BlaBlacar rueda a toda marcha
La firma francesa, que opera ya en 19 países y sigue duplicando su plantilla cada año
Frédéric Mazzella es una celebridad en Francia. Con solo 38 años, ejerce de presidente de una empresa de éxito que hace bien poco era solo una startup. El éxito de su firma, BlaBlaCar, se percibe como la demostración palpable de que la sociedad francesa es innovadora y dinámica. Solo el año pasado nacieron 96.100 sociedades en este país. En plena expansión, la firma duplica cada año sus efectivos. Una de las claves de su éxito es haber sabido desarrollar una buena idea. “Cuando la tienes te vuelves un poco paranoico. Lo importante es no quedar paralizado y actuar rápido, como cuando el jugador de rugby coge el balón. Hay que echar a correr”, explica Mazzella en la sede central parisina de su sociedad.
En las oficinas de BlaBlaCar en París las salas son amplias, muchos muros son transparentes y la lengua franca es el inglés. La media de edad es de 29 años y muchas reuniones se realizan de pie, frente a una pizarra, o en la cafetería, donde todos pueden saber qué se está haciendo en otros departamentos. Por las paredes se diseminan, siempre en inglés, los lemas que inspiran la cultura de la firma: “Somos apasionados. Innovamos”. “Piénsalo, constrúyelo, úsalo”. “Comparte más. Aprende más”. “No asumas nunca. Comprueba siempre”. Es parte de la filosofía de la empresa, que pretende mantener este espíritu fundacional y motivante. Fácil, cree Mazzella, ahora que todavía crece de manera acelerada y que promueve el credo de la economía colaborativa.
Jaime Rodríguez, 31 años, es el responsable de la firma en España y está entusiasmado con el sistema. “Ahora queremos contar experiencias. Hay parejas que se mantienen en la distancia gracias a BlaBlaCar. Me gusta especialmente la historia de una octogenaria que puede viajar de puerta a puerta, desde Madrid a un pueblo de Almería, gracias a este sistema. Se lo propusieron sus nietos”.
La brillante idea que puso en marcha BlaBlaCar partió de un viaje que ya empieza a ser famoso incluso fuera de Francia. Mazzella tenía que ir a casa de su familia, lejos de París, en Navidad. Era el año 2003. No encontraba ya billetes de tren y autobús y alquiló un coche. Fue en el trayecto cuando comprobó la cantidad de coches que se movían al mismo tiempo en su misma dirección y lo solos que viajaban los conductores.
Largo recorrido
BlaBlaCar nace en 2006, producto de una idea del físico y exempleado de la NASA Frédéric Mazzella de utilizar una plataforma de internet para facilitar que la gente comparta coche en viajes de largo recorrido.
Entre 2006 y 2008 el equipo fundador, formado por siete personas, invierte en la empresa 100.000 euros para ponerla en marcha.
En 2009, la firma queda concentrada en tres socios: Mazzella, Francis Nappez y Nicolas Brusson.
A partir de 2009 empieza su expansión fuera de Francia. España es el primer, en 2010, en entrar en el sistema. Hoy, BlaBlaCar está en 19 países.
En 2011 supera el millón de usuarios en Europa.
Hoy tiene 20 millones de usuarios y 360 empleados, la mayoría de ellos en la central de París.
La empresa, por la que han apostado importantes fondos de inversión, está hoy valorada en 1.400 millones de euros, según datos propios.
Con esa idea, puso en marcha junto a otros seis emprendedores una empresa que bautizó como Comuto, y una página web para facilitar justamente lo que en algunos países estaba ya desarrollado y goza de buena fama: compartir coche, un estilo de viajar que tiene nombre propio en Francia (covoiturage) o en Reino Unido (carsharing) pero no en España. “Con toda la modestia puedo decir que en España se está imponiendo lo de hacer un blablacar”, dice orgulloso Jaime Rodríguez, que ha acudido a la sede de París para una de las habituales semanas internacionales que organiza la firma.
España, con 2,5 millones de usuarios, es uno de los países donde mayor éxito ha obtenido BlaBlaCar. También, el único donde ha empezado a encontrar dificultades. La patronal de transportes en autobús Confebús la ha demandado por supuesta competencia desleal. “Es sorprendente que tengamos ese problema”, dice Mazzella. “Nos quieren hacer responsables de su pérdida de negocio”. Frenar a los nuevos negocios que permite la red, como Uber o BlaBlaCar, es para Mazzella como intentar que no suba la marea.
El respeto hacia BlaBlaCar en Francia no solo es de naturaleza financiera. Se valora su labor en favor de la reducción de gases de efecto invernadero al ahorrar trayectos y carburantes. La ministra de Ecología Ségolène Royal es entrevistada al lado de Mazzella y el ministro de Economía Emmanuel Macron viaja con él a Londres. Fomentar el ‘covoiturage’ se contempla incluso en la Ley de Transición Energética, una de las normas más importantes lanzadas por François Hollande en esta legislatura.
Un sistema sencillo
El sistema de BlaBlaCar es simple: millones de usuarios, que deben identificarse siempre en la plataforma, lo que funciona como un filtro esencial para evitar abusos, anuncian su próximo viaje en coche o buscan a algún automovilista que les facilite el recorrido que quieren hacer. Se paga a la empresa (que se queda con una comisión) y esta envía el dinero al conductor una vez finalizado el viaje. En caso de anulación de última hora hay penalización. Que le lleven a uno de París a Perpiñán (850 kilómetros) sale en torno a los 50 euros.
A pesar del impresionante resultado de la firma, que en los últimos años se ha beneficiado de más de 300 millones de dólares provenientes de varios fondos de inversión, la firma considera que aún está en los principios. Uno de sus momentos cruciales fue el hallazgo del nombre adecuado, pues su primera denominación fue Comuto. Se propusieron hasta 250 denominaciones diferentes de entre las cuales se eligieron 30. BlaBlaCar no solo era la que mejor describía su actividad (charlar, compartir, viajar con otros en coche), sino que era la que todo el mundo retenía fácilmente en la memoria. “Fue mágico. Eso nos hizo crecer y ahorrarnos mucho dinero en márketing”, explica el fundador.
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