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Estos son los nuevos filántropos

Conocidos empresarios se involucran en ayudar a los más afectados por la crisis

Recogida de alimentos en un colegio de Colmenar Viejo (Madrid)
Recogida de alimentos en un colegio de Colmenar Viejo (Madrid)SANTI BURGOS

Empresarios, directivos y empresas están liderando el cambio. La aportación de 20 millones de euros a Cáritas por parte del fundador del Grupo Inditex, Amancio Ortega, ha supuesto un antes y un después en el interés del colectivo empresarial por la filantropía. “Es una tendencia nueva provocada porque, con la crisis, el Estado de bienestar se resquebraja, las cajas desaparecen y queda un vacío enorme que está siendo soportado por las familias y comienzan a llenar las empresas privadas, formando alianzas con las ONG, conscientes de que han de involucrarse en los problemas de la sociedad. Dichos acuerdos están permitiendo que los proyectos filantrópicos tengan, además, continuidad en el tiempo”, apunta Joaquín Garralda, profesor de estrategia y RS de IE Business School.

Si bien España es un país con una enorme fibra sensible y, según las estadísticas, se sitúa entre los cinco primeros a nivel mundial en acudir a la llamada de las catástrofes, el problema es su continuidad. “Mientras que el 95% la población anglosajona dona habitualmente, en nuestro país tan solo lo hace el 11% de forma continua y el 21% lo hace esporádicamente”, asegura Catalina Parra, fundadora y copresidenta de Philantrophic Intelligence.

Algo en lo que está de acuerdo Antonio Renom, consejero delegado de Levante Capital Partners: “La filantropía en su concepción anglosajona es necesaria para la comunidad y está basada en la satisfacción por aportar. En EE UU, país en el que las donaciones filantrópicas representan el 2% del PIB, instituciones de prestigio internacional como el Metropolitan Opera, por ejemplo, basan gran parte de su presupuesto en ellas”.

Y es que en España la filantropía, como valor al alza más allá de las grandes fortunas, se halla a la expectativa de la nueva Ley de Mecenazgo, de la que se espera una mejor fiscalidad para las microdonaciones. “Mientras que en EE UU sus beneficios fiscales son del 100%; en Brasil, del 85%, o en Francia, del 60%, en España oscilan entre el 15% y el 25%, llegando en alguna comunidad autónoma al 31%”, asevera Parra. Diego Hidalgo, uno de los mayores filántropos de este país, también aboga por esta rebaja fiscal.

Las empresas comienzan a llenar el vacío dejado por las cajas y las ONG

“Este giro que se está produciendo en el concepto de filantropía en España se traduce también en un mayor seguimiento del dinero que se dona. Así, por ejemplo, Telefónica trabaja en el proyecto Proniño con alianzas con ONG locales de América Latina y está obteniendo resultados extraordinarios en la erradicación del trabajo infantil. Es el caso de ENDESA, que, con ONG brasileñas, ha desarrollado el proyecto de reciclaje de basuras para reducir la factura de la electricidad. Ha sido un proyecto ingente que ha premiado Naciones Unidas porque ha supuesto poner de acuerdo a mucha gente para obtener ahorros importantes”, explica el profesor Garralda.

Otras compañías como Accenture, Iberdrola o Repsol participan en proyectos de similar calado. También entidades financieras como La Caixa, BBVA o Banco Santander, que además se están involucrando en la realidad de la sociedad, como ha hecho El Corte Inglés en el accidente ferroviario de Santiago de Compostela.

En BP existe el programa Employee Matching Fund por el que sus empleados de cualquier lugar del mundo pueden conseguir que la compañía iguale sus contribuciones filantrópicas (BP aporta hasta un máximo de 5.000 dólares al año por empleado). En España, su última iniciativa en este sentido fue con motivo del terremoto de Lorca.

En esta misma línea filantrópica, Infojobs ha diseñado las jornadas Prepárate, en las que profesionales de recursos humanos y de coaching ayudan de forma individual y desinteresada a otras personas a buscar empleo, potenciar sus habilidades y fortalezas y canalizar sus ideas de negocio. Prepárate se celebra en Barcelona, en Madrid y en Galicia.

“Hay que dar ejemplo a través de los hechos para que otros muchos se sumen a la iniciativa y hagan las cosas por compromiso, no porque nadie les obligue”, apunta Juan Roig. Y añade: “Es así como se genera orgullo de pertenencia a tu comunidad y se puede motivar a que otros te sigan. Hablo de compromiso porque es responsabilidad de toda la sociedad participar en su bienestar. Esta solidaridad productiva contribuye a que la sociedad se sienta orgullosa de sus empresarios”.

Piden ante la futura Ley de Mecenazgo una mejora fiscal en las donaciones

En el marco de los hechos de que habla Roig se sitúa su programa Lanzadera, que pretende “apoyar el desarrollo de un ecosistema emprendedor y contribuir a implantar modelos económicos productivos que sirvan de referencia a otros”, y al que destina cuatro millones de euros, de los que tres se dirigirán a proyectos emprendedores. Una iniciativa que se suma a su aportación personal de 16 millones de euros anuales y al apoyo a start-ups que lleva a cabo desde 2008, desde el fondo de capital semilla Angels Capital, con casi 12 millones de euros hasta ahora.

También el empresario Alberto Cortina y Elena Cué han creado con fondos propios el comedor invisible desde el que ayudan a 75 familias españolas, derivadas por los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid, que se enfrentan a la pérdida de empleo de todos sus miembros. Un programa que supone entregar cestas de compra a domicilio, de forma anónima. Además han puesto en marcha el proyecto Apadrinar a una persona para que reciba todos los meses la cesta de la compra cuyo coste para el padrino es de 120 euros por persona y mes o de 1.440 euros al año. Padrinos como Alfonso Cortina de Alcocer, Myriam Lapique de Cortina, Cristina Valls Taverner, Lucrecia Botín o Juan Manuel Soto son ejemplos de esta nueva filantropía, cuya máxima es que cada uno tiene la obligación moral de ayudar a los demás en la medida de sus posibilidades.

Al igual que en Madrid hoteles de cinco estrellas y diferentes cadenas de restauración participan en el programa ALPAN, gestionado por el Rotary Club de Madrid, por el que distribuyen cada día alimentos para comedores sociales. “Colaboramos los lunes en un comedor social con capacidad para 50 personas”, explica el director del hotel Wellington, José Rodríguez Tarín, “y repartimos unos 2.600 menús al año. Para comedores sociales y otras acciones puntuales destinamos 200.000 euros en 2013”, agrega.

“Las grandes fortunas están saliendo de su tradicional anonimato porque están llevando a cabo un mayor seguimiento del destino de su dinero con el fin de evitar casos como el de recaudar fondos para una escuela en África y que luego no haya profesores y se deje abandonada. Y debido también a una cierta evolución hacia el modelo estadounidense, donde hay clubes de filántropos que se sienten orgullosos de ayudar”, concluye Garralda.

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