Fútbol trepidante en San Mamés
Athletic y Espanyol empatan en un apasionante ejercicio de suspense
Nada más emocionante, más emotivo y más cardiaco que comenzar un partido cada cuarto de hora, que sentir a cada rato la emoción y la decepción del gol, porque cae en cada nido alternativamente sin que nadie pueda gobernar el éxito y sin que nadie se hunda en el fracaso. Un clásico de San Mamés entre dos equipos muy de San Mamés, cortados por el mismo patrón ideológico y de juego (Bielsa y Pochettino leen el mismo libro, aunque el primero lo empezara antes), con el mismo ánimo y la misma ambición. Con los mismos errores, -el juego aéreo en el Espanyol, el desorden defensivo en el Athletic- y con los mismos aciertos, el trato del balón, la fe, la combinación.
Dos equipos erre que erre, con un electrocardiograma de los que confunden a cualquier cardiólogo. Ahora normal, ahora taquicárdico. Lo que es el fútbol, el buen fútbol. El que orquestan tipos como Weiss con su velocímetro acelerado, curveando defensas, buscando la portería, o conductores seguros como Verdú. O tipos como De Marcos, que salen desde cualquier esquina como un salteador, o Ander Herrera, que funciona como un electricista de alto voltaje.
ATHLETIC 3 - ESPANYOL 3
Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, San José, Aurtenetxe; Iturraspe, Iñigo Pérez (Herrera, m. 45); David López (Susaeta, m. 45), De Marcos, Muniain; y Llorente (Toquero, m. 75). No utilizados: Raúl; Amorebieta, Ekiza e Ibai.
Espanyol: Casilla; Javi López, Raúl , Héctor Moreno, Didac; Romaric, Forlín (Uche, m.81); Weiss, Verdú, Coutinho (Thievy, m. 65); y Rui Fonte (Albín. m. 73). No utilizados: Edgar; Baena, Galán y Zou.
Goles: 1-0. M. 26. De Marcos. 1-1. M 33. Romaric. 1-2. M. 47. Weiss. 2-2. M. 58. Llorente. 3-2. M. 65. J. Martínez. 3-3. M. 92. Albín.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Muniain, David López, Forlín, Iturraspe, Herrera y Javi Martínez
Unos 30.000 espectadores en San Mamés.
El gol dio ventaja a los rojiblancos en el marcador y desventaja en el campo
A dos minutos del final, empató Albín con un zambombazo que casi derrumba La Catedral
Pero, sobre todo, era el partido de Llorente, otra vez el dios de la lluvia que desanimó a la defensa españolista cuando el Athletic le buscó, porque aunque resulte extraño hay veces, muchas veces, que el Athletic le olvida como si no leyera el partido, como si no entendiera su superioridad frente a los defensas. Como si les diera una tregua.
Quizás fue un partido tan misterioso, tan épico porque nació con suspense, con una trama de película trepidante, con un remate espectacular de Llorente que dio en la red..., pero por fuera, y San Mamés bramó contra lo que creía un gol anulado. Ahí empezó todo, el cúmulo de tramas que le dio primero al Athletic un gol valioso y valeroso de De Marcos, que arriesgo el pie por afán, sin miedo y halló la fortuna.
Y ahí toco fondo el Athletic. Hay cosas que pertenecen a la genética rojiblanca, entrene quien entrene. Una es la incapacidad para gobernar el éxito. El gol le dio ventaja en el marcador y desventaja en el campo. El Espanyol, con el mismo traje en azul y blanco, decidió salir de la cueva, escarbar en las ansias de protagonismo rojiblanco y reaccionó primero con un gol de Romaric, antes del descanso, con la defensa rojiblanca amontonada en su área, y después con el pizpireto Weiss, tras el descanso, en otro eslalon, de esos que tanto incomodan al Athletic cuando está desordenado (ayer, a menudo).
Pero era un partido épico, sin dueño, sin mando, más impulsivo que inteligente, más intuitivo que didáctico y el Athletic reaccionó a su manera con dos goles de Llorente y Javi Martínez, supremos en el juego aéreo. Era la primera vez en toda la segunda mitad que el Athletic, que ya había apelado a Herrera, le buscaba como se sigue a un líder antes destronado.
Pero no es el Athletic un ejemplo de buen gobierno. El gol último del Espanyol hizo honor a la mejor trama de Hollywood. A falta de dos minutos, tres futbolistas del Athletic, que iba ganando, que soñaba con la ducha del éxito, fueron a presionar a Casilla en un balón largo, por si fallaba. Tres eran tres... y gol del Espanyol, que aprovechó el vacío del centro del campo y un resbalón inoportuno de Javi Martínez para que Albín rompiera la red con un zurdazo exquisito. Un zambombazo que a poco derrumba San Mamés. Así de trepidante era el partido. Así de justo, por méritos, el resultado, así de extraño en su argumento. Así de sorprendente en su desenlace. Así, como es el fútbol, el buen fútbol cuando late minuto a minuto. Sin pausa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.