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“Estoy un poco en falso, asumo el riesgo”

Un conductor de Uber en Barcelona admite que no tiene licencia y que no declara los ingresos La compañía busca más coches para cubrir la ciudad

Dani Cordero
Un móvil instalado en un coche muestra la aplicación de Uber
Un móvil instalado en un coche muestra la aplicación de Uber L. N. (REUTERS)

Como a otros millones de personas, la crisis golpeó con dureza la cartera de Toni —que reclama hablar bajo seudónimo por temor a represalias— pero en los últimos meses ha apostado por el pluriempleo: le dedica unas 25 horas semanales a Uber, el servicio que permite a través de una aplicación del móvil localizar un conductor dispuesto a hacer de taxista, aunque sea sin licencia. El modelo, que ya funciona en más de cien ciudades de todo el mundo y en abril se estrenó en Barcelona, genera las iras de los taxistas allí donde desembarca y, en España, también las advertencias de las administraciones, que advierten que el transporte de viajeros requiere de permisos administrativos.

Toni es comercial pero le dedica unas 25 horas semanales a Uber

Pese a que la Generalitat ya le ha abierto expediente sancionador y le ha invitado a cerrar, Uber ha obviado los avisos. Sigue buscando conductores —no dice con cuántos cuenta— con vehículo propio dispuestos a transportar a personas a cambio de un módico precio, siempre por debajo de las tarifas oficiales de taxi. Para el cliente, el procedimiento no es complicado: bajarse la aplicación, registrarse, dar los datos de una tarjeta de crédito y, a partir de ahí, pedir el coche. Después, una vez completado el servicio, confirmar el pago. Y hasta otra.

Toni continúa trabajando como comercial y explica que se había planteado adquirir una licencia de taxi para dedicarse a tiempo completo. Le gusta conducir y no le molesta compartir experiencias con gente desconocida, al contrario. Uber le permite compaginar su profesión con el transporte de viajeros, “sobre todo turistas que están de visita por Barcelona”, y sacarse un modesto sobresueldo.

“No es una locura, pero voy tirando”, explica este chófer por horas que asegura que puede llegar a efectuar 25 viajes a la semana. Según sus cálculos, le sale un viaje por cada hora y media que se dedica. De promedio, cada viaje sale por unos siete euros. Él se queda el 80% de la tarifa, mientras que Uber se queda el resto, a modo de comisión, por la intermediación entre el conductor y los clientes.

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No obstante, y ante la escasez de conductores, el portal estadounidense que en España opera mediante una sociedad holandesa paga una prima a los conductores si estos son capaces de superar un número determinado de horas dedicadas a la semana en el centro de Barcelona. Si es así, cada uno de esos viajes tiene una bonificación de quince euros. “Les interesa que haya coches en la calle, porque los de Uber saben que si una persona se conecta al móvil para pedir uno y no lo encuentra, se desenchufará para siempre”, reflexiona Toni, quien asegura que en los mejores momentos, puede haber en Barcelona entre 10 y 12 coches de Uber circulando. Nada que ver con la oferta de taxistas existente en la capital catalana.

Este conductor negaba este martes conocer las amenazas del Ministerio de Fomento de imponer multas a quienes transporten viajeros sin licencia. “Estoy un poco en falso, pero asumo el riesgo”, admitía. Se escuda en parte en que su vehículo está asegurado con una póliza a todo riesgo y explica que si tuviera un accidente diría que va “con amigos, aunque sean estadounidenses”. Respecto a la declaración fiscal de los ingresos generados como conductor, dice: “Lo estoy hablando con mi abogado y mi gestor y creo que lo que haremos será darme de alta de autónomos, porque no quiero pillarme los dedos. Declararé como si fuera transportista y ya está”, zanja.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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