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Espacio patrocinado por Banca March
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania: ¿Se está apagando la locomotora?

A pesar del buen tono que están marcando los activos de riesgo desde comienzos de año, los datos macro más recientes no parecen especialmente alentadores. Es cierto que, si antes de que termine la semana, Trump alcanzara un acuerdo comercial con China, se eliminaría uno de los principales nubarrones para el crecimiento económico global, pero es muy posible que, al final, las buenas intenciones de estos últimos días, queden en una mera prolongación de la actual moratoria para que no se incrementen los aranceles sobre las exportaciones chinas hasta el 25%. Una simple dilatación del plazo para seguir negociando, sería una buena noticia, pero, al final, para que el comercio internacional se vuelva a revitalizar, lo más necesario es poder garantizar un marco de estabilidad. Tras tantos vaivenes no va a ser fácil volver a generar confianza.

Dentro de este entorno global de desaceleración en el que nos encontramos inmersos desde el segundo trimestre del año pasado, Europa está sufriendo de manera especial. Además, Alemania, la locomotora europea, parece comenzar a apagarse. Los últimos meses han sido particularmente complicados debido a las huelgas y a la introducción, en el mes de septiembre, de los nuevos estándares europeos de contaminación WLTP (Procedimientos Mundialmente Armonizados para Pruebas de Vehículos Ligeros), que retrasaron la certificación de vehículos, ralentizando notablemente su producción, y contrajeron el PIB del tercer trimestre en un -0,2%. Mientras el consumo privado continúa débil, la producción industrial ha caído un -4,7%. Esta misma semana hemos visto cómo la confianza empresarial continuaba deteriorándose y el PMI Manufacturero confirmaba las expectativas de contracción económica al alcanzar 47,6 puntos, el nivel más bajo de los últimos 6 años, y ratificando la debilidad del sector exportador.

Y es que, factores idiosincráticos aparte, Alemania y su sector industrial son altamente vulnerables y dependientes del exterior. Sus exportaciones de bienes suponen un 40% de su PIB frente al 23% de media de los países del G20, el 15% de Japón o el 10% de EEUU.

¿Qué ocurriría si, al final, no hay acuerdo comercial con China?, ¿y si hay acuerdo, pero, posteriormente, Trump reemprende la batalla contra los automóviles europeos y reabre el conflicto a través de la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial?

Sin duda alguna, la prolongación del conflicto de los últimos meses sería nefasta para Alemania, pero es importante destacar dos variables que podrían mitigar este escenario:

En primer lugar, conviene no olvidar su destacable margen para implementar políticas fiscales expansivas. Con los superávits fiscales de los últimos años, el Gobierno ha sido capaz de reducir la deuda pública sobre PIB desde niveles del 80% hace diez años, al 60% actual.

Por otro lado, la demanda interna debería poder reactivarse. Mientras la inversión privada permanece en niveles fuertes, apoyada por los reducidos costes de financiación, el consumidor debería permanecer firme gracias al aumento de los salarios del 3%, los máximos de la última década.

En los próximos meses, estos dos factores se van a convertir en dos buenas palancas de crecimiento si la incertidumbre comercial continúa. Por ahora, la locomotora se frena, pero no debería llegar a descarrilar.

Joan Bonet Majó es director de estrategia de mercados de Banca March.

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