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Los aspirantes a MIR del otro lado del Atlántico

Solo el 10% de los puestos son para extracomunitarios

Elena G. Sevillano

Para Pedro López, peruano de 32 años, es la segunda vez. Y está convencido de que es la buena. "Como soy extranjero, el año pasado me faltó preparación", decía ayer, a punto de que leyeran su nombre de la lista de aspirantes a una plaza de médico interno residente (MIR) en el campus de Móstoles (Madrid) de la Universidad Rey Juan Carlos. Esta vez se ha preparado durante seis meses en una academia madrileña, relata. Si consigue plaza, hará su residencia y se quedará a trabajar como médico especialista en España. No es el caso de otro médico haitiano, que prefiere no ver su nombre publicado: "Es todo o nada. Si suspendo, me vuelvo. Si apruebo, me especializaré aquí, pero después volveré a mi país a poner mi granito de arena", asegura, y aprovecha para quejarse de la restricción del 10% de plazas a las que pueden optar los aspirantes extracomunitarios como él: "Nosotros tenemos que hacer mayor esfuerzo".

Perú, Bolivia, Ecuador...Más aspirantes del otro lado del Atlántico que de este, a juzgar por las listas de los admitidos al examen MIR (13.584; el 60%, mujeres) que colgaban ayer a la puerta de las aulas. El Ministerio de Sanidad aseguró no tener datos sobre nacionalidades, pero desde hace tres años cerca de la mitad son extracomunitarios. Con cinco horas de examen por delante, los médicos no tenían en la cabeza los recortes en sanidad que están aplicando las comunidades autónomas, que han provocado en los últimos días las protestas del colectivo MIR. Se enfrentaban a 225 preguntas, 30 de ellas con fotografías para evaluar mejor las habilidades clínicas de los aspirantes. La recompensa: 6.558 plazas de residente en hospitales públicos. Saldrán de dudas dentro de un mes.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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