"El problema no va a ser Bernie Madoff"
El gestor de Wall Street condenado a 150 años de cárcel por una estafa de 46 millones de euros ingresa en prisión
De los lujosos campos de golf de Palm Beach a los paseos por los jardines de la prisión de media seguridad de Butner, en Carolina del Norte. Bernard Madoff se ha convertido en el convicto número 61727-054 del penal, una identidad que mantendrá hasta el 14 de noviembre de 2139, descontada la posible reducción por buen comportamiento de una condena de 150 años por una de las mayores estafas de la historia. Tendría 221 años para entonces.
Ayer, martes, llegó a la prisión, esposado de pies y manos y vestido con un mono azul. Ahora, el gurú de Wall Street que supo mantener su timo de 50.000 millones de dólares (unos 34.000 millones de euros) durante 30 años podría estar recluido en una celda de aislamiento hasta que concluya la evaluación psicológica que debe determinar si Madoff corre riesgo de suicidarse o no.
Sólo podrá abandonar el cuarto una hora al día, al menos hasta que se confirme que la salud mental de Madoff, de 71 años, es estable. Entonces será trasladado a una habitación que compartirá con otros internos y que podrá abandonar para recibir sus visitas semanales, ver la televisión o ir al gimnasio.
Un tesoro de miles de millones
"Habrá gente que perdió su trabajo o su hogar y le culparán por la economía, también pueden estar celosos y creer que tiene miles de millones de dólares escondidos en alguna parte", ha comentado a NYT Edward Bales, director de Federal Prison Consultant, una entidad que ofrece cobertura legal a los internos.
"El problema no va a ser realmente Bernie Madoff, él va a ser un preso modélico", opina Bales, "va a ser la reacción que tengan los otros presos". Madoff compartirá el penal con criminales violentos, traficantes de drogas y mafiosos. La mayoría de estos internos, condenados a cadena perpetua.
Butner acoge también a otros reos célebres. John Rigas, fundador de Adelphia Communications, y su hijo, Timothy, comparten delito por fraude con Madoff, pero están recluidos en el edificio de baja seguridad. Es el caso, también, del ex congresista Randy Cunningham, condenado a ocho años por fraude y evasión de impuestos, y del predicador Jim Bakker, que llegó a tener su propia televisión.
Dos magnicidas frustrados también pasan sus días en el penal. Omar Abdel-Rahman, condenado a cadena perpetua, participó en un plan para asesinar al presidente Hosni Mubarak, y John Hinckley Jr., que intentó matar a Ronald Reagan.
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