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COLOMBIA TURISMO

Monguí, una fábrica de balones anclada en la Colombia colonial del siglo XVI

Fotografía del 22 de junio de 2013 de un hombre exhibiendo balones de fútbol en la población de Monguí ubicada en el departamento de Boyacá, centro de Colombia.
Fotografía del 22 de junio de 2013 de un hombre exhibiendo balones de fútbol en la población de Monguí ubicada en el departamento de Boyacá, centro de Colombia.EFE

En lo alto de un páramo y dotado de imponentes monumentos de la arquitectura colonial española del siglo XVI, el pueblo colombiano de Monguí se ha convertido en una gran fábrica de balones que apuesta por la artesanía en su batalla contra la importación y falsificación.

Desde 1930, un centenar de familias de Monguí han traspasado la tradición de coser y vulcanizar balones de cuero, dueños de una técnica artesanal que ha llevado sus esféricos a la Liga del Fútbol Colombiano y ahora exporta un promedio anual de 300.000 a los mercados de Venezuela y Centroamérica.

Estas familias de origen campesino están organizadas en una veintena de empresas pequeñas que surten el 25 % de la demanda nacional de balones, especializadas sobre todo en la técnica de los cosidos a mano.

"Aquí trabajamos con tecnología de punta, pero de punta de aguja", dijo a un grupo de periodistas en una visita a su pequeña fábrica la directora de ventas de la pequeña firma Lyom, Carmen Luisa Barrera.

En esta empresa, unas cuarenta madres de familia producen balones en su casa y luego los llevan a la fábrica para terminar el proceso y venderlos por no más de 40.000 pesos (unos 20 dólares, 15 euros), mientras que las firmas distribuidoras imponen en Bogotá precios de 180.000 pesos (unos 93 dólares, 71 euros).

Aunque algunos productores que cosen los balones a máquina están un poco preocupados por la competencia de la importación china y las falsificaciones, el dueño de Balones Lyom, Emiliano Montaña, está tranquilo.

"La calidad es lo que vende", afirmó.

"Yo veo que el producto chino lo compran sólo la primera vez, mientras que el nuestro dura mucho tiempo y el cliente suele repetir, por eso no me preocupo", dijo Montaña a Efe.

El ministro de Comercio, Industria y Turismo colombiano, Sergio Díaz-Granados, declaró en una reciente visita a Monguí que "con la Superintendencia de Industria y Comercio se ha estado muy pendiente de la adulteración y suplantación de los balones" y se comprometió a proteger a las microempresas de la zona.

Asimismo, anunció que mediante la agencia de exportaciones colombiana, Proexport, el Gobierno trabajará en la certificación de los balones de Monguí para acelerar las exportaciones.

Pero en Monguí no todo son balones.

"Los atractivos son varios. Primero que todo la arquitectura, la basílica, nuestros páramos, nuestra colección de 120 cuadros de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (1638-1711) y el museo", aclaró a Efe el alcalde del municipio, Segundo Anatolio Pedraza.

Vásquez de Arce y Ceballos es el pintor más destacado de la época colonial española en Colombia, reconocido por ser un exponente de este país en el estilo barroco hispanoamericano y por sus pinturas religiosas enmarcadas en escenarios naturales, pero los cuadros atesorados en Monguí requieren una restauración urgente.

Monguí ha sido declarado en dos ocasiones el pueblo más bonito del departamento de Boyacá (centro), del que forma parte, al igual que el conocido Villa de Leyva, pero pese a ello ha sido todavía identificado como un destino turístico cultural prioritario.

Por ello, el Ministerio lo incluyó en la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, estrategia que fomenta la identidad y el desarrollo de catorce municipios con potencial turístico y cultural, al tiempo que pretende elevar la cifra de visitantes anuales, que en Monguí es de 25.000.

Entre otras estrategias está la formación de guías turísticos como el septuagenario José Próspero Hurtado, un gran conocedor de cada rincón y episodio pasado de su tierra natal, desde su fundación por padres franciscanos españoles en 1550, hasta la sublevación de los indígenas chibchas, contrarios a "prácticas religiosas por falta de costumbre".

"Tenemos la fortuna de estar rodeados del páramo de Ocetá a 2.900 metros de altura. Pasear por este regalo de la naturaleza con una 'ruana' (poncho de lana) es una experiencia que todos deberían conocer", recomendó a modo de eslogan Hurtado.

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