“Se podrá pagar con el dedo gracias a un lector de venas”
Nicolas Huss, director ejecutivo de Visa Europa, apuesta por fórmulas de pago más innovadoras
Nicolas Huss (Niza, 1964), tiene la misión de pilotar la estrategia del cambio radical de Visa Europa, centrada en la innovación aplicada a los deseos del cliente. El objetivo último es tratar de reducir al mínimo el uso de dinero en efectivo facilitando el pago por todos los medios posibles, cuanto más cómodos, rápidos y seguros, mejor. La digitalización de la banca, acelera este proceso.
Los laboratorios de Visa en Londres, Tel Aviv y Berlín trabajan para encontrar nuevas soluciones de pago que puedan ser una realidad comercial. “Han creado un sistema que recoge los datos biométricos utilizando tecnología conectada a las venas del dedo”, comenta Huss y muestra un vídeo donde unos empleados pagan sus comidas en el comedor de la empresa colocando el dedo índice en un pequeño soporte. “No es un lector de huella digital, sino una pequeña máquina que identifica las venas con capacidad para estar seguro de que corresponde al titular de la cuenta. También hemos creado, junto con el diseñador Henry Hollland, un anillo para pagar sin contacto, (contactless), gracias a un microchip que va en el interior”.
Estos dos sistemas son todavía pruebas, pero Huss está convencido de que son el camino del futuro, junto a otras soluciones que ya están en la calle. Además de la lectura del iris de los ojos, “ya se están desarrollando las pulseras y relojes que permiten pagar gracias a un chip interior y se comercializan bien en España”, añade. Es lo que se denomina en castellano “tecnología ponible”, de la denominación inglesa wearable technology. Todo esto además del desarrollo del pago con el móvil, que avanza con rapidez. De hecho, el 21% de los pagos intermediados por Visa no se hacen tarjeta.
“Las autoridades deben velar por las tarifas”
La guerra de las comisiones en los cajeros automáticos se ha saldado con altas tarifas para los no clientes que acudan a las máquinas de las tres grandes entidades, Santander, BBVA y CaixaBank, y el final de 4B y Servired como redes de efectivo.
Preguntado por la idoneidad de las tasas, Nicolas Huss recuerda que “Visa no fija las comisiones”, aunque sí da el visto bueno a la aplicación que hacen sus clientes, los bancos. Recuerda que tanto el Banco de España, el Ministerio de Economía y la Comisión de la Competencia “han seguido de cerca este tema y son los que deben velar por la transparencia de las tarifas”. No quiere valorar si son caras o baratas. “En unos países se cobra más. Creo que la tarifa media bajará y es mejor no incentivar que el cliente vaya al cajero”.
Huss está convencido de que “la innovación está llegando con una fuerza brutal. El futuro ya no es pagar con plástico, sino con otros medios más cómodos y sin contacto”, añade este director ejecutivo. La firma maneja 520 millones de tarjetas en Europa y 45 millones en España. Según sus datos, controla el 60% de las transacciones a través de medios de pagos en Europa. Pero Visa no está en un pódium tranquilo desde donde contemplar el futuro. Huss no oculta que su negocio está amenazado por los grandes de la tecnología, Apple y Google, así como los de las gigantes de las telecomunicaciones, como Samsung, además de las nuevas empresas emergentes, las start up. “El mundo de los medios de pago cambia a gran velocidad, rodeados de todos estos competidores y con una regulación muy intensa”.
Esta cruzada contra los billetes y monedas abarca los pagos grandes y pequeños. “La clave es que sea muy fácil comprar un periódico, un café o cualquier objeto caro. Debemos tener muy buena tecnología para que cuando el cliente la utilice no haya fallos. Si se producen errores, la gente rechaza el sistema para el futuro. Los pagos deben ser sencillos, seguros y fáciles de usar las 24 horas”.
¿Cuándo llegará el fin del efectivo? Dinamarca ha dicho públicamente que quiere reducirlo al máximo. Huss explica que los países nórdicos son los más avanzados en este campo y recuerda que en Suecia ya hay cadenas de grandes supermercados “que no admiten el efectivo. Incluso el banco más grande de aquella región, Nordea, y uno de los más fuertes de Europa, ha decidido que la mitad de las oficinas no recojan ni entreguen efectivo a los clientes en las ventanillas o los cajeros”.
En Visa son conscientes de que queda mucho por hacer, porque todavía el 70% de los pagos se hacen en metálico en Europa. Esta guerra, con intereses comerciales para las empresas de tarjetas y para los bancos que cobran por estos servicios, tiene una ventaja social: acotar el dinero negro y la economía sumergida.
Sin límites sociales
Algunos expertos apuntan que esta tendencia a la inundación de tarjetas puede expulsar a las personas de escasos recursos y poca bancarización así como a las de mayor edad por la dificultad en el uso de la tecnología. Huss discrepa y pone a México como ejemplo. “Las personas con trabajos temporales y sin domicilio fijo, utilizan las tarjetas de los supermercados. Con el tiempo, logran un historial de pago y acceden al móvil y a otras tarjetas de crédito. En África sucede algo similar: han pasado de una economía básica al pago por móvil, sin pasos intermedios”.
Respecto a los mayores Huss recuerda el caso de Grecia donde la imposibilidad de obtener dinero en los cajeros por el corralito disparó el uso (obligado) de las tarjetas, también entre los mayores. “Ha pasado lo peor en Grecia, pero la gente sigue usando masivamente el plástico, incluso los mayores. Si es fácil, la gente usa las tarjetas”, concluye.
España es un terreno abonado para la tecnología de pago “porque a los clientes les gusta la innovación. Según la última encuesta, el 45% están dispuestas a utilizar el móvil para hacer pagos, mucho más que en otros países”, señala este ejecutivo. La innovación financiera no cesará.
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