Los platos de ducha se camuflan
Los desagües pasan inadvertidos al ser del mismo material o situarse en la pared
El cambio de bañera por plato de ducha ha resultado ser algo más que una cuestión de seguridad, accesibilidad y espacio. Que lo es. Se trata como un elemento decorativo más y se busca su lado más estético.
Los nuevos platos de ducha son funcionales, extraplanos y, en la mayoría de los casos, van encastrados para facilitar el acceso y limpieza. Los que están a ras de suelo evitan, además, tener que sortear obstáculos para entrar en la ducha.
Se busca que nada rompa la continuidad. Los desagües se ocultan con embellecedores del mismo material para que pasen inadvertidos. "Se opta por integrar y ofrecer un plato con embellecedor fabricado con el mismo material, compatible con cualquier sistema de desagüe existente en el mercado, de forma que la superficie de ducha no se vea alterada por ningún elemento que rompa la continuidad visual", explica Miriam Espurz, responsable de diseño de Systempool, la empresa del Grupo Porcelanosa que se dedica al equipamiento de duchas y bañeras. Algunos son ranuras en los laterales del plato.
Un cambio más radical es llevar el desagüe del suelo a la pared. Hace que la ducha se desdibuje y el baño se convierta en un todo.
La firma Geberit ha presentado un nuevo sifón para duchas integradas en el pavimento que desplaza la evacuación del agua del suelo a la pared. El desagüe está en la pared, de manera que el suelo se transforma en una superficie continua y sin obstáculos. La reducida altura del sifón permite construir una ducha de obra en suelos con un espesor de la base del solado de tan solo 65 milímetros. Por eso, está especialmente indicado en la reforma de baños, ya que los edificios antiguos a menudo tienen un suelo de menor espesor. El sistema de impermeabilización también está integrado en el bastidor de instalación, con lo que el aislamiento del suelo y la pared es fácil de implementar. Además, la construcción de la solera es más sencilla porque no se necesita tener en cuenta el desagüe, que lleva un filtro anticabello integrado. El conjunto más económico de sifón más embellecedor es de 342,70 euros, y el más caro, de 444,30 euros.
No obstante, si se opta por la tradicional rejilla en el suelo, también se puede innovar. Las hay de todas las formas y estéticas: con motivos de flores, de líneas puras, círculos, radial... Las más sofisticadas cuestan en torno a 115 euros.
Lo de sacar el metro y hacer encaje de bolillos para que el plato se ajuste al hueco es innecesario. Se conciben a medida y personalizados con formas y cortes especiales: cuadrados, rectangulares, semicirculares, con cortes para salvar columnas, con una curvatura que permite la instalación de mamparas de cualquier fabricante del mercado...
"La serie Land, hecha con resina, se fabrica permitiendo el corte a medida, adaptándose así a las exigencias del cliente. Su precio parte de 425 euros", señala Espurz.
Eso sí, el tamaño del espacio determina la forma. En un baño con una superficie menor de 3,5 metros es recomendable un plato cuadrado o de cuarto de círculo. Para un tamaño mayor, un modelo de forma rectangular.
El blanco puro y los colores neutros son una apuesta segura. El leitmotiv de esta tendencia es lo natural. "Formas neutras, colores blancos y neutros y contrastes sutiles. Texturas sedosas, como las que nos proporcionan las superficies sólidas, o con acabados que simulan piedras, pizarras, texturas presentes en la naturaleza", aclaran en Systempool.
También hay sitio para platos más llamativos, para baños más desenfadados y algo transgresores. "Se pueden personalizar con una carta enorme de colores, con rojos, naranjas, verdes, grises, negros, morados o marrones", indican en Leroy Merlin.
No es más que un plato de ducha, pero hay mucho que decidir. Los platos de ducha contemporáneos están fabricados de resinas con distintos acabados superficiales que permiten incorporar productos antideslizantes.
"El espesor de los platos de ducha oscila entre 25 y 30 milímetros", explican en Urdaplast, firma cuyos modelos con textura de pizarra y grano están fabricados mediante una mezcla de resinas sintéticas. Es un producto compuesto principalmente por cargas minerales y polímeros. Su precio varía desde los 150 a los 1.045 euros, según la forma y el tamaño. Además, van provistos de un esmalte antibacteriano y exento de porosidad. Este acabado impide la penetración de la suciedad en la superficie y consigue un acabado impecable, incluso aplicando productos como la lejía.
Pero también los hay de piedra natural, cerámicos, acrílicos, de madera de ipe o de obra. La última palabra la tiene el cliente.
"Si se busca facilidad de acceso, un material totalmente antideslizante con un tacto cálido, proponemos la piedra natural. Si, además, buscas un plato resistente a los golpes, el material ideal es la carga mineral. Por otro lado, si valoras la resistencia a los golpes y a los productos de limpieza, el acrílico puede satisfacer estas exigencias. Y recomendamos el gres si das más importancia a que el acabado del plato sea inalterable y no amarillee por el uso de productos como la lejía", aconsejan en Leroy Merlin.
Lo más económico son los platos cerámicos de color blanco, que se pueden encontrar desde 76,90 euros (70 x 90 centímetros). Con la misma medida, el acrílico cuesta 89,95 euros; y el de carga mineral, desde 279 euros. Para otras medidas se necesita un presupuesto personalizado.
Los platos de obra son proyectos personalizados. Es la oferta estrella de todas las empresas de reforma, que se han lanzado al cambio de bañera por plato de ducha. Los precios parten de 500 o 600 euros, todo incluido, en adelante. El presupuesto final dependerá de los acabados. La paleta de opciones también es muy amplia: acabados en solado para masaje de piedra de río tratada; fabricado con piedras de río de color negro; hecho con gres porcelánico antideslizante imitando madera...
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.