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Atentos al último señuelo de los bancos

Los expertos aconsejan leer la letra pequeña de los fondos de rentabilidad objetivo

David Fernández
Getty Images

Cuando las redes bancarias ponen la máquina a funcionar no hay producto financiero que se les resista. Esta vez las sucursales han recibido órdenes de volcarse en un nuevo tipo de fondos de inversión. Se trata de los fondos de rentabilidad objetivo, que vienen a ocupar el hueco de los famosos garantizados aunque con un matiz: no aseguran al cliente el patrimonio invertido a vencimiento y solo se fijan unas metas de ganancias a las que se aspira a llegar, pero no hay un compromiso ninguno de lograrlas.

Para darse cuanta del éxito de estos productos basta echar un vistazo a las cifras oficiales de la industria. En los dos primeros meses de 2014 las suscripciones netas —entradas menos salidas de dinero— de todos los fondos que se venden en España se situaron en 7.054 millones de euros. Solo los fondos con objetivo de rentabilidad captaron 3.259 millones. Este resultado hay que ponerlo, además, en su contexto que en cualquier otro país podría calificarse de adverso: los asesores financieros creen que estos fondos tienen más riesgos que ventajas; y su boom viene precedido de una dura advertencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

El supervisor bursátil publicó en julio pasado un comunicado estableciendo una serie de garantías de transparencia que las entidades comercializadoras de los fondos con rentabilidad objetivo tenían que incluir en los folletos de venta para reforzar la transparencia. “La sustitución de fondos garantizados por otros no garantizados supone un riesgo de que el inversor del fondo preexistente no sea consciente de la ausencia de garantía del nuevo producto. Por ello, las entidades deben evitar, en la medida de lo posible, tal práctica y extremar las medidas para reducir dicho riesgo”, ordena la CNMV.

Estos fondos

Paula Mercado, analista de VDOS, reconoce que algunos fondos de esta categoría lo están haciendo bien, pero no cree que sea un activo que ofrezca muchas ventajas para los ahorradores. “Un aspecto importante para quien esté pensando en invertir en un fondo de rentabilidad objetivo es la liquidez. Es cierto que en muchos casos hay ventanas periódicas para retirar el capital, pero si se necesita recuperar el dinero con antelación al periodo que estipula la gestora para logar el rendimiento prometido, y que suele oscilar de dos a tres años, el partícipe puede sufrir penalizaciones por el reembolso anticipado. Además, hay que tener en cuenta que en ese momento su inversión podría arrojar pérdidas”, advierte Mercado.

Otro de los aspectos peor valorados por los expertos acerca de los fondos de rentabilidad objetivo son las comisiones que se pagan por ellos, teniendo en cuenta que el tipo de gestión que implican es bastante sencilla. “Para un inversor a largo plazo hay opciones más interesantes y baratas. En estos fondos no hay una gestión de producto propiamente dicha y, sin embargo, las comisiones son muy elevadas”, dice Fernando Luque, analista de Morningstar.

En un entorno donde los depósitos ya no dan más de sí en cuanto a rentabilidad y en un país en el que los ahorradores son muy conservadores y les gusta saber de antemano cuánto van a ganar, los bancos han hecho una apuesta clarísima por los fondos con rentabilidad objetivo. Se trata de fondos cuya gestora destina el patrimonio del mismo en activos fundamentalmente de renta fija con un determinado vencimiento ofreciendo al cliente del mismo participar de la cesta de activos de deuda en la que se invierte el fondo, pero siempre y cuando se mantenga en dicho producto durante el plazo fijado en el folleto del mismo, y siempre y cuando no haya ningún tipo de evento de crédito (reestructuración de deuda, emisores que no pueden pagar intereses, quiebras...) en alguno de los activos en los que se ha destinado el dinero de los clientes.

“Se trata de un producto primo hermano del fondo garantizado de renta fija, pero, aunque le cambien de nombre, sería el mismo perro con distinto collar. No creo que sea la mejor opción para un inversor. De hecho, no nos gusta, preferimos otras alternativas más líquidas y ahora mismo más rentables sin asumir mayores niveles de riesgo”, argumenta José María Luna, director de análisis financiero y estrategia de Profim. Este experto subraya que en este tipo de fondos, al tener el dinero cautivo durante un tiempo, el inversor debe ser consciente de que asume un coste de oportunidad, es decir, de poder lograr una mayor rentabilidad “con productos conservadores y totalmente líquidos. Por ejemplo, determinados fondos monetarios, fondepósitos, de renta fija europea, fondos de retorno absoluto...”.

Martín Huete, experto en gestión de activos, cree que los fondos con objetivo de rentabilidad son, “simplificando y con honrosas excepciones”, igual que los garantizados clásicos, con la única diferencia de que no tienen la garantía formal de un aval externo —normalmente de la propia entidad bancaria dueña de la gestora—. En su opinión, se venden ahora en lugar de los garantizados “porque la evolución de los tipos de interés y de las volatilidades impiden que se pueda asumir ese coste del aval externo”.

Huete, en una entrada reciente publicada en su blog, señala que hay gente “bienintencionada” que opina que para un perfil conservador los garantizados y fondos de rentabilidad objetivo sí son adecuados. “En algunos casos puedo estar de acuerdo, pero limitando las comisiones de gestión y depósito a algo razonable para el trabajo que dan, y desde luego no para haberlos vendido masivamente y con el aplauso alborozado de la propia patronal”, matiza. Este gestor cree que hay otro tipo de fondos más atractivos para aquellos ahorradores más conservadores como los de renta fija a corto plazo, perfilados, alternativos, retorno absoluto... “pero, claro, no se gana tanto [el vendedor] y no son tan cómodos de gestionar”.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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