"Recuerdo a los jugadores de dónde venimos"

Su presidente, Ramiro Revuelta, lo define como un entrenador normalito, "pero en el sentido llano, auténtico de la palabra". Carlos Pouso (Lejona, Bizkaia; 1960) dirige al Mirandés, de Segunda B, desde hace dos temporadas, tras pasar por el Arenas, Sestao River, Eibar y Guijuelo. Esta noche ante el Espanyol (21.30, Gol TV y Canal+ Liga) puede seguir haciendo historia y clasificar a su equipo para semifinales de la Copa tras eliminar al Villarreal y al Racing. En Cornellà, 3-2.

Pregunta. Sorprendió que tras la ida no se quejara de los árbitros.

Respuesta. Yo me centro en mi tarea, no en justificar las derrotas por las decisiones del árbitro. Si así fuera daría pábulo a mis jugadores para que ellos también lo hicieran, y no es ese el ejemplo que quiero darles. No creo en la mala fe de los árbitros, o dejaría el fútbol.

P. Fue un discurso muy distinto al de muchos otros.

R. Cada uno es lo que es. Yo durante los partidos ni siquiera estoy mirando el balón, solo pienso en la siguiente jugada y aun así mi equipo también pierde.

P. ¿Le preocupa que la adulación pueda distraer al grupo?

R. Se dice que el halago debilita y que a veces hasta empalaga. Somos un equipo maduro con una idea muy clara de hacia dónde queremos ir. Ya me encargo yo de recordarles a los jugadores de dónde venimos. Sabemos que esto es efímero. No nos vamos a gastar el sueldo en psicoanálisis.

P. ¿Qué les pasó en los últimos minutos?

R. Pagamos el esfuerzo de un partido contra un gran rival y llegamos al final con plomo en las botas. Aun así, fueron ellos los que nos remontaron. El Espanyol demostró la distancia que hay entre los dos equipos. Pochettino es un artista.

P. A pesar de los tres goles, su equipo demostró un nivel altísimo. Como Pablo Infante.

R. Pablo tiene 32 años. Con 10 menos podría haberle afectado, pero sabiendo cómo es y estando casado con una psicóloga estoy más que tranquilo. Él sabe que es uno más, que con su fútbol hace más grande al Mirandés.

P. ¿El secreto de su éxito?

R. Es fruto del trabajo de todos. Los que vinimos al Mirandés lo hicimos porque creíamos en el proyecto y no por dinero. Tenemos una masa social que aporta el 50% del presupuesto [1.232.468,17 euros], lo que deja clara la responsabilidad que tenemos sobre esas personas.

P. ¿Cómo consigue motivar a sus jugadores?

R. Cuestión de confianza mutua. Cuando llegué hubo algo de recelo. Eso ha cambiado. Yo me limito a aportar una idea que sin su apoyo nunca podría salir adelante. Hay veces que aun así hacemos el canelo, pero poquito.

P. ¿Cambiaría una final de Copa del Rey por el ascenso a Segunda?

R. Como nadie me lo puede garantizar no me lo planteo. Lo único que pediría es no tener lesiones. No pongo velas para pasar eliminatorias.

P. ¿Es consciente de la revolución que ha provocado su equipo en Miranda de Ebro?

R. Vivo en Sopelana, en la costa de Bizkaia, y ni siquiera aquí puedo desconectar. Hace unos días estuve en Logroño y me di cuenta de que ya no paso desapercibido. Soy consciente de que con mis actos represento al club.

P. Pidió una excedencia en el astillero para dedicarse al fútbol.

R. No agoté los dos años porque la empresa quebró. Llevaba 30 años al lado del encargado de la empresa y sé lo que le dolió.

P. ¿Dónde se ve en el futuro?

R. Me gustaría seguir donde estoy. Me queda un año de contrato. Tengo claro que a un entrenador con mi nombre no le van a regalar una categoría, así que tendré que seguir trabajando para ganármela por mí mismo.