"Cada día hay gente que evade, y me vienen a buscar por un céntimo"
Cuando fue al banco a pagar el importe reclamado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social el empleado no dio crédito a lo que vieron sus ojos. "¿Viene a pagar un céntimo?". "Pues sí", respondió la joven.
Tan solo unos días antes esta mujer de Tortosa (Tarragona) residente en Barcelona, que ha preferido no revelar su identidad después del revuelo mediático que ha generado su caso, había recibido una carta certificada que le notificaba que había recibido una "percepción indebida" y se le recordaba que si no hacía efectivo el reintegro antes de un mes, se la cargaría un 20 % del céntimo en cuestión.
En la carta se le explicaba también que si pasaba el plazo de 30 días reglamentario para hacer el pago voluntario sin haber efectuado el reintegro, "se emitirá la correspondiente certificación de descubierto por la que se iniciará la vía del apremio, según lo que dispone el artículo 32/2 del real Decreto 625/1985".
"Me quedé de piedra, pero, ¿qué podía hacer? Para no buscarme problemas, decidí pagar", ha explicado la joven en declaraciones a Efe.
Todo surgió justo cuando decidió compactar el paro con su nuevo trabajo de un tercio de jornada, y al cabo de unos días llegó esta notificación.
Y después de la sorpresa, llegó la indignación. "¡Qué vergüenza! Vemos cada día noticias de gente que evade impuestos, casos de corrupción, y yo que soy una ciudadana normal y corriente me vienen a buscar a mi para que les devuelva un céntimo", lamenta.
"Le expliqué a mi pareja el caso, -añade) porque me daba vergüenza ir al banco para devolver un céntimo, pero él me dijo: quienes tienen que sentir vergüenza son ellos".
Cuando llegó al banco el empleado tuvo que poner una tira de celo en el papel, que presentaba un pequeño rasguño. "Cuesta más esto, que lo que va a pagar usted", bromeó.
No sólo eso, para resolver el embrollo esta tortosina tuvo que perder tres días.
"Perdí toda la mañana para ir a pagar al banco. Fui otro día a entregar el recibo al INEM, pero por si fuera poco tuve que volver otro día porque no había concertado cita previa y todo esto en medio de Semana Santa", relata.
"Seguramente no se hizo más que seguir el procedimiento habitual", explica, pero se indigna al pensar que "un triste céntimo haya ocasionado muchos más gastos, como costear la carta certificada y todo el engranaje burocrático", concluye.
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