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FERROVIAL CONSTRUCCIÓN

Ferrovial reedita su manual contra el despilfarro, un dragón de siete cabezas

Intervención del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, en una Junta General Ordinaria de Accionistas. EFE/Archivo
Intervención del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, en una Junta General Ordinaria de Accionistas. EFE/ArchivoEFE

Han pasado ya 50 años desde que el fundador de Ferrovial, Rafael del Pino y Moreno, encargó elaborar el "Manual 621 contra el despilfarro", un compendio de consejos internos para luchar contra ese "monstruo", que la compañía ha reeditado ahora con motivo de sus 60 años de historia.

"El despilfarro es un dragón de siete cabezas que se infiltra por todas partes", rezaba ese pequeño manual que la compañía distribuyó diez años después de su fundación a sus entonces 500 empleados.

Un sencillo libro de instrucciones, sin fecha de caducidad, que sirvió de referencia para la plantilla en una España que dejaba atrás dos décadas de autarquía y emprendía una nueva senda con la llegada a las ciudades de más de tres millones de personas procedentes del campo.

Medio siglo después, estas pautas para la "correcta administración de los recursos a su disposición" bien se podrían aplicar en un contexto marcado por la recesión económica, ya que "no hay despilfarro pequeño, pues una misma forma se repite muchas veces y tiende siempre a aumentar".

"El despilfarro corroe y en casos graves anula y sobrepasa a los beneficios de la obra mejor estudiada", señalaba no sin razón este patrón interno de la compañía, que en la actualidad emplea a 70.000 personas y factura 7.446 millones de euros.

Para evitar este mal, el manual pedía vigilancia "constante y alerta" ante una pérdida que se ocasiona "más veces por la falta de organización y la negligencia" y que era rara y ocasional con un personal celoso y competente.

Entre las formas de despilfarro que exponía esta cuartilla estaba el de autoridad, al que definía como "invisible" y uno de los más dañinos al presentarse mediante el autoritarismo, la demagogia, la debilidad, el favoritismo, los "regaños", los reproches ante testigos y las contraórdenes.

"Un despilfarro de mando o pensamiento repercute en todos los escalones inferiores y se multiplica considerablemente", subrayaba el manual, que aludía también al personal indefinido, "que anda de un lado para otro sin función ni cometido, al personal recomendado de Fulanito o al pariente de Zutanito".

En una época en la que los libros de gestión empresarial eran inexistentes, el manual rezaba que "el tiempo es oro y en el caso de las obras se mide en miles de pesetas y duros".

Otro de los consejos decía así: "no haga el trabajo que pueda ser realizado por tu subordinado porque mientras esto ocurre usted no hace el suyo propio -que es más importante- y el subordinado se despreocupará de su propio trabajo y perderá el sentido de la responsabilidad, acostumbrándose a que le den las cosas hechas".

De vital importancia era la planificación ya que "los trabajos improvisados o mal estudiados cuestan siempre más dinero" a pesar de que "a veces la urgencia manda. Pero esto es a veces y no siempre".

"En esta industria donde los márgenes son siempre estrechos y la competencia muy dura, el despilfarro puede producir daños muy graves", advierte el manual.

Por ello, recomienda evitar los excesos en las compras y equipos, conservar "trastos viejos e inútiles" o las horas extras y apuesta por contratar los servicios más económicos, no siempre los más baratos, garantizar la buena conservación de las máquinas o economizar las "idas y venidas".

"En esta materia, como en tantas obras, el orden y la previsión inteligente hacen milagros. Hay que acordarse de Santa Bárbara antes de que truene", indicaba uno de estos manuales, que Ferrovial dejó de producir en 1965.

Como colofón final el texto era claro, la clave de la empresa pasa por que el personal superior y de mando dé ejemplo, porque se atiendan las sugerencias del personal y se tenga bien claro el organigrama.

Cora Serrano

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