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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Proteccionismo financiero

Europa retrocede en el proceso de conformación de un mercado interior

Europa retrocede en el proceso de conformación de un mercado interior. Se trata de una consecuencia más de esta larga crisis, que se manifiesta en los últimos años de forma particularmente explícita en los indicadores de integración financiera. Tras una década larga de moneda única, las variables financieras de la eurozona confirman que no se comporta como un espacio financiero único: su divergencia es manifiesta. La segmentación nacional ha ido acentuándose en los últimos años en todos los mercados financieros, en paralelo a la desigual exposición de los agentes económicos a la crisis de solvencia tanto pública como privada. La geografía vuelve a ser relevante, y esto es poco compatible con el perfeccionamiento de la dinámica de integración europea, con un mercado verdaderamente único, con independencia de lo que pretendan las directrices europeas.

Como ha ilustrado el Banco Central Europeo (BCE) en su último informe de integración financiera, todos los segmentos en la industria de servicios financieros, desde los mercados monetarios hasta los mercados de acciones, pasando, desde luego, por el mercado bancario, registraron un comportamiento inconsecuente con una unión monetaria. En esa segmentación de los servicios financieros está influyendo intensamente la distinta valoración del riesgo de cada uno de los países que forman la moneda única: el del origen de los agentes y la localización de sus garantías. Únicamente cuando el BCE ha llevado a cabo sus excepcionales inyecciones de liquidez a tres años a los bancos de la eurozona, esa tendencia desintegradora se ha debilitado. Pero sus efectos son en este ámbito tan efímeros como el conseguido en la estabilización de las excepcionales tensiones que sufren algunos sistemas bancarios de la eurozona. La compartimentación nacional, que se ha hecho más peligrosa en los mercados de bonos, es muy evidente en los de acciones y empieza a ser amenazadora en los bancarios.

El denominador común en esa compartimentación nacional es la incertidumbre, la incapacidad para anticipar si será posible superar esta crisis de la eurozona. Los recelos y las dudas se extienden al futuro de las instituciones europeas. La propia Unión Monetaria está seriamente cuestionada como consecuencia del impacto diferencial que esta crisis está teniendo en sus economías y las insuficiencias y errores que se han puesto de manifiesto en la definición de las políticas tendentes a su neutralización, tanto por los Gobiernos nacionales como por las instituciones comunitarias. El BCE, que advierte de esos riesgos de “desintegración”, no está favoreciendo la cohesión en el seno de los sistemas financieros sujetos a su tutela.

Las amenazas no se limitan a la erosión de la integración financiera, sino a la comercial y económica en su conjunto. La forma en que se está gestionando esta crisis alimenta tentaciones proteccionistas, aislacionistas, nacionalistas, en definitiva, que van en la dirección contraria de la más racional de las salidas a esta crisis: la aceleración hacia la conformación de los Estados Unidos de Europa. Las propuestas ahora difundidas del BCE, de avanzar hacia una integración bancaria, deben ir precedidas de actuaciones específicas que eviten males peores a los ya evidentes de segmentación financiera.

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