Los empleados de la aerolínea SAS aceptan el plan de recorte para evitar la quiebra
Siete de los ocho sindicatos de Scandinavian Airlines Systems (SAS) han dado su visto bueno a un drástico plan de ahorro para salvar a la aerolínea de la quiebra, informó hoy la propia compañía escandinava desde Estocolmo.
Según este acuerdo, 15.000 empleados de SAS están dispuestos a asumir recortes de salario, más horas de trabajo y a renunciar a parte de sus pensiones con el fin de garantizar la supervivencia de la compañía aérea, controlada por los estados sueco, danés y noruego.
En tanto, las negociaciones continúan en el aeropuerto de Copenhague con la representación del personal de cabina danés, cuya aprobación al plan se da por muy probable.
Los pilotos del consorcio semiestatal accedieron durante las negociaciones sobre un plan de ahorro a medidas como la reducción de su salario en una media del 10% y la ampliación de su horario laboral en un 8%.
Por su parte, el personal de cabina, con salarios bastante inferiores a los pilotos, renuncia a un aumento salarial en los próximos dos años y se compromete a trabajar una media de dos semanas más al año.
El presidente y director ejecutivo de SAS, Rickard Gustafson, señaló antes del inicio de las negociaciones este fin de semana que en caso de fracasar, la aerolínea no recibiría un crédito bancario crucial de más de 3.500 millones de coronas (unos 400 millones de euros), situación que la colocaría al borde de la insolvencia.
Además, SAS pretende ingresar 3.500 millones de coronas adicionales con la venta de su lucrativa filial noruega Widerøe y de Ground Handling -con 6.000 puestos de trabajo-, que provee servicios de asistencia en tierra.
La aerolínea eliminará, asimismo, 800 empleos administrativos y centralizará su gestión en Estocolmo, según anunció la compañía el pasado día 12.
En tanto, los gobiernos en Estocolmo, Oslo y Copenhague, con una participación total en la compañía del 50%, anunciaron su intención de vender sus acciones a inversores privados.
La aerolínea, creada en 1946 por los tres países escandinavos, ha registrado en los últimos diez años pérdidas casi crónicas, sobre todo debido a la competencia de las compañías de bajo coste.
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