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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Solsticio de verano

Acabamos de atravesar el solsticio de verano, el momento del año en que el sol está en lo más alto. En el hemisferio Sur hace más de 500 años los Incas celebraban a estas alturas del año el Wawa Inti Raymi, un ritual en honor al Sol, que instituido por el inca Pachacútec simbolizaba el renacer del dios Sol para dar inicio a un nuevo ciclo anual. Para los incas, la noción del tiempo era diferente a la nuestra. No era lineal con un comienzo y un fin, sino un proceso "espiral" cuyas fases se repetían en grandes ciclos recurrentes. Esta idea estaba vinculada al ciclo agrícola (preparación del terreno, siembra y cosecha). Para ellos el pasado no estaba separado del futuro por el presente, sino que era parte de un mismo ciclo que permitía la regeneración continua.

Mientras el sol brilla en máximos en el hemisferio Norte, y la economía global se recupera, los bancos centrales recientemente han anunciado que continuarán con su proceso de retirada de estímulos. La Reserva Federal ha acelerado la velocidad, subiendo 0,25% los tipos de interés, y espera terminar el año con dos incrementos más en la zona 2,25-2,50%. Por su parte, el BCE ha anunciado una reducción de su programa de compra de bonos hasta la mitad (15.000M euros/mes) a partir de septiembre. Pero lo más importante es que ha afirmado que el programa de compra de bonos finalizará definitivamente en diciembre. Esta decisión supone que para el próximo solsticio de invierno, los principales bancos centrales dejarán de ser aportadores de liquidez neta en el sistema. Después de 11 años de estímulos monetarios sin precedentes, de haber cuadriplicado sus balances, nos vamos a enfrentar a un cambio muy significativo. Los bancos centrales, conocedores de esta situación, llevan tiempo dilatando el proceso de retirada, y sin duda esta circunstancia ha favorecido que en EE UU la recuperación económica acumule más de 9 años y que, nos encontremos ante el segundo ciclo económico más largo de la historia. A pesar de que pongan todo su empeño en tutelar la situación muy de cerca, consideramos que será muy difícil replicar el entorno de baja volatilidad del que hemos disfrutado en el pasado. A partir de ahora, va a ser mucho más doloroso capturar los retornos extra que aportaran activos con riesgo como la renta variable. Mientras el ciclo se estira y nuestros indicadores todavía señalan que la expansión actual debería durar por lo menos entre 12 y 18 meses, las tasas de inflación ya empiezan a reflejar la subida del petróleo. Igual que los incas, me gustaría pensar que este ciclo va a ser en espiral y que toca recoger los frutos de la siembra. El problema es que la munición de los bancos centrales ya está de retirada y esta vez la concepción de ciclo es más lineal que nunca.

En esta última parte del ciclo las Bolsas deberían continuar haciéndolo bien. El secreto es irse seis meses antes de que termine la fiesta. Por ahora a aguantar la volatilidad.

Joan Bonet Majó es Director de Estrategia de Mercados en Banca March

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