Barroso asegura que los inversores ya no temen el fin de la zona euro
El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, aseguró hoy que la percepción de los inversores sobre una posible descomposición de la zona euro terminó en 2012.
Las decisiones tomadas por la Unión Europea (UE) el pasado año dejaron claro que, "cuando los líderes europeos dicen que harán todo lo necesario para salvaguardar la integridad del euro, están de hecho hablando en serio", afirmó Barroso durante la sesión inaugural de un seminario diplomático en Lisboa.
El presidente de la CE indicó que la adopción de medidas debe continuar, después de que la crisis evidenciara una "construcción imperfecta" de la unión monetaria y económica.
Este refuerzo, según el portugués Barroso, ha de realizarse en tres niveles: equilibrio de cuentas, control de las políticas presupuestarias de los países del euro y refuerzo de los mecanismos de responsabilidad y solidaridad de la UE.
También destacó que en las decisiones que se tomen deben controlarse los costes de la crisis económica de una forma "socialmente responsable".
En especial, Barroso pidió "sensatez" tanto en el contenido de los programas de ajustes como en la forma de ser comunicados, pues es preciso "gestionar sus costes de la contracción económica" y tener en cuenta "su impacto en las personas".
Entre los países bajo estos programas de ajuste está Portugal, que atraviesa la peor crisis de las últimas décadas bajo las estrictas condiciones de un rescate de 78.000 millones de euros concedido por la UE y el Fondo Monetario Internacional desde mayo de 2011.
Según Barroso, la situación tanto de este país como de otros de la UE es de "verdadera emergencia social".
"La CE está dispuesta a analizar las trayectorias de cumplimiento de los programas y realizar los ajustes y calibraciones necesarios para minimizar los costos sociales", señaló el exprimer ministro portugués (2002-2004).
Barroso resaltó, no obstante, que las medidas tomadas por los países rescatados muestran señales positivas, como la caída de los intereses de la deuda soberana en el caso de Portugal, que hoy ha alcanzado su valor más bajo desde diciembre de 2010.
La rentabilidad exigida por los inversores para adquirir obligaciones lusas a diez años -plazo utilizado habitualmente como referencia- se situó en torno al 6,53 %, un nuevo mínimo en comparación con las tasas registradas durante los últimos dos años.
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