_
_
_
_

La Justicia de Estados Unidos se pone del lado de Skilling, presidente de Enron, y Black, magnate mediático

El Tribunal Supremo considera que hubo defecto de forma en ambos procesos

El juicio a Enron fue defectuoso. Esa ha sido la decisión unánime a la que llegó el Tribunal Supremo de Estados Unidos al revisar el proceso que llevó a Jeffrey Skilling hace tres años y medio a la cárcel por su papel en el fraude contable que tumbó a la eléctrica, en la que ejercía como consejero delegado. A la misma conclusión se llegó en el caso del magnate de medios Conrad Black.

El crimen de guante blanco se alza así con una doble victoria en la máxima instancia judicial en EE UU, al poner en cuestión el proceso seguido por la fiscalía estadounidense en dos de los casos más sonados de la era de los escándalos corporativos. Los miembros del Tribunal Supremo opinan que el Gobierno cometió fallos al usar la legislación criminal.

Skilling fue condenado en octubre de 2006, tras un juicio que duró cuatro meses, a 24 años y cuatro meses de cárcel, por ser considerado culpable de 19 cargos de los 28 que se presentaron en su contra. Desde diciembre de ese año, está encarcelado. Seis meses antes, un jurado había declarado culpable al fundador de la eléctrica Kenneth Lay, que murió de un infarto antes de conocer la pena.

La firma quebró en diciembre de 2001 y su colapso obligó a revisar toda la normativa de Buen Gobierno Corporativo en EE UU y Europa, tras aflorar otros escándalos como los de la telefónica WorldCom, de la tecnológica Tyco o la alimentaria Parmalat. La ingeniería contable permitió a estas compañías ocultar los abusos de sus ejecutivos y maquillar las deudas.

La debacle de Enron

Enron llegó a ser la séptima compañía de Estados Unidos, según el ranking de la revista Fortune de 2000. La gloria le duró poco. Tras destaparse numerosas irregularidades en sus libros contables, sus acciones se desplomaron en horas, hasta el punto de perder todo su valor de mercado, que ascendía a 68.000 millones de dólares. Miles de empleados se quedaron sin trabajo con la quiebra.

El golpe de Enron fue enorme, hasta el punto de arrastrar hasta la desaparición a la que era entonces la mayor auditora del mundo, Arthur Andersen. Los abogados de Skilling, sin embargo, mantuvieron que el castigo violaba la Constitución y recurrieron la sentencia. Con la opinión de ayer, ahora un juez debe determinar las partes del proceso que somete a revisión.

El caso de Conrad Black

Lo mismo sucede con Conrad Black, ya que los miembros del Tribunal Supremo no creen que haya motivos para anular la sentencia de ambos. El magnate de origen canadiense, que presidió el grupo de medios Hollinger International, fue condenado en 2007 a seis años y medio de prisión por usar el dinero de la compañía para sus excesos y estafar a los accionistas.

Black, antiguo miembro de la Cámara de los Lores británica, fue considerado en su día culpable de tres cargos por fraude contable y uno por obstrucción a la justicia, entre un total de 13 que se presentaron. La fiscalía calificó su conducta de "cleptocracia corporativa". Pero en su defensa, Lord Black dijo que el nunca robó y que por ese motivo no podía ser encarcelado.

Consecuencias de la decisión del Tribunal

La decisión del Tribunal Supremo puede así trastocar la manera en la que el Departamento de Justicia hizo frente al crimen de corporativo en el pasado, utilizando la legislación que obliga a los ejecutivos a ofrecer un servicio honesto. Una Ley que en principio debe estar confinada a atacar fraudes en los que los directivos reciben algún tipo de beneficio, como sobornos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_