"La toga sucia y el culpable limpio"
Unas 6.000 personas se manifiestan en Madrid en apoyo al juez Garzón
"Estamos perplejos, aterrados, indignados, avergonzados", resumió el poeta Luis García Montero al término de la manifestación de apoyo al juez Baltasar Garzón que ayer sacó a la calle a unas 6.000 personas en Madrid. "Es una vergüenza que en España, que fue pionera en la oposición a los genocidas, representantes del viejo fascismo español hayan sentado en el banquillo al juez que quiso investigar los crímenes del franquismo", dijo. El poeta leyó un poema que había escrito para la ocasión, La farsa. "Son malos tiempos para la justicia. Vengan a ver la farsa, el decorado roto, la peluca mal puesta...", empezaba. "Vengan aquí y observen, es el tinglado de la nueva farsa, la toga sucia y el culpable limpio", decían sus últimas líneas.
Méndez: "El 'caso Garzón' va camino de terminar como el 'caso Dreyfus"
Juan Diego Botto, Aitana Sánchez Gijón y José Sacristán recitaron versos de Lorca, Miguel Hernández y Machado. Al Alba, de Luis Eduardo Aute, cerró el acto. Los manifestantes volvían a sus casas cantándola.
La manifestación había arrancado en la plaza de las Salesas, muy cerca del banquillo donde Garzón volverá a sentarse mañana por la causa del franquismo [tiene pendiente la sentencia por las escuchas de Gürtel y otro juicio por los cursos de Nueva York]. Detrás de una pancarta con el lema Contra los juicios de la vergüenza se colocaron los líderes de UGT y CC OO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, políticos del PSOE (Soraya Rodríguez, Pedro Zerolo) y de IU (Cayo Lara, Gaspar Llamazares), artistas y represaliados del franquismo. Como Remedios Garrido Jiménez, de 81 años, que desde su silla de ruedas levantaba el puño para que se la viera bien: "¡Quiero justicia!", repitió tres veces antes de romper a llorar. Perdió a media docena de parientes en la Guerra Civil y la dictadura. O como Marcos Ana, que entró en una cárcel franquista con 19 años, en 1939, y no salió hasta 1962, con 42: "Nuestra justicia está haciendo el ridículo internacional". Y Fernando de León, uno de los familiares que acudió a la Audiencia Nacional pidiendo ayuda para averiguar el paradero de su padre: "Estaba sentado en sus rodillas cuando vino un falangista con un fusil y dijo que tenía que llevárselo. Ya nunca lo volvimos a ver. Lo fusilaron a los siete días, con otras 22 personas del pueblo, entre ellas cinco mujeres y un niño de 14 años".
"El caso Garzón va camino de convertirse en el caso Dreyfus del siglo XXI", declaró Méndez. "Esta infamia quedará para la historia". Para Toxo: "Garzón ha dado un ejemplo de valentía y está siendo sometido a un linchamiento". Esta última fue una palabra muy repetida ayer. Llamazares le añadió "encarnizado". "El prestigio de la justicia española está en estos momentos por los suelos. De las 20 causas abiertas por prevaricación contra jueces, tres son de Garzón. Esto no es justicia, es una venganza", añadió.
Todos los asistentes a la manifestación están convencidos de que Garzón no debería estar en el banquillo, pero cada uno hacía sus propios análisis de cómo había llegado hasta allí al juez. "Le han acusado del mismo delito del que han absuelto a Camps. ¿Coincidencia? Quieren desprestigiarle, echarle de España", decía Fernando García. "Los del Supremo son envidiosos a más no poder", explicaba Eulalio.
Para muchos se trataba, en realidad, de una mezcla de muchas cosas. "Yo siempre he visto a los fiscales acusando, no convertidos en abogado defensor, como en este caso. Esto es una persecución", aseguraba el exrector de la Universidad Complutense Carlos Berzosa. "Ha tocado dos temas delicados: la corrupción política y la memoria histórica, y aquí también hay un ajuste de cuentas de gente que parece progresista y no lo es".
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