Rusia se aísla en su defensa de El Asad
La mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad se pronuncian contra la violencia en Siria - Moscú rechaza una resolución que pide el cambio de régimen
Una mayoría de miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se pronunció ayer a favor de exigir la dimisión del presidente de Siria, Bachar el Asad, para poner fin a diez meses de violencia en aquel país, en los que han muerto 5.400 personas, según ese organismo internacional. El Consejo de Seguridad tiene pendiente votar una resolución, elaborada por los países europeos y la Liga Árabe, que exige que Damasco cree un Gobierno de unidad nacional. Esa propuesta tenía pocos visos de prosperar, dada la oposición de Rusia, que es miembro permanente del Consejo y, por tanto, tiene poder de veto.
"Tenemos que tomar partido. O estamos del lado del pueblo de Siria o nos convertimos en cómplices de la larga ola de violencia que vive el país", dijo Hillary Clinton, jefa de la diplomacia norteamericana, en su intervención ante los demás miembros del Consejo de Seguridad. "Estados Unidos solicita al Consejo de Seguridad que secunde los requerimientos de la Liga Árabe para que el Gobierno de Siria suspenda de forma inmediata todos sus ataques contra la población y garantice la libertad del pueblo para manifestarse pacíficamente". El embajador de Rusia ante la ONU, Vitaly Churkin, le respondió que pedir que El Asad abandone el poder supondría "interferir en un conflicto interno".
La resolución ha sido elaborada por países europeos y la Liga Árabe
El Kremlin no va a permitir una intervención como la de Libia
En la resolución no se pide una intervención militar de la Alianza Atlántica contra el Gobierno de Siria, como ocurrió en el caso de Libia, sino una transición pacífica. En ella se expresa un "apoyo total a la iniciativa de la Liga de Estados Árabes, del pasado 22 de enero de 2012, de facilitar una transición política hacia un sistema plural democrático". Además, se pide la formación de un "Gobierno de unidad nacional" y que el presidente El Asad "le otorgue toda la autoridad de acción a su vicepresidente" y que este convoque "elecciones transparentes y libres bajo supervisión árabe e internacional".
Alemania, que es miembro de turno en el Consejo, y Reino Unido, que tiene puesto permanente, se significaron ayer en el mismo sentido. El primer ministro británico, David Cameron, instó al resto de miembros del Consejo a que "estén a la altura de sus responsabilidades" y no protejan a El Asad. "Los asesinatos deben parar y el presidente debe marcharse", indicó en rueda de prensa en Londres, informa Efe. El ministro de asuntos exteriores alemán, Guido Westerwelle, dijo en El Cairo que la situación en Siria "es inaceptable" y que "el Consejo de Seguridad debe actuar", según France Presse.
EE UU y los países europeos, con el apoyo de la Liga Árabe, tratan así de vencer las reticencias de Rusia, el último aliado del Gobierno de Siria en el Consejo de Seguridad. Los líderes rusos llevan días oponiéndose a la propuesta de resolución redactada por la Liga Árabe y los países de la Unión Europea. El viceministro de Exteriores ruso, Genady Gatilov, dijo ayer a la agencia Interfax que esas medidas de presión diplomática en la ONU están colocando a Siria "en el camino a la guerra civil". "El borrador occidental de resolución relativa a Siria en el Consejo de Seguridad no conducirá a una búsqueda de consenso", añadió Gatilov. El Consejo de Seguridad ya se había reunido el viernes para debatir la propuesta.
En la resolución, se subraya "la grave preocupación por la continua transferencia de armas a Siria, que alimenta la violencia" y se pide a los Estados miembros "que adopten las medidas necesarias para evitar el tráfico de armas". Es una advertencia a Rusia, que mantiene un puesto militar en el puerto sirio de Tartus, donde tiene unos 600 empleados de su Ministerio de Defensa. Washington criticó duramente a Moscú este mes por enviar munición a Damasco y por haber aprobado recientemente una venta de 26 aviones de entrenamiento avanzado Yak-130 por 420 millones de euros, según el diario ruso Kommersant.
Moscú defiende esas transacciones como compromisos adquiridos antes de la campaña de represión. Ayer, en una visita a Australia, el ministro de exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo a la televisión pública australiana: "No somos amigos ni somos aliados del presidente El Asad". "Nunca hemos dicho que mantener al presidente El Asad en el poder sea la solución a la crisis. Lo que hemos dicho es que depende de los sirios decidir cómo gobernar el país", añadió. Aun así, avanzó que su Gobierno nunca permitirá la autorización a una intervención militar como aquella con la que la OTAN derrocó al régimen libio de Muamar el Gadafi.
En su intervención en la reunión del Consejo, la Secretaria Clinton quiso calmar a Rusia, diciendo: "Sé que hay algunos miembros a quienes les preocupa que el Consejo de Seguridad se encamine hacia una nueva Libia. Esa es una falsa analogía".
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió ayer de que la escalada de violencia en Siria supone "una amenaza" global, e instó al Consejo de Seguridad a que finalmente apruebe la propuesta de resolución. "Espero honestamente que los miembros del Consejo de Seguridad actúen de forma unitaria en esta ocasión, para actuar de forma coherente", dijo durante una visita oficial a Jordania.
La violencia en las calles sirias se ha intensificado en los últimos días. El lunes murieron 100 personas, 55 de ellas civiles, según la organización Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. Este lunes han fallecido otras 30 personas, según otra organización, los Comités de Coordinación Local.
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