La OMC tendrá un director general latinoamericano a partir de septiembre
La Organización Mundial del Comercio (OMC) tendrá un director general latinoamericano a partir del próximo mes de septiembre, después de que los candidatos presentados por Brasil y México pasarán el corte final para suceder en el cargo al francés, Pascal Lamy, informaron hoy fuentes diplomáticas.
El brasileño Roberto Azevedo y el mexicano Herminio Blanco superaron la última criba, en la que fueron eliminados los candidatos presentados por Nueva Zelanda, Corea del Sur e Indonesia.
Otros cuatro candidatos, los presentados por Costa Rica, Jordania, Ghana y Kenia, quedaron fuera en una primera ronda el pasado día 11, en el proceso de selección más numeroso que ha vivido la OMC, órgano rector del comercio mundial, desde su fundación.
El resultado fue comunicado hoy a representantes de los cinco países que permanecían en liza por la troika de embajadores encargada de dirigir las consultas de preferencias para determinar los dos últimos aspirantes que gozaban del menor número de apoyos.
Tanto Azevedo como Blanco han figurado desde el principio en las quinielas sobre los favoritos a llegar a las rondas finales.
Azevedo es embajador de carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores y representa desde 2008 a Brasil ante la OMC, una organización que conoce muy a fondo y ante la que ha impulsado iniciativas arriesgadas como la necesidad de evaluar el impacto que la "guerra de divisas" está teniendo en el comercio mundial.
Blanco fue el principal negociador de México del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) en la década de 1990 y actualmente trabaja en el sector privado.
Tiene amplia experiencia en comercio internacional por su papel como negociador jefe del TLCAN entre 1990 y 1993, y ha participado en las negociaciones de los tratados de libre comercio (TLC) de México con la UE, 10 países latinoamericanos, Japón e Israel.
Optaban también a esta "final" para alcanzar la dirección general de la OMC el ministro neozelandés de Comercio, Tim Groser, el ministro surcoreano de Exteriores y Comercio, Taheo Bark, y la ministra indonesia de Turismo, Mari Elka Pangestu.
Esta última figuraba en todos los pronósticos como una de las posibles finalistas, junto a Azevedo y Blanco, cuyas candidaturas eran valoradas en círculos diplomáticos como las más sólidas.
Ambos son vistos con buenos ojos por los países desarrollados, que siguen teniendo un peso cualitativo en esta organización pese a que los votos de cada uno los 159 Estados miembros cuentan igual.
Fuentes diplomáticas indicaron que este escenario era el preferido por los mexicanos y el que esperaban evitar los brasileños, ya que Blanco previsiblemente contará al final con el respaldo de la Unión Europea (UE), Estados Unidos y también de los 21 países miembros del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), organismo del que México forma parte.
Las fuentes indicaron que el voto latinoamericano ante la decisión final estará dividido, por lo que Azevedo y Blanco aún tendrán que hacer en las próximas semanas un nuevo esfuerzo diplomático para consolidar apoyos y ganar.
En los cuatro meses que han transcurrido desde la presentación de las candidaturas, los latinoamericanos no se han mostrado como un bloque sólido y han evitado, sobre todo Brasil, la posibilidad de un acuerdo para respaldar al que quede.
El único que claramente defendió la opción de respaldar a un latinoamericano si era eliminado en alguna de las rondas previas fue el mexicano Blanco, mientras que el brasileño Azevedo declaró que se plantearían la opción entre un latinoamericano y un africano.
La decisión final deberá tomarse antes del 31 de mayo para facilitar tres meses de transición entre la salida de Lamy, que ha ocupado ocho años la dirección general, y la llegada del nuevo director general, que afronta una tarea muy complicada.
La OMC vive un momento crítico por la incapacidad para desbloquear la ronda de Doha, la propuesta de liberalización del sistema multilateral de comercio estancada desde hace un lustro.
Países ricos, países en desarrollo y países pobres tienen distintas visiones de cómo y a qué velocidad se debe relanzar esa apertura comercial, y la crisis económica global desatada en 2008 no ha hecho más que profundizar las diferencias de criterio.
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