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Crece la venta ilegal de hojas de tabaco para hacer picadura casera

El sector denuncia que en Internet han florecido las páginas que venden sin control productos vinculados al tabaco

Un agricultor sostiene hojas de tabaco en una plantación en Barquilla de Pinares.Foto: reuters_live
Javier Salvatierra

Una patrulla de la Guardia Civil dio la semana pasada el alto a una furgoneta cerca de Talayuela, en el noreste de la provincia de Cáceres. Algo despertó las sospechas de los agentes, que ordenaron al conductor que abriese el portón trasero. La furgoneta cargaba unos 6.000 kilos de hoja de tabaco. Lo cuenta Agustín Conde, director general de la Compañía Española de Tabaco en Rama, Cetarsa, una empresa pública que se dedica al procesado y transformación de la hoja de tabaco para su venta posterior a las compañías tabaqueras. El episodio sirve a Conde para llamar la atención de un fenómeno creciente en la industria, el crecimiento del contrabando de hojas de tabaco para ser vendidas en Internet y fabricar en casa picadura para los cigarrillos de liar.

Según la tabaquera multinacional Altadis, que cita datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos, la venta de picadura de tabaco, el de liar, ha caído un 12% desde 2013, de 6.900 a 6.100 toneladas, (en euros el descenso es algo más suave, de 1.088 millones de euros en 2013 a 1.030 en 2015, un 5,4% menos). La caída es especialmente significativa en Extremadura, donde se cultiva el 95% del tabaco español y donde la venta de picadura ha descendido en el periodo un 28%, de 195 a 139 toneladas, de 30,5 millones de euros a 23,4 (-23,3%).

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El sector considera que hay muchas señales de que el contrabando de tabaco, habitual en el mercado de los cigarrillos, está florenciendo también en la picadura. Citan varias claves. Entre ellas, el aumento de las intervenciones de las fuerzas de seguridad, como la que cuenta Conde. También el brusco descenso en la región del contrabando de cigarrillos —del 34 al 6% entre 2013 y 2015; del 11,3 al 9,8% a nivel nacional— y el aumento del número de páginas de Internet en las que se vende hoja de tabaco. El consumo de tabaco de liar supone, aproximadamente, un 8,7% del consumo total de tabaco, si tenemos en cuenta la facturación.

Hojas de tabaco, a la venta en Internet

Páginas web como hojastabaco.es, contabaco.com o tabacodirecto.es ofrecen hojas de virginia, burley u otras variedades desde unos 17 euros el kilo. Si se quiere un precio más económico, se puede comprar una caja de 100 o 200 kilos, a unos 10 euros el kilo. También ofrecen parafernalia relacionada, como máquinas para picar la hoja, aromas o bolsitas con cierre para guardarlo. Estas páginas ofertan tabaco “de Extremadura o Europa” que califican como “100% natural”, “sin aditivos” y destacan sus usos como producto “medicinal”, “culinario”, “agrícola”, para la elaboración de pesticidas o para “uso humano personal”. En una de ellas incluso se advierte de que “el cliente se hace responsable del uso que pueda dar a este producto”.

Contactado por este periódico, un vendedor que ofrece “tabaco de liar 100% natural sin aditivos, listo para liar o entubar” en una página web de anuncios cuelga rápidamente el teléfono cuando se le pregunta dónde y cómo adquiere las hojas. Otros, directamente no descuelgan

La venta por libre, siempre ilegal

“Vender hojas de tabaco fuera del circuito oficial es ilegal, tanto si es el agricultor el que vende parte de su producción como si es una persona la que vende a través de una web”, afirma Miguel Ángel Martín, director de comunicación de Altadis. El circuito oficial consiste en que el agricultor vende a una empresa autorizada como Cetarsa, que procesa el tabaco bajo unos férreos controles (de humedad, químicos, etc) y confecciona la mezcla de variedades -blend- que le encargan las empresas tabaqueras, que finalmente elaborarán los cigarrillos o la picadura para liar.

