La salida a Bolsa de Saudi Aramco se hace de rogar
Las incertidumbres que rodean la oferta pública de acciones de la mayor petrolera del mundo obligan a Riad a postergar el proyecto por lo menos hasta el próximo año
La salida a Bolsa de Saudi Aramco va a posponerse hasta 2019, como pronto. Algunos analistas ya habían adelantado esa posibilidad a la vista de las incertidumbres que aún rodean la oferta pública de acciones (OPV) de la mayor empresa petrolera del mundo. Ahora, hasta el ministro saudí de Energía, Khalid al Falih, lo ha admitido de forma implícita. Su discurso ha pasado del “estamos a tiempo para 2018” a “no me parece que ese plazo sea relevante”. Arabia Saudí aún tiene que decidir en qué mercados lanzará la venta, a quiénes se dirige y qué dividendos va a pagar.
El retraso se ha hecho evidente durante la reciente visita a Londres del príncipe heredero y hombre fuerte de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán (MBS), para promocionar una nueva imagen de su país y atraer inversiones. Los altos funcionarios que le acompañaban han reconocido a sus interlocutores británicos que era improbable que la OPV se produjera este año, según ha informado The Financial Times. De acuerdo con ese diario económico, la eventual “cotización en un mercado extranjero se producirá en 2019 como muy pronto”. La Bolsa de Londres aspira, junto a Nueva York y Hong Kong, a conseguir esa operación, que se adelanta como la mayor OPV llevada a cabo hasta la fecha.
Hasta ahora, el objetivo declarado del Reino del Desierto era lanzar la venta a lo largo de 2018, con una parte de las acciones en la Bolsa saudí (Tadawul) y el resto en una extranjera, para impulsar el perfil internacional de la empresa y reducir la presión sobre el mercado local. Pero desde hace meses se viene cuestionando la preparación, e incluso el deseo, ante las exigencias legales y regulatorias que requiere la entrada en uno de los grandes parqués.
La valoración, el pago de dividendos o el futuro del petróleo como energía son algunos obstáculos
Al Falih reconoció por primera vez la posibilidad del aplazamiento la semana pasada cuando en una entrevista con Bloomberg dijo: “Entre el 31 de diciembre y el 1 de enero no se produce una pérdida de valor para el reino; así que no me parece que ese plazo sea relevante”. Sin embargo, la demora es como mínimo un contratiempo para los planes de MBS, quien ha demostrado tener prisa por dinamizar la economía de su país para superar la dependencia del petróleo y asegurar la supervivencia de la monarquía absoluta.
La OPV es la piedra angular del ambicioso programa de reformas Visión 2030 con el que el príncipe Mohamed aspira a lograr esa transformación. El proyecto, anunciado en abril de 2016, contempla la venta de hasta un 5% del gigante petrolero saudí, que MBS valoró entonces en dos billones de dólares, de lo que se desprende que espera obtener 100.000 millones de dólares (unos 81.500 millones de euros).
Problemas de tasación
Para Paul Stevens, del centro de análisis británico Chatham House, el principal motivo del retraso en la venta radica precisamente en esa tasación. “La convirtió en rehén de la suerte”, asegura antes de explicar que “el cálculo se hizo de forma simplista: unas reservas de 266.000 barriles de petróleo multiplicado por un precio de 7,5 dólares, que es lo que se pagó por Maersk Oil a principios de 2016”. Esto, opina, “fijó el listón para el éxito”. Es decir, que conseguir menos de los 100.000 millones en los que se evaluó el 5% de Aramco “se vería como un fracaso y dañaría la reputación de MBS”. “Es muy improbable que consigan esa cantidad y [los saudíes] son muy reacios a arriesgarse a un fracaso. De ahí que intenten retrasar la OPV, tal vez con la esperanza de sustituirla por una venta privada, ya que eso no falla y nadie conocería el precio real”, concluye Stevens.
De hecho, tal como reveló el año pasado The Wall Street Journal, hasta dentro de la propia petrolera existen dudas sobre dicha estimación, que los expertos rebajan a entre un billón y un billón y medio de dólares. Incluso con ese valor sería con creces la mayor empresa del mundo, por delante de las grandes tecnológicas como Apple, Alphabet o Amazon.
El retraso es un contratiempo para los planes saudíes de dinamizar su economía
“La decisión de retrasar la OPV hasta 2019 tiene más que ver con la política y el momento oportuno que otra cosa. El plan de Aramco para un lanzamiento nacional y la venta de concesiones a China aún siguen previstos este año”, interpreta por su parte Theodore Karasik, experto en Arabia Saudí de la consultora Gulf State Analytics. En su opinión, “los inversores occidentales, que no se fían de los datos que facilita Aramco o que piensan que el sistema financiero saudí no está listo, esperarán al lanzamiento internacional, mientras Asia empieza a sacar tajada”.
Pero en un momento en que el cambio climático alienta a reducir el consumo de combustibles fósiles y los coches eléctricos han dejado de ser prototipos del futuro, la preocupación de los inversores es más amplia. El analista Javier Blas, de Bloomberg, ha revelado que en recientes reuniones de altos funcionarios saudíes y ejecutivos de Aramco con responsables de grandes fondos de inversión estadounidenses, éstos no sólo cuestionaron la valoración de la petrolera, sino la escala del dividendo que la compañía está dispuesta a pagar o el impacto del petróleo de esquisto en los precios del crudo durante los próximos años. Se trata de datos clave para determinar lo que están dispuestos a pagar.
Más allá de si la OPV va a lanzarse en Nueva York, en Londres o en Hong Kong, el problema al que se enfrenta el heredero saudí es convencer a los inversores de la rentabilidad de poner su dinero en un sector que ha dejado atrás su época dorada. Aun con uno de los menores costes de extracción del mundo, los 10 millones de barriles diarios de petróleo que produce Aramco (más del 10% mundial) difícilmente volverán a pagarse a 150 dólares la unidad.
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