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Piraguas portuguesas para campeones olímpicos

Cuatro de cada cinco palistas premiados en Río compitieron con la marca lusa Nelo

Solo un campeón olímpico es capaz de encontrar el lugar donde se fabrican las mejores piraguas del mundo. Nelo se refugia entre un bosque de eucaliptos y helechos en Canidelo, una aldea al norte de Portugal. De allí salen embarcaciones que ayudan a ganar medallas. En los recién acabados Juegos de Río de Janeiro, 27 atletas ganaron el deseado metal paleando con piraguas portuguesas, lo que significa que cuatro de cada cinco palistas olímpicos participaron con embarcaciones de Nelo.

André Santos, director de Nelo (de amarillo) junto a su equipo en la sede de la empresa.
André Santos, director de Nelo (de amarillo) junto a su equipo en la sede de la empresa.

En un deporte que tradicionalmente ha estado dominado por atletas de países del Este, llama la atención que las piraguas de alta competición salgan de un país con escasa tradición y menos triunfos. La culpa, como muchas veces ocurre en la península, no es de la planificación, sino del genio personal, en este caso del ex piragüista Manuel Ramos, para todo el mundo Nelo. A finales de los años setenta, Nelo se fabricaba su propia canoa; después lo hizo para su club y al final, para otros.

“Los comienzos fueron los habituales en aquellos años y en este deporte”, explica André Santos, director general de la empresa. “Los clubes no tenían dinero para importar material; a veces hasta estaba prohibido. Cada entrenador se hacía sus piraguas. Nosotros comenzamos técnicamente a colaborar con el Gobierno gallego”.

Apenas quedan hoy de aquellos artesanos. “La diferencia es que Nelo persistió”, recuerda Santos “y que pensaba diferente; abordaba los problemas de una forma heterodoxa, y así creó una marca, una identidad propia”.

Hasta la llegada de Nelo, todas las piraguas tenían el mismo color. “Parecerá absurdo, pero aún hoy en día, en canoas solo existen dos fabricantes: uno las pinta todas de amarillo y el otro todas de blanco”. En la fábrica lusa apenas hay dos piraguas del mismo color. Una, con el sello preparado para viajar a Letonia, lleva los colores del país pero con manchas de leopardo; otra, destinada a un club alemán, va a rombos rojos y negros; la austriaca Maria Jeanne ha encargado una piragua azul celeste con la cara de una sirena. “Cuando recibimos un encargo, lo primero que pedimos son los colores. Sin saberlo no iniciamos su construcción”, dice el director general de la empresa. Nelo solo trabaja bajo pedido. No tiene stocks. Cada día salen de fábrica 20 embarcaciones, a un precio de unos 3.000 euros cada una. Y no hay dos iguales. “Es una fabricación artesanal. Hasta Nelo, todas las piraguas eran iguales en tamaño; pesara diez kilos más o menos, el deportista se tenía que adaptar a uno de los dos modelos estándar que había”.

Saúl Craviotto, medallista en los juegos de Río.
Saúl Craviotto, medallista en los juegos de Río.AP

Le dieron la vuelta a esa idea: comenzaron a adaptar la embarcación al deportista. “Uno de los primeros barcos que vendimos en el extranjero fue a Japón, porque adaptamos una piragua al físico del palista del país, que suele medir 10 centímetros menos. Hoy en día, el 95% del mercado de ese país es nuestro”.

Prácticamente toda la producción de la empresa va al extranjero (98%). Sus productos se extienden por todo el mundo. En Canidelo, una serie de piraguas blancas y azules ya están preparadas para salir hacia Uruguay. A ningún Estado llevan más del 8% de la producción, aunque entre los mejores clientes se encuentran Reino Unido y España.

La empresa no solo fabrica, ha ampliado su negocio con el servicio posventa y los centros de entrenamiento, por donde pasan al año cerca de mil atletas que realizan 20.000 pernoctaciones y dejan unos ingresos de 1,5 millones de euros anuales. En sus centros de Cinfães, Agueira (Portugal) y Cuba, los deportistas prueban sus piraguas. Con el personal de Nelo las adaptan ergonómicamente a su físico y a sus manías, hasta convertir aparato y humano en un solo elemento, un centauro del agua. “La comodidad del deportista es incluso más importante que la velocidad de la piragua”, puntualiza Santos. “Si el atleta no va cómodo, dejamos de probar un modelo aunque sepamos que es más rápido”.

David Cal, el deportista español más laureado, con cinco medallas olímpicas, compitió en tres juegos con el mismo tipo de embarcación. “Hubo un cambio en el reglamento que eliminaba la medida de la anchura y solo limitaba longitud y peso. La forma de la piragua pasó del rombo al huso, pero Cal no se adaptaba y fue el único que competía con un diseño intermedio que le hicimos exclusivo para él”.

Triunfo español

Como si fueran los McLaren o los Ferrari de las aguas tranquilas, Nelo acudió a Río de Janeiro con unas piraguas de diseño revolucionario. El morro (la proa) acaba en forma de pico de águila, hacia abajo, en lugar del tradicional cuerno de rinoceronte. Así eran las de los campeones olímpicos españoles Saúl Craviotto, Christian Toro y Markus Cooper Walz. Todos han pasado muchísimas horas en los centros de entrenamiento con Nelo y Santos. “Craviotto es muy especial en todo, física y psicológicamente y en cómo se transforma en competición. Es extremadamente meticuloso en los detalles de la piragua y nosotros lo hacemos como él quiere. En el lado opuesto está Markus, que llegó a Río y compitió con un modelo estándar, sin adaptación alguna”.

La fábrica de Canidelo es una mezcla chocante de artesanos y robots. Junto a parejas de obreros —el 40% son expiragüistas— que miman los cascos de carbono como si fueran purasangres, unas pantallas registran cada paso del proceso de elaboración, el tiempo empleado y su ejecutor, las características del modelo y la petición personal del comprador. “Lo más leve posible”, dice un pedido.

No hay patentes ni temen a las copias. “Nosotros hemos crecido gracias a no mirar lo que hacen otros. Si nos copian es que vamos por delante, nosotros ya sacaremos otros modelos más avanzados. Ya estamos preparando la piragua de 2018”, anuncia Santos.

Año tras año, la empresa crece una media superior al 10%; en 2016 facturará 6,5 millones de euros; el próximo año triplicará el espacio de la fábrica gracias a una inversión de 10 millones de euros. Los planes para producir otro tipo de embarcaciones, como los paddle o las canoas, se van aplazando. “Los pedidos de piraguas no paran de crecer”, señala Santos. Pero no olvidan el pasado. En la puerta de Canidelo, una modesta placa deja constancia, para que no se olvide: “A Manuel Ramos, Nelo, fundador de todo esto”.

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