros es un plazo muy bueno”, afirma Juan Antonio Ballesteros, director del área América de Covap, que ante los buenos resultados obtenidos encargó tres unidades más, una para envasado y dos para el área de palés.
La experiencia de esta cooperativa andaluza muestra cómo una tecnología que hasta hace poco era privativa de grandes fábricas de coches y aviones, comienza a penetrar en empresas más pequeñas y sectores más diversos. Y lo hace, además, con un enfoque 4.0: no se trata de las clásicas articulaciones que manipulan piezas pesadas o aplican puntos de soldadura, sino del fichaje de cobots, robots colaborativos que trabajan codo con codo junto a los empleados.
“A pesar de que España todavía se encuentra en stand by en digitalización industrial, ocupamos puestos muy relevantes en términos de robots instalados gracias al impulso de sectores muy potentes e innovadores, como automoción, metalurgia, alimentación o aeroespacial”, dice Enric Forner, CEO de Global Robot Expo, la feria del sector que se celebrará los próximos 8 y 9 de mayo en Ifema.
“En 2017 se instalaron 4.000 robots en España, un 5% más que en 2016, según la Federación Internacional de Robótica (IFR)”, confirma Juan Fernández Quevedo, responsable de desarrollo de negocio de RobotPlus, distribuidor de marcas como Universal Robots y Mobile Industrial Robots (MiR), también danesa. Según él, dentro de esta tendencia, “el sector de la agroalimentación está en auge”.
Alta densidad en cuatro sectores
España es el decimocuarto país del mundo en robótica industrial, según el último ranking de la IFR, que recoge datos a 2017, con 157 autómatas instalados por cada 10.000 empleados, y el octavo de Europa, por detrás de Alemania (tercero, con 322), Suecia (240), Dinamarca (230), Bélgica (192), Italia (190), Holanda (172) y Austria (167). El líder absoluto es Corea del Sur, con 710, seguido por Singapur, con 658. La densidad promedio a nivel global es de 85 robots por cada 10.000 trabajadores.
Forner matiza que el grueso del parque se concentra en la industria automovilística. No en vano, España es el segundo mayor fabricante de vehículos de Europa. “En este sector contamos con cerca de 99 robots por cada 1.000 empleados. En otras manufacturas, el grado de utilización es realmente bajo, llegando a los 8,7 por cada 1.000”, precisa.
En efecto, una encuesta de la Fundación SEPI, adscrita al Ministerio de Hacienda, muestra que apenas un tercio de las compañías industriales en España (el 33,3%) utilizó robots en el periodo 2014-2016. El informe añade que si estas cifras se comparan con las del cuatrienio 2010-2013, se observa una estabilización que “truncaría la tendencia creciente del decenio anterior” (el 17,8% de las firmas encuestadas utilizaba robots entre 1994 y 1997).
Baja penetración en las pymes
La diferencia entre unos datos y otros se debe a que los de la IFR se concentran en cuatro actividades dominadas por grandes corporaciones: material de transporte, química y farmacéutica, metalurgia y electrónica. En cambio, la muestra de la Fundación SEPI es más representativa del tejido industrial español, donde un tercio de las empresas son pymes. “Aunque los datos agregados reflejan una alta intensidad en el uso de robots, el desagregado sugiere que en las compañías más pequeñas queda un largo camino por recorrer”, afirma Joan Torrent-Sellens, director científico de la Fundación.
Los expertos prevén que la popularización de los cobots ayude a reducir esta brecha en pocos años. “Son más fáciles de programar, de transportar, más livianos y seguros que sus parientes industriales, que ocupan más espacio y requieren mayores medidas de seguridad para evitar accidentes dentro de su perímetro de acción, lo cual implica costes más altos”, destaca Sergio Ríos, profesor de tecnologías emergentes en la Universidad Internacional de La Rioja.
De acuerdo con RobotPlus, las firmas españolas están usando los cobots para tareas de pick and place, carga y descarga de máquinas de control numérico computarizado, embalaje y colocación de mercancías sobre palés, control de calidad, ensamblaje, pulido, atornillado, pegado y dispensado, soldadura y pintura.
El estudio de la Fundación SEPI concluye también que las empresas que utilizan robots venden cuatro veces más que las que no los utilizan y son claramente más eficientes y productivas. La productividad media de las compañías robotizadas alcanzó los 70.300 euros por trabajador y los 40,3 euros por hora trabajada respecto a los 54.700 y 31,2 euros de las no robotizadas. Además, ocupan a 337 personas frente a 97 de media, desmontando el mito de que los autómatas vienen a quitarnos el trabajo.
Entrenamiento virtual de coches autónomos
Aunque la presencia de esta tecnología en la manufactura española es aún modesta, su auge global ofrece una oportunidad para firmas tecnológicas nacionales, algunas de ellas procedentes de la industria de la animación. Es el caso de Next Limit, estudio de efectos digitales que ganó reputación en Hollywood por sus trabajos para filmes como El señor de los anillos, pero que ha decidido diversificar su negocio.
Hace un año, la compañía madrileña decidió trasladar al sector de la automoción toda su experiencia en simulación por ordenador con la creación de Anyverse, una startup especializada en el desarrollo de softwares para coche autónomo. El sistema recrea en entornos virtuales lugares y condiciones de tráfico reales (autopistas, lluvia, niebla, atascos, un peatón que se salta el semáforo…) para que los vehículos autopropulsados aprendan a reconocerlas antes de salir a las calles de verdad.
“El coche autónomo no deja de ser un robot avanzado que necesita que le enseñen a reconocer el mundo real. Nuestro sistema hace posible ese entrenamiento al recrear con imágenes de mucha calidad escenarios y situaciones peligrosas de una gran complejidad”, explica Víctor González, CEO de Next Limit.
Anyverse suministra su software a marcas de automoción y proveedores de componentes y tecnología con sede en Silicon Valley, Detroit, Alemania, China e Israel. La compañía ha iniciado una ronda de financiación con el objetivo de captar tres millones de euros antes de que finalice el próximo verano.