La cuenta atrás de las pensiones
Los expertos coinciden en la necesidad de incrementar la cultura financiera para afrontar el reto de la jubilación
España se necesita desarrollar y ampliar la cultura financiera de la población. Los expertos coinciden en que, de este modo, no solo se habría evitado que miles de ahorradores cayesen en agujeros como el de las preferentes, sino que podrían planificar mejor su ahorro de cara al nuevo reto: el aumento de la esperanza de vida y la previsible reducción de las pensiones públicas. Estos desafíos, abordados en un encuentro patrocinado por el Banco Sabadell el pasado día 15 en EL PAÍS, fueron analizados por un grupo de personas de sectores e ideas diferentes que coinciden en el mismo punto de partida: la información evita la desigualdad.
El Banco de España y la CNMV, por ejemplo, cuentan con una herramienta, la web finanzasparatodos, donde se ofrecen contenidos que explican, desde cómo funciona el sistema financiero hasta trucos para llegar a fin de mes o consejos para evitar el sobreendeudamiento. Fernando Tejada, director del departamento de Conducta de Mercado del Banco de España, habla además de la importancia de que los jóvenes “tomen conciencia de las finanzas en su vida, la valoración del riesgo, el presupuesto familiar”. Siguiendo las recomendaciones de la OCDE, el regulador español tiene un programa en el que cada año participan 25.000 alumnos de secundaria de 550 centros para desarrollar estas capacidades.
Aunque eso sólo resuelve parte del problema, porque la mayoría de la población queda fuera del sistema educativo. ¿Debe ser el sector privado el que tome el testigo? Y si es así, ¿como proteger a los ciudadanos del adoctrinamiento? Mónica Guardado, directora de AFI Escuela de Finanzas, cree que las entidades privadas tienen una responsabilidad en esa formación y que todas pueden hacer aportaciones pero siempre “bajo el paraguas de su RSC, porque poner al lobo a cuidar de las gallinas no sería lo más aconsejable. Creo que las instituciones de crédito están haciendo una labor importante al tratar de educar”.
Johan Svensson, director de Relación con los Inversores del Banco Sabadell, cree que más allá de la formación hay elementos culturales y sociales que diferencian a los españoles de otros europeos a la hora de planificar sus finanzas. “Las familias tienen muchas opciones de ahorrar, en España hay mucho patrimonio inmobiliario, en depósitos y no tanto en fondos de renta variable, que tienen un peso más importante en otros países”. Otra diferencia en este país es el peso de las pensiones públicas frente a otro tipo de instrumentos privados. “Hay varios pilares de la pensión, la parte pública y la parte pactada [planes de jubilación de empresas] y el tercer pilar sería el libre ahorro. Muchas personas no tienen la suficiente disciplina ahorradora. No es un aspecto particular de España, sino general. Esto tiene que ver con no tener en cuenta suficientemente el futuro y también con la inercia. Por eso hay que ver cuál es la manera más eficiente y adecuada para incorporar estos contenidos a la educación financiera”.
Ricardo González, director comercial de Mutuactivos, la gestora de fondos y pensiones de Mutua Madrileña, recuerda que el 80% del ahorro de las familias en pensiones se concentra en productos garantizados y ladrillo, “y la verdad es que hasta ahora eso bastaba. La generación actual de pensionistas no tienen los problemas con los que se van a enfrentar las generaciones de menos de 45 años. Tenemos que asumir que España va a cambiar su realidad. La reforma de las pensiones va a variar la cobertura sobre el último salario. También va a cambiar composición del ahorro de los españoles, por la propia evolución de los mercados financieros, de tipos cero como ahora. Ya no vale el producto garantizado o el ladrillo, tenemos que ser capaces de dar un paso adicional. Y hay que mentalizarse: ahorrar no es tanto separar lo que nos sobra, sino vivir peor hoy para vivir de forma más digna mañana. Tenemos que ser capaces de mentalizarnos sobre esto con la ayuda de la educación financiera”. Una asignatura difícil, como ilustra el profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad social de la Universidad Autónoma de Madrid, Borja Suárez: “Me sorprende la actitud de mis alumnos. Tienen un desconocimiento pavoroso sobre cómo van a pagar su jubilación pese a que piensan que no tendrán una pensión pública. Me dedico todo el curso a intentar convencerlos de que si quieren la tendrán”. El problema, en su opinión, no es tanto que la esperanza de vida crezca, sino qué pasará cuando se jubile la llamada generación del baby boom, formada por personas que ahora tienen entre 40 y 55 años. “Es un reto con una fecha de caducidad. El gasto en pensiones se incrementará de forma importante. El envejecimiento va a hacer que tengamos una sociedad muy distinta. Hay que adelantarse a los problemas que nos vamos a encontrar”. Suárez insiste en otro aspecto que parece haber pasado desapercibido: la reforma de las pensiones de 2013. “Estamos abocados a un sistema de pensiones en el que el peso de las prestaciones públicas va a verse reducido sensiblemente. La opinión pública ha demostrado poca madurez a la hora de percibir el cambio porque aunque no tenga efectos inmediatos, parece que nadie se ha dado por enterado. Podemos estar de acuerdo en debatir sobre un sistema qué dé más o menos margen a las pensiones privadas, pero en cualquier caso lo que me choca es ver que todo este cambio se produce sin que seamos muy conscientes de ello”.
