Rovi quiere ser multinacional
La farmacéutica madrileña pretende duplicar su tamaño para convertirse en líder mundial en heparinas
Laboratorios Rovi está habituada al crecimiento rápido. Desde que salió a Bolsa en 2007, ha duplicado de largo su facturación, desde los 119 a los 277 millones de euros del año pasado. “Hemos estado creciendo al 9% anual”, asegura Javier López Belmonte, vicepresidente de la compañía y miembro de la familia que la fundó en 1946. Pero ahora quiere dar un nuevo impulso a ese crecimiento con inversiones por valor de 175 millones de euros, y para ello ha llevado a cabo una ampliación de capital de 80 millones de euros que se cerró el pasado 4 de octubre a un precio de 14,5 euros por título. “Tenemos la necesidad de hacer grandes inversiones y por eso teníamos que hacer esta ampliación”, justifica el ejecutivo, cuya familia controla el 69,6% del capital de la farmacéutica.
La firma ha completado una ampliación de capital por valor 80 millones de euros
Especializada en las heparinas (anticoagulantes para el tratamiento de la trombosis), la empresa debe su éxito a su medicamento estrella: la Bemiparina, que copa el 31% de sus ventas totales y le ha ayudado a situarse entre los líderes mundiales en esta especialidad. Pero, como cualquier otra empresa del sector, Rovi no podía confiar indefinidamente en este producto, que perderá su patente el año próximo, lo que supondrá una merma de sus ingresos. Ante esta eventualidad, la compañía lleva seis o siete años preparándose para lo que su presidente ha definido recientemente como “una nueva etapa”, un período que empezó a materializarse el año pasado y que supondrá una transformación total de la compañía en los próximos dos o tres años.
Su especialidad
El objetivo no es solo crecer. El cambio será sobre todo cualitativo. Estará aún más concentrada en su principal especialidad, las heparinas, y, al mismo tiempo, más diversificada hacia las nuevas tecnologías farmacéuticas. Y también más internacionalizada. Muy centrada ahora en el mercado doméstico (71% de su negocio), se convertirá en una multinacional que en unos pocos años, si se cumplen las previsiones, obtendrá el grueso de su facturación de Europa, Estados Unidos y el resto del mundo.
El primer puntal de la expansión será su nuevo medicamento, un biosimilar de enoxaparina, una versión bio del anticoagulante Clexane de Sanofi, “con el que esperamos convertirnos”, dice López Belmonte, “en líderes mundiales en heparinas”. El fármaco, que empezó a ser vendido en Alemania el año pasado, seguido de Italia e Inglaterra, acaba de ser lanzado en Francia. Para no tener que acudir a distribuidores externos, la empresa creó en 2017 sus propias filiales de ventas en siete países de Europa, “que suman el 75% de ese mercado”.
Urgía un giro estratégico: su producto estrella perderá la patente en 2019
Algunos podrían aducir que el biosimilar de enoxaparina que Rovi desarrolla desde 2011, cuando Sanofi perdió la patente, es un genérico. López Belmonte lo niega. “Los biosimilares son productos biológicos, muy difíciles y caros de desarrollar. Ha supuesto una inversión de 84 millones de euros”. Eso sí, estará en un mercado que suma 1.000 millones de euros en Europa y otros 600 millones en el resto del mundo (sin contar Estados Unidos), que quedará reducido al 50% y el 75% para los nuevos jugadores. En la empresa esperan quedarse con buena parte de ese negocio porque la competencia es limitada. Hay dos o tres empresas en liza, una de ellas la china Techdow que, ha lanzado ya en España su biosimilar.
Rovi prevé que el biosimilar dispare sus ventas y doble su facturación en los próximos años. El fármaco ya se vende en Alemania desde 2017. Allí ha facturado 4,5 millones de euros en el primer trimestre del año. “Esperamos una subida de ventas de entre el 6% y el 9%”, dice López Belmonte, “con lo que posiblemente superemos los 300 millones de ingresos en 2018”.
El nuevo fármaco contra la esquizofrenia que lanzará en breve abre un negocio enorme
Más a medio plazo, tres o cuatro años, confía en su segundo nuevo medicamento, el Doria (Risperidona ISM), para impulsar el crecimiento. Calificado por el ejecutivo como “nuestra principal apuesta de futuro”, está basado en tecnología propia patentada ISM (In Situ Microparticles), un sistema inyectable de liberación prolongada que será aplicado para tratar la esquizofrenia. “La clave de esta nueva medicina es que sustituye la pastilla diaria que el paciente debe tomar por una inyección, aplicable cada seis meses o un año”, explica López Belmonte. ¿Cuál es la ventaja? Que garantiza que el paciente cumpla con la medicación. Esto es decisivo en la esquizofrenia, ya que “es habitual que los pacientes dejen de medicarse, lo que redunda en agudizaciones de la enfermedad que les producen un daño cerebral del que ya no se recuperan, convirtiéndose en deficientes mentales”, añade. El sistema ISM, al sustituir la toma diaria por una inyección anual, evita estos riesgos.
La plataforma de Rovi no es la única. “Hay otras, pero no muchas. Dos o tres. Su desarrollo es muy complejo”, sostiene el directivo. Lo bueno, para la compañía, es que el Doria está en la fase 3 de los ensayos clínicos en Europa y EE UU. La previsión es que los resultados, que se esperan positivos, se publiquen en junio de 2019, “con lo que podríamos presentarlo a registro en Europa y América y lanzarlo al mercado en 2020 o 2021”, estima López Belmonte.
Poca competencia
De ser ciertas las previsiones, el Doria le abriría un mercado gigantesco. La esquizofrenia mueve 8.300 millones de dólares en Europa y EE UU y, dentro de esta categoría, los inyectables de liberación prolongada vienen a ser la mitad. La firma cree que está en óptimas condiciones de captar una cuota considerable de estos dos mercados. No solo porque la competencia no es excesiva, sino también porque dispone de ventajas competitivas: su sistema vertical integrado es la principal. “Mientras muchas farmacéuticas no fabrican (lo tienen subcontratado), nosotros producimos la materia prima, el producto final y comercializamos directamente, lo que mejora nuestros márgenes y nos permite proponer precios más ventajosos a los clientes”, dice López Belmonte.
Rovi, con 1.200 empleados, frente a los 500 que tenía en 2007, es posiblemente la farmacéutica con mayor estructura industrial en España, por encima incluso de las multinacionales: tiene seis plantas, una en Granada y cinco en el área de Madrid. Además de producir sus marcas, el grupo tiene una línea de fabricación para otras compañías internacionales que facturó 61 millones de euros, un negocio en auge que creció el 8% el año pasado y supone el 22% de la facturación total.
Los 175 millones de euros de inversión se aplicarán no solo en los ensayos clínicos del Doria y a la comercialización del biosimilar sino también a compras corporativas. Todo indica que los accionistas están de acuerdo con la estrategia diseñada. Los fundamentales son buenos (una caja disponible de 31,4 millones contra una deuda bruta de 38,4) y las perspectivas tan alentadoras que ni siquiera la bajada del ebitda (de 39 a 30,5 millones) y el beneficio neto (de 26 a 17 millones) entre 2016 y 2017 (causada por las fuertes inversiones) ni la ampliación, con su dilución del 10%, han hecho mella en el valor de la firma, que ha perdido solo un 0,95% en 2018.
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