¿Influye la antigüedad de mi coche en mi bolsillo?
Alargamos la vida útil de nuestros automóviles, pero hay que saber ver cuándo vale la pena y cuándo no
“Fuera lo viejo y dentro lo nuevo”. Tendemos a tirar aquello que está viejo, aquello que ya no sigue la moda o aquello que ya no cubre nuestras necesidades como al principio. Pero quizá si hay en algún caso en el que se aguante más es con el coche. No es frecuente cambiar el coche cada poco tiempo porque requiere de una gran inversión.
Estiramos la vida útil de nuestro coche hasta límites incalculables, de hecho según el Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO) de Arval, en 2013 el periodo de posesión de un vehículo es de 10,7 años, un 10,3% más de tiempo que en 2012. Y es en este punto en el que nos preguntamos ¿Por qué lo hacemos? ¿Es una cuestión de ahorro? ¿Gastamos más con un coche viejo o con uno nuevo? La respuesta a tanta pregunta no es del todo fácil, en ellas intervienen varios factores como el de la utilidad que le damos al vehículo, la falta de presupuesto para uno nuevo, el cariño que le tenemos a nuestro coche o el buen mantenimiento que le hemos realizado por ejemplo.
Pero ciertamente hay cuestiones en relación a un vehículo viejo que afectan positiva y negativamente en nuestro bolsillo, no todo es de color de rosa, ni todo es oscuro como el carbón, siempre hay pros y contras que hay que tener en cuenta si queremos mantener nuestro coche en funcionamiento hasta el último momento.
- Precio del seguro. Uno de los “pros” nos lo encontramos en el precio del seguro. Contratar una póliza para un coche viejo es más barato que hacerlo para un coche nuevo. Además no se suele contratar a todo riesgo, ya que dependiendo de la antigüedad del vehículo no merecerá la pena, es el momento en el que se escucha eso de “cuesta más el seguro que el coche”.
- Recambio de piezas. Otro de los aspectos positivos para nuestro bolsillo es el de poder disponer de recambio de piezas en desguaces con las que poder realizar los arreglos pertinentes de un modo más barato.
- Sin efecto “obsolescencia programada”. Es frecuente escuchar aquello de “los aparatos de antes duraban más”, esto se debe a la implantación de una obsolescencia programada, con la que ahora cualquier aparato tiene fecha límite para su funcionamiento. Los coches antiguos es posible que se salven de este efecto, se fabricaban para durar y durar y no con el objetivo de tener una vida útil ya estipulada y tener que comprar otro.
- Fiabilidad. Lo primordial durante el uso de un coche es la seguridad y fiabilidad que éste te aporta. Un coche, a medida que se hace uso de él y pasan los años, pierde prestaciones y por lo tanto la probabilidad de sufrir una avería o incluso un accidente aumenta si el vehículo es antiguo. Así lo expresa la Dirección General de Tráfico, que indica en sus estadísticas de accidentalidad de 2011 que el 62% de los turismos accidentados tenía entre 5 y 14 años de antigüedad. El paso de los años en un coche se traduce en cada vez más averías y por lo tanto más visitas al taller y eso solo tiene un resultado: mucho más gasto en reparaciones.
- Impuestos. Según las estadísticas de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, España tiene un parque móvil de 28 millones de vehículos con una antigüedad media de 10 años. Estos vehículos antiguos son los responsables de más emisión de gases contaminantes, por ello desde el Gobierno han querido “castigar” a aquellos que tienen coches antiguos, subiendo el impuesto de circulación tal y como exponen en el Plan Aire 2013-2016 que planta el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Como se ha dicho al principio, todo tiene su lado bueno y su lado malo, sopesar los pros y contras es importante, pero en materia de coches lo principal es la seguridad, por lo que un coche más nuevo es capaz de dar más garantías, usándolo con precaución. Por lo tanto la antigüedad de un coche influye en el bolsillo, sí, pero para bien y para mal.
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