Empresas españolas pugnan por contratos faraónicos en el sudeste asiático
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, viaja a la región acompañado por una docena de empresarios
Cansado pero contento. Así ha terminado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, la gira que inició el pasado lunes en Manila y que le ha llevado también a Hanoi y Kuala Lumpur. Estos tres países (Filipinas, Vietnam y Malasia), aunque muy diferentes, están entre los de mayor crecimiento económico del mundo y forman parte de la ASEAN (Asociación de Estados del Sudeste Asiático), un bloque de más de 500 millones de consumidores que el año próximo derribará sus últimos aranceles internos.
Margallo ha recordado que los últimos ministros españoles de Asuntos Exteriores que visitaron la zona lo hicieron en 1994 (Malasia), 1996 (Vietnam) y 2009 (Filipinas), por lo que se trata de “recuperar el tiempo perdido” y “perseverar en el empeño”. Para concretar este acercamiento, una delegación del Gobierno vietnamita visitará Madrid la semana próxima.
El jefe de la diplomacia española ha viajado acompañado por una docena larga de empresarios, que no se mostraban menos satisfechos. “Europa es nuestra casa, en Iberoamérica tenemos una larga experiencia, pero esto nos pilla muy lejos”, ha reconocido Manuel Teruel, presidente del Consejo de Cámaras de Comercio. Y la mejor manera de aterrizar es de la mano de un ministro que ayude a abrir puertas y establecer contactos.
En Malasia, el más rico de los tres países, las empresas españolas no son totalmente desconocidas. Acerinox montó en 2008 una planta de acero inoxidable en la que ha invertido 1.200 millones de dólares y creado más de 400 empleos.
Pero incluso esta gigantesca inversión se queda pequeña ante los faraónicos proyectos que hay por delante: un consorcio español aspira a construir el tren de alta velocidad entre Kuala Lumpur y Singapur, que incluirá un túnel bajo el mar y cuyo coste puede alcanzar los 12.000 millones de euros; y la empresa Técnicas Reunidas pugna por hacerse al menos con una parte del proyecto Rapid, una refinería y complejo petroquímico, próximo a la frontera con Singapur, cuya primera fase está presupuestada en 20.000 millones de dólares, que podrían ascender hasta 69.000 a largo plazo. "Ninguna empresa del mundo puede por sí sola asumir un proyecto de esta envergadura", admite un experto.
Más modesto, pero no menos importante. En los últimos días Filipinas y Vietnam han adjudicado a la división española de Airbus la compra de tres aviones de transporte C-295 cada una (valorados en unos 35 millones de euros por unidad). Filipinas ya dispone de tres aviones C-212 de fabricación española que han colaborado en la búsqueda, aún infructuosa, del Boeinhg 777 de la línea aérea malasia desaparecido a principios de marzo con 239 pasajeros a bordo. Un suceso que sigue conmocionando al país.
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