El inmobiliario en los juzgados
La burbuja hipotecaria que alimentó el crecimiento de la actividad inmobiliaria durante más de una década tiene su contrapunto en las ejecuciones hipotecarias presentadas ante los juzgados, que ponen en marcha el proceso del desahucio.
Durante los años de crecimiento, con bajas tasas de morosidad, las ejecuciones se mantuvieron en niveles moderados aunque crecientes, sumando 113.265 entre 2001 y 2007. Desde esa fecha y hasta finalizar 2014 la cifra se ha quintuplicado (577.802), con un aumento espectacular al cerrarse el grifo del crédito y una estabilización posterior por encima de las 80.000 anuales. Las ejecuciones se han difundido por el país de forma muy desigual. Esos contrastes nada aleatorios resultan muy evidentes al identificar el incremento registrado en 2007-2014 con relación a los siete años anteriores en los 431 partidos judiciales en que se divide el territorio español.
Destaca ante todo su fuerte concentración espacial. Más de una cuarta parte (28%) del total se presentaron en veinte partidos judiciales, con el de Madrid muy por encima del resto (25.684). Las grandes ciudades ocupan las primeras posiciones con la sola excepción de Bilbao. Pero el hecho de que 15 de las 20 primeras se localicen en el litoral mediterráneo apunta una tendencia mucho más evidente cuando se consideran las tasas de crecimiento en estos últimos años, especialmente elevadas en tres tipos de territorios.
Un primer conjunto se identifica con la costa mediterránea, particularmente en Andalucía y Murcia, que registraron tasas de crecimiento superiores al 500%, un valor también superado en otros núcleos litorales dispersos de la Península y Baleares. Son áreas que apostaron por un turismo residencial masificado. Algo similar a lo ocurrido en sectores del litoral canario, onubense o de las Rías Baixas, aunque en volúmenes algo inferiores. Tanto en los valles del Pirineo catalán como en la sierra madrileña la proximidad a una gran aglomeración urbana provocó una presión urbanizadora parecida.
Muy distinto es el origen de lo ocurrido en otros sectores de las periferias metropolitanas, muy visible en Madrid y Barcelona pero también constatado en otras. Aquí se instalaron familias jóvenes con rentas medias-bajas y empleos a menudo precarios en urbanizaciones dispersas. En paralelo se produjo una proliferación de polígonos industriales y parques logísticos destinados a pequeñas firmas en busca de suelo o naves baratos. Que estos grupos sociales y empresas se cuenten entre los más vulnerables ante la crisis permite entender que las tasas de crecimiento en estas áreas sean de las más elevadas. Finalmente, un tercer conjunto disperso corresponde a ciudades medias del interior, desde Antequera, a Calatayud, Aranda de Duero, Lalín o Tomelloso entre otras.
Aunque las cifras sólo alcanzan a bosquejar el drama social de los desahucios, recordar que al finalizar 2014 quedaban en los juzgados españoles un total de 215.472 ejecuciones hipotecarias pendientes de tramitación. Será una de las herencias más pesadas y duraderas de la crisis.
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