Gafas con aroma a vino
La empresa jerezana Pantai Company fabrica monturas con la madera de barriles
Cuando Javier Pérez perdió su empleo como administrativo en 2012 supo que era el momento de lanzarse a la piscina. “Quería hacer algo artesanal, que es lo que siempre me ha gustado, y a ser posible con la madera de las botas de vino. Así, además, seguía con la tradición familiar. Mi abuelo fue carpintero y tonelero”, explica este empresario jerezano. Y tras darle un par de vueltas a su idea, Pérez decidió fabricar gafas de sol con las duelas de barriles de hasta un siglo de antigüedad. “Hice cálculos y necesitaba un préstamo de 300.000 euros para echar a andar el proyecto, pero ningún banco me los daba”, agrega. Lejos de tirar la toalla, Pérez decidió pedir ayuda a su familia. “Mis hermanos me dieron 600 euros y yo puse otros 300. Empecé con apenas 900 euros”, recuerda entre risas. Poco más de tres años después, Pantai Company espera cerrar 2016 con una facturación que roza los 100.000 euros.
El crecimiento de la empresa se ha basado en estos meses en el método de ensayo-error. “No sabía nada sobre este mundo, ni de cómo se fabricaban unas gafas. He ido aprendiendo montura a montura, equivocándome y volviéndolo a intentar”, explica el empresario, quien cuenta con la ayuda de su hermano David. “Empezamos haciendo un diseño más agresivo y moderno, pero no funcionó. Así que apostamos por hacer gafas más clásicas, de estilo vintage. Es más, la madera se adapta mejor a estos diseños”, asegura el hermano. “Hemos crecido solos y sin ayuda de nadie. Poquito a poco. Con la venta de las primeras gafas, fabricamos dos; las vendimos e hicimos otras 10; y así pudimos comprar la primera máquina…”, recuerda el emprendedor. “Antes tardábamos entre seis u ocho horas en hacer una, ahora con la experiencia y la maquinaria, tardamos la mitad”, agrega. En un mes, estos hermanos han llegado a fabricar 600 unidades.
Proyecto sostenible
Al deseo de seguir con la tradición familiar se suma al espíritu verde de esta familia. “Nuestro proyecto es una apuesta por la sostenibilidad, el reciclaje”, asegura David, quien perdió su empleo en una fábrica de automóviles hace cuatro años. Además de con los barriles, Pantai Company fabrica gafas hechas con madera de olivos (“Que hayan tenido que ser cortados por algún motivo, ya fuese una inundación o cualquier otro problema”, explican) y ultima hacerlas con caoba. “Nos gusta darle una vuelta de tuerca a todo. La gente tira los muebles de caoba porque dicen que son rancios y nosotros queremos darles una segunda vida”, explica Jesús mientras señala algunos que acumula en el patio de la casa donde tiene el taller. “Un familiar de mi pareja se marchaba del pueblo y para que la casa no se quedara vacía me la ofreció para trabajar aquí. Solo pagamos los gastos”, explica. Una ventaja a la hora de hacer números. “No nos gusta marcarnos grandes metas. Este primer trimestre hemos hecho 19.000 euros y esperamos duplicarlo en el segundo”, añaden.
Con esa filosofía de “pasito a pasito”, Pantai Company ya trabaja con una treintena de ópticas (que les provee de las lentes) y cuenta con sus propias bisagras. “Nuestros colegas han sido nuestros primeros clientes y gracias al boca a boca hemos ido creciendo”, apunta el empresario. Además de las ventas por Internet, la compañía exporta a Francia y Estados Unidos y acaba de cerrar un importante acuerdo con una empresa catalana para vender en Japón. “Nuestros mejores comerciales son los clientes, que van a las tiendas pidiendo nuestras gafas”, señala Jesús. Tras los primeros puntos de ventas por la costa gaditana, la empresa ya está presente en Sevilla, Oviedo, Asturias y Gijón. “Nuestro principal objetivo es el mercado nacional”, aclaran los hermanos, que señalan que también fabrican monturas para lentes de cristal y por encargo. “Hemos hecho gafas con barricas de brandy o con un gran reserva de 200 años”.
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