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Los accidentes laborales cuestan a la sociedad lo mismo que 136 escuelas

La siniestralidad en el trabajo supone un gasto de 1.766 millones de euros, la mayor parte sufragado por la sociedad y el afectado

Los accidentes de trabajo que tuvieron lugar en Cataluña durante el año 2008 costaron 1.766 millones de euros, entre gastos médicos (146 millones), pérdidas de ingresos (283 millones), de producción (345 millones) y coste por el dolor y el sufrimiento (992 millones). Pese a que la cifra es, según la valoración que ha hecho la consejera de Trabajo Mar Serna "muy elevada", los costes fueron un 5,8% menores que un año antes, gracias a la bajada de la siniestralidad laboral que de produjo dos años atrás. Esto significa que la caída ese año de los accidentes de trabajo supuso un ahorro de 110 millones de euros, según un estudio del departamento de Trabajo.

Cuando hay un accidente laboral, el gasto que conlleva se reparte entre el afectado (que carga con el 61% del coste), la sociedad (el 31%) y la empresa en la que trabaja el afectado (que pierde otro 8%). Esto, según explicó Serna, significa que la sociedad se deja 543 millones, que sin accidentes laborales podrían dedicarse, por ejemplo, a edificar 136 escuelas a las que asistirían 61.000 alumnos. En el estudio no sólo se contabilizan los accidentes por falta de seguridad en las compañías (como amputaciones o caídas) sino que también se incluyen enfermedades que se manifiestan en la jornada laboral, como los infartos (llamados en el informe "accidentes por causas no traumáticas").

El coste para el trabajador tras un siniestro se deriva básicamente del dolor y del sufrimiento, que se calcula mediante la diferencia entre el valor de un año en plena salud (que en 2008 se estableció en 2,5 millones de euros) y el valor del mismo año con alguna lesión. Los accidentes laborales que comportan un mayor coste económico de media son los infartos y los derrames cerebrales, que cuestan cerca de 775.000 euros de media por su gravedad (ya que habitualmente son mortales o dejan graves secuelas) y por la larga duración de las bajas que comportan, con 100 días de media.

En este sentido, Serna insistió en que se debe estar "muy alerta y comenzar a trabajar para la prevención de los riesgos psicosociales", ya que tanto infartos como derrames pueden derivarse de situaciones de estrés.

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