Más allá de eso, el director de Mutuactivos cree que se ahorra “poco y mal” y que hay un problema de base: “Estamos infinitamente por debajo de la OCDE en ahorro. ¿Qué podemos hacer? Necesitamos ayudas. Una regulación fiscal que apoye y empuje a que tengamos mayor interés en el ahorro”. Propone que las plusvalías de los planes de pensiones tributen como rendimientos del capital y no del trabajo, o que se apliquen beneficios fiscales en función de los planes de ahorro. “Estamos estimulando prácticamente igual la inversión especulativa en Bolsa que el ahorro a largo plazo para complementar la pensión. Haría una recomendación: que el ahorro finalista para completar la pensión estuviese liberado de impuestos. Por lo menos en rentas vitalicias, pero estamos muy lejos de esa situación”.
El responsable del Sabadell pone como ejemplo como el KiwiSaver, el sistema neozelandés de ahorro a largo plazo implantado en 2007. Su objetivo es la jubilación, pero los participantes más jóvenes también lo pueden utilizar para comprar una vivienda. También habla del Riester-Rente alemán para incentivar el ahorro. “Los incentivos fiscales funcionan, pero poco. Lo más eficiente es tener una obligación de hacerlo, o incentivar las rentas más bajas. Un plan de pensión individual suele beneficiar a alguien con rentas altas porque tiene la tasa marginal más alta y por lo tanto su ahorro fiscal es mayor. A la inversa, como se hace en Alemania con un subsidio fijo, se incentivan las rentas más bajas para empezar a ahorrar”, cree Svensson.
Aunque para ahorrar, como recuerda Borja Suárez, hay que tener capacidad, “y a veces se nos olvida la realidad salarial española. Mucha gente no la tiene. Necesitamos recuperar una negociación colectiva que ha quedado desmantelada. No podemos olvidar que la pensión media es de 880 euros. Es otro elemento a tener en cuenta cuando tratamos de rediseñar el sistema y las implicaciones que esto tiene en términos de desigualdad”.
Los participantes en el debate añaden otros dos factores a esa realidad: los jóvenes, tengan o no educación financiera, no sienten la necesidad de programar su jubilación. Y las épocas de bonanza económica tampoco actúan de palanca para activar esa previsión. “En los años más prósperos de la España que conocemos, de 2003 a 2007, los porcentajes de ahorro eran similares a los actuales”, recuerda González. “Sobre una población activa de entre 16 y 20 millones de personas tenemos nueve con plan de pensiones, y solo seis millones han contratado un plan privado, un tercio de la población activa”.
La directora de AFI añade otro elemento importante: la inversión en ladrillo lleva unos riesgos aparejados que quizá en el futuro impidan a la población utilizar ese ahorro como colchón. Pero al cabo, ese gusto por los bienes tangibles deriva de la poca confianza de la población por el sistema financiero, alimentada por la mala praxis en la comercialización de muchos productos bancarios. “En España hay más de 500 entidades financieras. La regulación ayudará a que las mejores puedan recuperar la confianza de los clientes”, concluye Tejada.
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