Pero no solo es ilegal, sino un problema de salud pública, sostiene Rocío Ingelmo, directora de Asuntos Corporativos y legales de Altadis. Alerta de que los clientes pueden pensar que se trata de un producto más natural, pero no es así. No pasa por ningún control de calidad, por lo que puede no tener las condiciones necesarias de conservación o humedad o llevar gran cantidad de pesticidas, por ejemplo.

“Una catástrofe”

“Si sigue aumentando este contrabando, será una catástrofe”, dice Pedro Fernández, un agricultor que cultiva tabaco desde hace 30 años, cuando sustituyó sus esparragueras por esta planta que ahora apenas asoma unos centímetros por encima de la tierra parda de la Vera del Tiétar, pero que alcanzará cerca de los dos metros a finales de verano. Fernández cultiva unas 140 hectáreas, que cada año le dan alrededor de 420.000 kilos de hoja de tabaco. Vende toda su producción a Cetarsa, como buena parte de los agricultores de la zona, a una media de 2,22 euros el kilo. La empresa pública adquiere alrededor del 80% del tabaco que se cultiva en Extremadura, donde, a su vez, crece cerca del 95% del tabaco español, unas 30.000 toneladas anuales. “Es competencia desleal”, sentencia Fernández que, sin embargo, defiende a los agricultores de la zona. “Esto es cosa de gente de fuera”, dice, pero el hecho es que si alguien lo compra es porque alguien lo vende. ¿Quién? Afirma no conocer casos. Conde asegura que una vez que se tiene la hoja, es sencillísimo triturarla. "Basta una batidora, una Thermomix o una máquina de triturar documentos". Luego se mete en bolsitas y listo.

Tampoco desde Altadis tienen datos de cuánto tabaco se vende fuera de los canales oficiales, puesto que es ilegal. Simplemente aseguran que “se percibe un incremento considerable de páginas que se dedican a la venta fraudulenta”. Sí ofrecen una cifra de incautaciones por parte de las fuerzas de seguridad, 1,9 millones de latas o paquetes, con un peso indeterminado.

Una trabajadora selecciona hojas de tabaco en la planta de Cetarsa en talayuela (Cáceres).
Una trabajadora selecciona hojas de tabaco en la planta de Cetarsa en talayuela (Cáceres).antonio lago

Y ¿qué se puede hacer para atajar este contrabando? Rocío Ingelmo se lamenta de cierta impunidad derivada de que los servidores de las páginas web donde se vende están alojados fuera de España, por lo que cerrarlas es “complicado”. “Tampoco la Guardia Civil puede ir detrás de cada furgoneta”, dice. En Altadis apuestan por “cambios normativos” y ponen la mirada en Polonia y Portugal, países en los que se han tomado medidas fiscales contra el fenómeno. En cuanto a los agricultores, Agustín Conde, de Cetarsa, apela a la concienciación. Que entiendan que no solo supone un peligro para “la salud pública o los ingresos del Estado, sino también para el propio sector”, que da trabajo -directo e indirecto- a unas 65.000 personas en Extremadura.

El caso es que, debido al descenso del consumo de tabaco en general, del 11% desde que en 2005 entró en vigor la ley antitabaco que prohíbe fumar en los lugares de trabajo y en el interior de bares y restaurantes, las tierras de Extremadura tienen excedentes y además, desde que en 2013 subieron los impuestos, ha caído el precio que se paga por la hoja. Dionisio Sánchez, de una de las agrupaciones de productores que vende a Cetarsa, asegura que desde 2011, cuando el kilo del tabaco que vende a la empresa pública alcanzó los 2,4 euros, ha venido cayendo. De ahí que los agricultores se vean tentados de vender su producción o excedentes fuera de los canales oficiales. Cetarsa, que factura anualmente 75 millones de euros y obtiene un millón en beneficios, afirma que no puede comprar todo ese excedente porque tienen que mantener sus márgenes y porque desincentivaría a los agricultores a mantener el nivel de calidad, afirma Conde.

En definitiva, el blend para atajar el contrabando llevaría un porcentaje elevado de concienciación, tanto del agricultor como del consumidor, otra parte de trabajo de las fuerzas de seguridad y se completaría con los cambios normativos que reclama Ingelmo.

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