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COMUNICACIÓN RUMORES

La crisis e internet favorecen la difusión de rumores, como en las guerras

El periodista y doctor en comunicación Marc Argemí ha presentado hoy en Barcelona su libro "Rumores en Guerra. Desinformación, internet y periodismo".
El periodista y doctor en comunicación Marc Argemí ha presentado hoy en Barcelona su libro "Rumores en Guerra. Desinformación, internet y periodismo".EFE

La actual situación de incertidumbre social y crisis y el gran poder de internet han reproducido una situación que favorece la difusión de rumores, un "arma de destrucción masiva" que ya fue usada durante las dos guerras mundiales para desinformar y desmoralizar al enemigo.

El periodista y doctor en comunicación Marc Argemí ha presentado hoy en Barcelona su libro "Rumores en Guerra. Desinformación, internet y periodismo", un exhaustivo trabajo de investigación en el Archivo Nacional del Reino Unido, donde ha documentado cómo los británicos crearon una agencia, la Political Wafare Executive (PWE), especializada en la difusión de bulos durante la II Guerra Mundial.

Tras tres años husmeando en los archivos británicos, Argemí ha documentado la importancia de los rumores y el daño que pueden llegar a hacer, y por eso defiende que el futuro del periodista es el de "verificador de rumores".

En una entrevista con Efe, Argemí ha defendido que estamos viviendo un momento de tal incertidumbre social que es un "enorme potenciador de rumores", de runrunes, infundios y patrañas que corren como la pólvora atizados por una nueva herramienta, internet, que habría sustituido como canal de propaganda a la función que ejercía la radio y los propagandistas en la II Guerra Mundial.

En el libro, editado en castellano en versión digital y en catalán en su edición de papel, Argemí descubre que durante la II Guerra Mundial los británicos planificaron la distribución de más de 8.000 rumores, desde el suicidio de un comandante de la Luftwaffe hasta la fabricación de una nueva arma que iba a cambiar el rumbo de la guerra o la capacidad de los ingleses de incendiar el mar.

Los agentes británicos, entre los que figuraban muchos periodistas, pero también personas anónimas que difundían las habladurías inventadas intencionadamente en los mercados o entre las tropas, se encargaban que los diarios de la época y las radios propagasen también los chismes.

El periodista y doctor en comunicación Marc Argemí ha presentado hoy en Barcelona su libro "Rumores en Guerra. Desinformación, internet y periodismo".
El periodista y doctor en comunicación Marc Argemí ha presentado hoy en Barcelona su libro "Rumores en Guerra. Desinformación, internet y periodismo".EFE

Ya se sabe que la primera víctima de una guerra es la verdad, dicen.

Argemí también documenta cómo los diferentes países tuvieron que crear "clínicas antirrumores" para tratar de contrarrestar el daño que les hacían.

Tras desmenuzar los rumores de la II Guerra Mundial, el periodista dedica la segunda parte de su libro a "la guerra de los rumores en la vida real", donde incluye la calificación de Internet como "la república del rumor".

"Internet está haciendo que la opinión pública se parezca cada vez más a aquello que había antes de que existieran los medios, cuando sólo había tertulias de café", opina el especialista, que apunta que "respecto a la noticia, el rumor tiene un punto débil evidente: no pasa por ningún control de calidad".

"El rumor llega siempre el primero y se expande más rápido que la noticia", explica Argemí, que constata que, para que un rumor tenga éxito, se tiene que basar en un hecho cierto, "pero interpretado de forma poco rigurosa".

"El rumor se cría en contextos donde hay confusión, angustia, ambigüedades, incertidumbres, gran cantidad de información circulando y, por tanto, demanda urgente de noticias, eso pasaba en la II Guerra Mundial y pasa ahora en Internet", resume Argemí, que concluye que "Internet demuestra que la noticia, el producto rey, se puede adulterar fácilmente".

Argemí, que ha presentado hoy su libro en la cafetería del antiguo Hotel Ritz de Barcelona, donde dicen los rumores que se reunían los espías que estaban en la capital catalana durante la II Guerra Mundial, concluye que "del reinado de la noticia hemos pasado a la república del rumor", aunque asegura que hay estrategias para contrarrestar los chismes.

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