Sabena se declara en bancarrota a pesar del crédito del Gobierno belga

Las 'ayudas de salvamento' otorgadas por el Gobierno de Bélgica a Sabena no han podido evitar la caída en picado de la compañía aérea. Los últimos y desastrosos resultados de la aerolínea como consecuencia de la pérdida de beneficios, la agresiva estrategia de expansión emprendida por Swissair, las huelgas de los últimos meses y la crisis de la industria de la aviación tras los atentados del 11 de septiembre han obligado a la compañía aérea a tomar esta decisión extrema.

El presidente del Consejo de Administración de Sabena, Fred Chaffart, ha asegurado tras reunirse con el Consejo, que comprende la dureza de esta declaración para el personal de Sabena y que comparte su desacuerdo. "Pero no debemos perder la esperanza en el futuro ya que se hará todo lo posible para enfrentarnos a esta dramática situación", ha dicho Chaffart.

En este sentido, Chaffart ha asegurado que ya se han iniciado planes de colaboración con inversores belgas e instituciones financieras y con Virgin Express para comenzar con una actividad aérea más pequeña y adecuada basada en la areolínea regional DAT.

Esta actividad se centrará en Europa con la posibilidad de incluir algunos destinos de largo reccorrido que resulten rentables. "El objetivo es mantener el país unido con el resto del mundo y garantizar posibilidades de empleo a miles de

personas", aseguraba Chaffart.

Así, se negocia para traspasar las filiales de Sabena a unos propietarios más estables que mantengan la mayoría del personal laboral.

De esta forma, Sabena toca fondo a pesar de los esfuerzos del Gobierno de Bélgica, que el pasado 17 de octubre obtuvo el beneplácito de la Comisión Europea para conceder un crédito-puente de 125 millones de euros (unos 20.800 millones de pesetas) para salvar de la quiebra a la compañía aérea.

El Ejecutivo de la UE consideró la concesión del crédito compatible con sus restrictivas directrices sobre ayudas de Estado para el sector de la aviación civil, ya que se inscribía dentro de un proceso de profunda reestructuración de la empresa.

Entonces Sabena (participada en un 49,5% por Swissair) se había visto obligada a suspender pagos arrastrada por las dificultades de la compañía suiza. Bélgica se vio obligada a realizar una inyección de capital dos días después de que Swissair renunciara a realizar las inversiones pactadas con el Ejecutivo para financiar el plan de salvamento.