Las claves de la batalla por Vivo
La ruptura de las negociaciones arroja un escenario complicado para el desenlace de la batalla por Vivo
1.- ¿Qué es Vivo? : El objeto de deseo de las dos compañías es el operador brasileño de telefonía movil más grande del país sudamericano. Brasil está considerado como uno de los mercados de futuro para el sector por su potencial de desarrollo ya que, a este lado del Atlántico, las perspectivas de crecimiento son más bien escasas, sobre todo con la crisis. Telefónica y Portugal Telecom (PT) controlan Vivo a través de Brasicel con un 60% de su capital. Cada uno de ellos tiene el 50% de Brasicel, creada en 2001 y domiciliada en Holanda.
2.- Las ofertas: Telefónica presentó el 10 de mayo a PT una oferta de 5.700 millones por su parte de Vivo, que el consejo de PT rechazó sin someterla a la junta. Posteriormente, el 2 de junio, la compañía española subió su propuesta a 6.500 millones. El consejo del operador luso aceptó someter la nueva oferta a sus accionistas, aunque manifestó públicamente su oposición a la misma. La noche anterior a la junta, celebrada el 30 de junio, Telefónica volvió a mejorarla hasta los actuales 7.150 millones, un valor para Vivo que los gestores de la portuguesa no pueden garantizar que obtendrán por su cuenta, aunque con fecha de caducidad: el 16 de julio. En la junta, la propuesta de la española fue aprobada por el 74% de los votos emitidos, lo que en casos normales supondría la puesta en marcha de la operación, pero el Estado Portugués activó su veto a través de la denominada acción de oro.
3.- La acción de oro: La acción de oro es un mecanismo que nació durante los años 80 del pasado siglo durante las privatizaciones de empresas públicas en Europa. Este mecanismo permite al Estado vetar operaciones en determinados sectores estratégicos. En este caso, dado que la oferta de compra es sobre una empresa no portuguesa, lo estratégico son los beneficios de Vivo para PT. Con el paso de los años, la Comisión Europea peleó con los miembros comunitarios para eliminar este mecanismo al considerarlo contrario al derecho europeo y a la libre transmisión de capitales, algo que ratificó la Justicia Europea el pasado 8 de julio. Sin embargo, la sentencia no tenía carácter retroactivo, por lo que no obligaba al Ejecutivo socialista de José Sócrates a aplicarla. De hecho, desde Lisboa se limitaron a afirmar que no modificarán su postura si no cambiaba la oferta Este factor hizo que la victoria de Telefónica fuese más moral que práctica. España introdujo en 1995 la acción de oro en varias empresas privatizadas (Telefónica, Repsol, Endesa...) y en 2005 la suprimió tras mantener un pulso de varios años con Bruselas.
4.- En negociaciones: En paralelo a la sentencia del tribunal europeo, las dos empresas anunciaron que apostaban por el diálogo para encontrar una salida a la situación. Entonces se especuló con la posibilidad de que Telefónica optase por flexibilizar los plazos de la compra, un tercio ahora y el resto en tres años, para dar a PT más tiempo en el que tomar la decisión definitiva de si vender todo o quedarse como socio minoritario en Brasicel.
5.- Diálogo roto: Tras dilatar una decisión final y en contra del respaldo de los accionistas a la venta de Vivo, el consejo de administración de PT solicitó a Telefónica ampliar el plazo de la oferta hasta el 28 de julio sin ningún compromiso de si la aceptaba aunque fuese con reservas o de forma condicionada a algún tipo de mejora de la misma. La respuesta de la española a esta petición, que tuvo lugar a escasos minutos de que acabara el plazo en la medianoche del viernes 16, fue un rotundo no y la ruptura del clima de entendimiento que había existido entre las dos.
6.- Una salida complicada: Una vez roto el diálogo, el operador español busca otras alternativas para hacerse con Vivo. Sin embargo, el pacto firmado entre Telefónica y PT en su día recoge que la ruptura de Brasicel solo puede realizarse de mutuo acuerdo.
6.- Una salida complicada: Una vez roto el diálogo, el operador español busca otras alternativas para hacerse con Vivo. Sin embargo, el pacto firmado entre Telefónica y PT en su día recoge que la ruptura de Brasicel solo puede realizarse de mutuo acuerdo, lo que complica las cosas. Si pese a esta cláusula Telefónica cree que puede instar la disolución de Brasilcel sin acuerdo, entonces podría reclamar un arbitraje. La española y la portuguesa se enfrentarían en Ámsterdam a un arbitraje en inglés sujeto a la ley holandesa, bajo las reglas de la francesa Cámara de Comercio Internacional (CCI). Según el pacto, cada parte nombraría un árbitro y el tercero sería elegido por los dos primeros o, si no hay acuerdo, por la CCI. Telefónica dio a entender a inversores que ese era su plan si se rechazaba su oferta por Vivo, a lo que PT replicó que no había base legal. El pleito podría durar de uno a tres años.
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