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Alimentos sin agua, pero con sabor

La sevillana Irconfort comercializa un sistema que utiliza infrarrojos lejanos para deshidratar productos

Antonio J. Mora

Entre los bancos de trabajo hay una bandeja con una treintena de ciruelas. Algunas conservan su redondeada forma, otras están arrugadas. Todas tienen un tono ocre. “Tomad, probadlas, veréis que mantienen su aroma y sabor. Lo único que le quitamos es el agua”, ofrece el gerente de Irconfort, Eugenio Sánchez, antes de degustar una. A través de un sistema de generación de calor por infrarrojos lejanos, esta empresa de Gelves (Sevilla) desarrolla equipos de secado o deshidratación de alimentos. “Tanto de fruta como verduras, carnes, pescados, mariscos, plantas aromáticas…”, enumera el responsable. Fabricante también de sistemas de calefacción con esta tecnología para hogares y edificios públicos, la compañía cerró 2016 con una facturación de casi medio millón de euros y prevé dar el gran salto este año hasta alcanzar los 11,8 millones.

Un operario de la empresa Irconfort trabaja en la fabricación de una placa de calefacción.
Un operario de la empresa Irconfort trabaja en la fabricación de una placa de calefacción.Paco Puentes

Sánchez decidió reorientar su empresa de ingeniería de instalaciones cuando comenzó a ver “nubarrones en el horizonte”, señala el gerente para referirse a la crisis económica. “Vi que no teníamos más remedio que tomar otro camino”, apunta. “Teníamos dos alternativas: la eficiencia energética o las energías renovables, que hasta la fecha eran una parte residual de la empresa. Descarté las renovables porque estaba todo vendido. La tajada grande la tenían las grandes y solo quedaban migajas para un montón de ingenierías. En cuanto a la eficiencia energética, podíamos hacer lo que veníamos haciendo: dar la vuelta a las instalaciones para hacerlas más eficientes. O bien, ver qué se nos ocurría en este ámbito”, apunta. Sánchez se decidió por la última opción.

Su investigación sobre nuevos sistemas de calefacción le llevó hasta el infrarrojo lejano. “Descubrimos que tenía unas posibilidades enormes y que, de todas las franjas de infrarrojos, era la más saludable y que no emitía nada de luz”, señala Sánchez, quien recuerda que los inicios “fueron muy duros”. “Fueron años de mucho desarrollo, de mucha investigación, de posicionarse… De mucho gasto y pocos ingresos”, agrega. Irconfort comenzó creando sistemas de calefacción doméstica, después para oficinas, en aplicaciones industriales, etcétera. Hasta que un día Sánchez se preguntó qué pasaba si lo utilizaban para deshidratar alimentos. “Vamos a intentarlo”, se dijo. “Fuimos probando a qué distancia debíamos colocar la fruta o la verdura, a qué temperatura, durante cuánto tiempo. Y tras muchos ensayos y pruebas, dimos con la tecla”, agrega el gerente antes de apuntar que el “empujón” lo recibió durante una misión comercial en Perú. “Nuestro proyecto creó una gran expectación. Hay que tener en cuenta que en este país en torno al 70% de los productos hortofrutícolas se les echa a perder. Nosotros les planteamos un sistema que respeta las propiedades organolépticas de los productos y además los conserva”, explica.

Sistema patentado

Con las patentes internacionales, la empresa sevillana comercializa desde hace año y medio maquinaria para deshidratar o secar alimentos, una línea que representa el 70% de su volumen de negocio. “A diferencia del sistema por aire caliente, el nuestro deshidrata de dentro a fuera, lo que hace que el producto no pierda sus propiedades. Por ejemplo, los alimentos secados por aire caliente pierden su sabor, de ahí que tengan que edulcorarlos y todos sepan parecido”, explica Sánchez antes de señalar que también han comenzado a utilizar este sistema para la valorización de purines y de residuos de cultivos. “Esta técnica nos permite eliminar un residuo muy tóxico, como son los purines, y reconvertirlo en abono peletizado (en bolitas). También obtenemos biomasa tras deshidratar los residuos de cultivos. La agroindustria nos ha abierto un mercado importante”, asegura Sánchez. En esta área, su sistema de calefacción también se aplica en granjas avícolas y está en pruebas en porcinas e invernaderos. “El infrarrojo activa el metabolismo y hace que los pollos asimilen mucho mejor lo que comen y que, por lo tanto, necesiten comer menos. Pero no solo eso, pese a comer menos, engordan más. El ahorro en pienso es del 24%”, explica Sánchez, quien añade que trabajan para entrar en el secado de la madera.

Y es que la clave está en no dejar de innovar, bromea Sánchez. Fiel a este espíritu, la empresa ha diseñado un sistema de calefacción pionero para salas de cine, ya en marcha en un centro comercial de León. “Con las placas de calefacción situadas en la parte trasera de las butacas, la empresa cuenta con un software con el que activa solo los sillones ocupados; de esta forma el ahorro energético puede ser de hasta un 70%”, explica Sánchez, quien señala que la característica principal de su sistema de calefacción radica “en calentar las cosas, no el aire”. “Tanto en hogares como en oficinas, las placas se distribuyen por la habitación y permite calentar por zonas dependiendo de cuáles se activen. De esta forma, se adapta al número de personas que estén en la sala y a sus preferencias”, afirma el gerente, quien explica que productos como las placas bajo mesa suponen un ahorro de entre el 40% y el 60%. “Y sin riesgo de incendio”, asegura. Irconfort empezó con 12 productos y hoy cuenta con más de 100.

Presente en Polonia, Serbia, Perú, Chile o India, las exportaciones representan el 76% de su facturación. “Estamos cerrando acuerdos en República Dominicana, Honduras, Costa Rica, Argentina…”, enumera Sánchez antes de calificar como “ambiciosa” la planificación para los próximos años. “En el momento en el que la demanda crezca un poco, la planta de producción que tenemos en Sevilla se nos va a quedar pequeña”, señala.

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Sobre la firma

Antonio J. Mora
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue redactor en la delegación en Andalucía durante más de seis años y, actualmente, es portadista web. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de periodismo de EL PAÍS, también trabajó en Diario Sur e Infolocalia. En 2009, ganó el premio nacional Alma de Periodista.

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