España, eclipse solar
Isofotón es la última víctima del parón fotovoltaico y de la dura competencia china
En 2010 España tenía una de las industrias fotovoltaicas más potentes del mundo. Casi setenta empresas: dos de producción de silicio, dos de obleas, cuatro de células y las restantes de módulos o seguidores. Tres años después, todo esto casi se ha esfumado. Quedan un puñado de firmas que tratan de resistir en los mercados exteriores, básicamente de desarrollo e instalación de parques. En el camino han quedado las verdaderamente industriales, con tecnología propia en muchos casos. Dos de las cuatro empresas de células, Cel.Celis y Pevafersa están en liquidación. Las de obleas, DC Waters y Silicio Solar están paralizadas o en concurso de acreedores. Y Siliken (que hacía silicio y módulos) también en concurso.
Ante este panorama, no ha extrañado que Isofotón (fundada en 1981 y pionera de las tecnologías solares en el mundo) haya presentado concurso de acreedores y despedido a más de la mitad de sus trabajadores (360), además, sin indemnización, dado que, como explica un portavoz de la compañía, “no tenemos liquidez para hacer esos pagos”. Lo más sangrante —e irónico— es que la desaparición de este sector haya ocurrido en pleno boom de instalación de parques solares en el mundo. Solo el año pasado se instalaron a escala global unos 28.000 megavatios de energía solar, es decir, un incremento del 42% del parque fotovoltaico mundial en un solo año.
Una vez que el sector se desplomó en España, debido a las medidas restrictivas aprobadas a partir del 2008, las empresas españolas contaban con compensar fuera lo que perdían dentro. “Todo un error”, explica José Donoso, director general de UNEF, patronal de la energía solar, “ya que sin mercado doméstico te quedas sin capacidad para competir en los mercados exteriores”. Pero esta no es la única razón. La más importante ha sido el triunfal desembarco protagonizado por las empresas chinas, decididas a conquistar el mundo al precio que sea, el más bajo posible, y que se han hecho ya con el 64% del mercado de equipos fotovoltaicos. Tres de las cuatro grandes —Yingli, Zunteco y Trina, todas cotizando en el Nasdaq de Nueva York— son chinas. Solo una, First Solar, es estadounidense.
España y Alemania se han quedado prácticamente sin industria
Se trata de una situación inaudita. Europa, que se ha quedado prácticamente sin industria (solo el 11% de la mundial), es líder en parques solares instalados. En 2012, el 60% de la nueva potencia se instaló en el Viejo Continente. En China, solo el 12,7%. El avance de los chinos podría frenarse si no fuera porque sus firmas, apoyadas en los programas nacionales, con precios más altos, han triunfado debido a una política de dumping. “Las investigaciones de la Comisión Europea han demostrado que las empresas chinas tienen una estrategia depredadora”, afirma Virgilio Navarro, director general de Atersa (Elecnor). “Se ha visto que venden con pérdidas del 50% y 80%, que compensan con ayudas oficiales y préstamos de bancos chinos”. ¿Con qué propósito? “Hundir a la competencia y dominar entonces el mercado, una práctica penalizada por la OMC”.
El dumping ha arrasado a europeos y estadounidenses. En Alemania, decenas de grandes firmas han desaparecido. Solar World, que facturó 900 millones de euros en 2008, perdió 500 millones en 2012 y trata de evitar la quiebra. Mientras, según Der Spiegel, las empresas chinas vendieron el año pasado en Europa por valor de 21.000 millones de euros. Suntech, una de las grandes, pasó de los 1.348 millones de dólares de 2007 a los 3.146 millones de 2011. Lo más curioso, recuerda Antonio Luque, fundador de Isofotón, es que “las compañías chinas fabrican sus células y paneles con maquinaria made in Germany”. Y no solo. “Tampoco tienen tecnología. Todo el I+D fotovoltaico se ha hecho en Europa y EE UU”, afirma Luque.
De las cuatro mayores empresas del mundo, tres son chinas
Isofotón ha acabado vencida, igual que las demás. Los ingresos de la firma, que presentó concurso de acreedores el pasado martes, han caído en picado. Por la guerra de precios. Tras facturar 123 millones de euros en 2010, pasó a 106 millones en 2011 y a poco más de 50 millones el año pasado. “La cifra de negocio se redujo a la mitad, aún vendiendo la misma producción”, dicen en la empresa. Su fábrica, en el Parque Tecnológico de Málaga, con capacidad para 230 megavatios, produce solo 120, una cifra que le resta competitividad ante las grandes, con producciones 10 y 15 veces superiores. Entre la debacle comercial y la negativa de los bancos a renegociar su deuda (184 millones de euros) y los 100 millones que tendrá que pagar por causas diversas, Isofotón se ha quedado, como quien dice, seca.
Pionera en el desarrollo de células fotovoltaicas, la empresa las hace ahora solo para sus módulos. Ha dejado de venderlas a terceros. Y, si bien suele presumir de sus tecnologías (afirma tener las células más eficientes del mercado), está pendiente de poner en marcha un acuerdo con Samsung para producir células para el mercado, un proyecto aplazado debido a sus problemas y para el que recibió 8,4 millones de euros de la Junta de Andalucía. Lo peor es que la empresa ha sido acusada por fuentes sindicales y políticas de utilizar células y módulos de China, que, según afirma Lola Quintana, parlamentaria andaluza por IULV-CA, “etiquetaron como made in spain”.
La empresa ha sido acusada de querer deslocalizar su fabricación, en línea con lo que ha hecho en EE UU, donde tiene una planta de 50 megavatios en Ohio. Pese a que la empresa lo niega, en una nota de prensa publicada el miércoles afirmaba su intención de “establecer fábricas donde está el cliente final”. Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque Isofotón ha percibido unos 60 millones de euros en avales y subvenciones de la Junta. La irritación de los grupos políticos y de los trabajadores se ha acrecentado por el hecho de que la empresa ha anunciado tener contratos cerrados por 1.500 megavatios. Y, además, porque el pasado mes de agosto, cuando recibió los 8,4 millones de la Junta y conocía el estado de sus ingresos y producción, anunció que iba a triplicar la producción de Málaga hasta los 300 megavatios y que garantizaría el empleo en la empresa.
Pese a las dificultades de Isofotón, adquirida a Bergé por el grupo Affirma en 2010, no todo parece perdido. La Comisión Europea adoptó este mes medidas antidumping, traducidas en la imposición de un arancel del 11,8%, que se elevará al 47% a partir de agosto. Las medidas, auspiciadas por Alemania, buscan reanimar la decaída industria solar europea en un movimiento paralelo al de EE UU, que hace un año adoptó una iniciativa similar.
Navarro, de Atersa, se muestra moderadamente optimista: “Si la UE implementa en serio las medidas antidumping y los chinos dejan de tener entrada libre en Europa, volveremos a tener una industria fotovoltaica”.
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