La banca británica comprobará que los clientes pueden pagar sus hipotecas
La banca británica preguntará a los clientes sobre sus gastos mensuales y comprobará su solvencia a largo plazo antes de concederles hipotecas, a partir de una nueva normativa que entra en vigor el sábado en el Reino Unido.
De acuerdo con la llamada Revisión del mercado hipotecario (MMR, en inglés), que se diseñó tras la crisis crediticia de 2008 si bien se había pospuesto su aplicación, las entidades estarán obligadas a asegurarse de las condiciones económicas de los ciudadanos.
Así, en la entrevista previa a la concesión de una hipoteca podrán preguntar sobre los gastos mensuales concretos, como de guardería o peluquería, y sobre los planes de jubilación o la intención de formar una familia.
Además, los bancos realizarán un "ejercicio de resistencia" sobre las finanzas de los clientes a fin de comprobar que podrían devolver el crédito incluso si los tipos de interés, actualmente en el 0,5 % en el Reino Unido, subieran hasta un 7 % en un periodo de cinco años.
Hasta ahora, era suficiente con presentar prueba de los salarios para optar a la hipoteca, pero la Autoridad de conducta financiera (FCA), reguladora del sector bancario, considera que hay que endurecer los requisitos para evitar deudas impagables.
"El principio central es uno muy sensato: presta a la gente lo que pueden devolver", ha declarado a la cadena pública BBC el director ejecutivo, Martin Wheatley.
La Asociación de cajas de ahorros apunta que los nuevos requisitos no significan que dejen de concederse hipotecas a las personas de ingresos inferiores o con depósitos bajos y subrayó que "es improbable que una sola categoría de gastos" marque la diferencia entre la aprobación o el rechazo de un crédito.
Con todo, se espera que esta normativa lleve a la desestimación de más solicitudes, en un momento de auge del mercado inmobiliario del Reino Unido.
Este sector ha salido de la crisis y amenaza incluso con formar otra burbuja debido al incremento del precio de la propiedad por la creciente demanda, impulsada en parte por un programa gubernamental de avales a compradores de primera vivienda.
Tanto es así que el Banco de Inglaterra ha suspendido su programa de crédito barato a la banca para promover la concesión de créditos hipotecarios y ahora centra sus ayudas en las pequeñas y medianas empresas.
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